El vuelo a Malpensa duro poco, debíamos de traer el viento
de cola, fui directa a recoger mi enorme
maleta, necesitaría todo ese espacio para mi vuelta dentro de un mes.
Prácticamente estaba yo sola en la rueda de la recogida de equipajes, cuando
por fin vi mi maleta, nada más
levantarla me di cuenta que algo iba mal, las abrazaderas de arriba estaban
abrochadas, pero la cremallera estaba completamente abierta, la deposite en el
suelo con el corazón a mil. Al abrirla, vi todas mis pertenencias revueltas, la
ropa, hasta los cosméticos, mi cepillo de dientes, mi ropa interior y las medias, todo revuelto. Fuera de mí, revise no sé cómo
que todo estaba allí, vociferando palabrotas en español a cinco metros de tres
policías de aeropuerto armados con metralleta y un par de pastores alemanes,
que de momento no me prestaban demasiada atención.
Dándome cuenta del riesgo de la situación, me dio por pensar
que mi histeria me podía meter en un problema y aunque chapurraba italiano,
como explicaba que me había encontrado mi maleta abierta, si por un casual me
habían escondido algo ilegal en ella. Pase de la indignación, al miedo por
cerrar mi maleta y pasar por la puerta de salida entre ambos perros con mi equipaje
ultrajado, tenía la sensación de se oían los latidos de mi corazón. Por fin
atravesé la puertas, salí a la parada de
taxis, poniéndome a la cola, en tres minutos estaba sentada en la parte de
atrás de uno de ellos indicándole que me llevara al Corso Buenos Aries, al
Hotel Buenos Aires nº 26.
Apenas me entere del trayecto, iba cavilando en mis cosas, tenía
que ir a la estación de tren, lo primero para sacar el billete para Bologna, tenía
una agencia al lado del hotel, con un poco de suerte no necesitaría ir a la estación.vi
que cruzábamos la Puerta Venecia, mi hotel estaba a pocos metros.
Cuando paro el taxi, me sentí en casa al salir de él, mire la fachada rosa del pequeño hotel, era un
pequeño palacete de seis plantas y buhardilla, venia tantas veces al año que la
familia y empleados que lo atendían se habían convertido en mi familia.
Luca, estaba en recepción, el hermano pequeño, el más serio,
salió del mostrador para darme dos besos;
-ciao Anna ¿cómo estás?
Bevenuto di nuovo.
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