Si pudiera, te besaría hasta la voz

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Si pudiera, te besaría hasta la voz… porque  te quiero así, a voz bajita y latidos altos.
Permitirme que sonría, prometí a la persona que me hizo llegar estas frases, que yo he entremezclado, que crearía en base a su inspiración,una historia, si conocierais a esa persona, sabríais que es un alma que lo siente todo, pero creo un caparazón erótico, festivo, cercano y sumamente afectivo que te engancha,  que cuando logras traspasarlo te encuentras con un corazón enorme, dependiendo a la parte que se lo dedique de esa persona, tendría que ser una historia con final feliz o con un final amargo… pero sin duda tendría que tener sexo;

Me desperté en la cama, desnuda, la ropa estaba toda revuelta a mi alrededor, me gire para tocar su almohada y olerla, su olor seguía ahí.
Estaba en su habitación del hotel, por la noche, mientras cenábamos me había dicho que tenía una reunión a primera hora de la mañana, lo tome como una excusa, no creí que la necesitara.
 Cuando mi  mejor amiga insistió por enésima vez, que tenía que tener una cita, que necesitaba  quitarme las telarañas, me propuso una cita ciegas con un amigo suyo, que estaba en la ciudad por negocios, para que no me negara me aclaro que ella y su chico,  irían a la cena.
Justo cuando volvíamos del baño, antes de sentarnos a cenar, ellos estaban en la barra y mi supuesta cita a ciegas le soltaba esa frase a su amigo, de la reunión a primera hora, me di cuenta que ninguno de los dos teníamos ganas de conocer a nadie, este le hizo un gesto, informándole de que llegábamos, se giraron en nuestra dirección;
-no me lo puedo creer ¿eres tú?- dijimos los dos a la vez, con cara de asombro.
Mi amiga miro a su chico sorprendida;
-¿os conocéis?
-si.- volvimos a decir a la vez, hizo un gesto con la mano cediéndome la palabra, con una gran sonrisa y el brillo en los ojos.
-bueno estudiamos juntos, los intercambiamos los conocimientos.- mire un instante a mi amiga, guiñándole el ojo.- no los tipos de conocimientos que piensas.- Javier y yo no reímos, con mirada cómplice.- a mí se me daba muy bien la química y a él literatura, así nos ayudamos mutuamente para conseguir terminar la carrera ¿me dejo algo?
-algo importante, cuando nos conocimos no nos soportábamos, Lola tenía un carácter inaguantable.- nos volvimos a reír, mi amiga nos miraba a los dos, la complicidad que había entre nosotros.
-¿y que paso, porque perdisteis el contacto?-nos preguntó según nos dirigíamos a la mesa para cenar.
-nos fuimos a ciudades diferentes, bueno y él se enrollo con mi mejor amiga.- le miraba provocándole a que me contrariara.
-creo que me voy a divertir esta noche.- dijo mientras movía mi silla para que me sentara.- siempre me gusto tu perfume.- añadió en voz baja, junto a mi oído.
-te sentó bien New York.-dije girando mi cara dejándola muy cerca de la suya.
Oí como nuestros amigos se decían en voz baja que sobraban allí.
-¿por cierto sigues en New York? ¿Qué haces en Madrid?- dije mientras intentaba mirar la carta para disimular y le echaba una ojeada a él más detenidamente, hum, sí que le había sentada bien cumplir años, si estaba en una cita a ciegas se supone que no tiene pareja.
-sí, sigo en New York, llevo en Madrid cuatro días me voy pasado mañana.
Vaya poco tiempo, pensé, elegimos vino, charlando, el pendiente de mí en todo momento, dándome a probar de su comida, yo haciéndolo sin protestas, cuando odio que me den de comer y mi amiga alucinando, recibiendo mensajes suyos en mi móvil, diciéndome “qué coño era lo que estaba pasando” no se lo podía decir en ese momento pero me acababa de preparar una cita a ciegas con el hombre del que había estado enamorada toda mi vida y me lo deje robar.
Decidimos ir de copas después de la cena, nuestros cupidos particulares se retiraron, según ellos, el ser padres no perdona y ya estaban mayores. Vi que Javier no puso ninguna objeción, supuse que le apetecía quedarse a solas conmigo, nos despedimos y fuimos a coger un taxi;
-¿Dónde vamos?- me pregunto, mientras se ajustaba la americana, que le sentaba como un guante, estaba más ancho de hombros, se notaba que iba al gimnasio.
-¿te apetece bailar?- recordé  que nos gustaba bailar, él lo hacía muy bien y yo gracias a mis clases, ahora lo hacía un poquito mejor.
Asintió con  la cabeza y una sonrisa, montamos en el taxi y le di la dirección de un local, nos llevó hasta el, se negó a que pagara, todo un caballero, creo que a veces me quedaba mirándole embobada, si me lo notaba me daba exactamente igual, no iba a perder la posibilidad. Entramos en el local estaba a tope, nos fuimos a una zona apartada de la pista para pedir una copa y poder hablar lo que no nos habíamos contado en la cena, no había donde sentarse, así que me apoye en la pared con el de frente a mí, apoyando de vez en cuando el brazo por encima de mi cabeza para dejar pasar a la gente, hablábamos, nos escuchábamos, pero nuestras bocas se buscaban,  algo me detenía, me imagino que la guilipollez femenina de que no me escogiera a mí la primera vez, alguien lo empujo quedando pegado a mí, viendo que me iba a besar, bebí de mi copa, se pegó a mi oído, susurrando en mi cuello;
-¿me lo vas a poner difícil?-pregunto depositando un suave beso en mi cuello para luego quitarme la copa de la mano, dejándola en una repisa.
-nunca fui fácil.- dejando que me besara el cuello otra vez.
-vamos a bailar.- me pidió, estaban poniendo salsa, cogí de nuevo mi copa, bebiendo lo que quedaba de un solo trago, él sonrió.- tu delante.
Me fui abriendo paso hasta la pista, sintiéndolo a él justo detrás de mí, bailamos como vulgarmente se dice refregándonos, el sorprendido de que me moviera así, apretando mi trasero para encajarme más a él, nos estábamos poniendo a cien;
-vamos a mi hotel.-salimos del local, iba a pillar un taxi.-no, está aquí al lado.-dijo cogiéndome de la mano, me pareció que tardamos cinco minutos, no me fije en el nombre del hotel, ni como era el hall, subimos en el ascensor, en el instante que se cerraron las puertas me empotro contra la pared , nos besamos con fiereza, enrede mi pierna izquierda en la suya para apretarlo contra mí, él en respuesta empezaba a bajar la cremallera de mi vestido, sonó el ruido de apertura de puertas , separándonos al instante, entro una pareja madurita que nos miró, el con mi barra de labios en su boca, yo con  la misma barra de labios prácticamente por toda la cara y la respiración entrecortada.
Mire a Javier sonriendo, haciéndole señas para que se limpiara y yo intentando hacer lo mismo, con un gesto rápido me subió la cremallera que la tenía por la cintura, llegamos a nuestro piso, también era el de la pareja, cada una por una dirección.
Abrió la puerta, pase yo primero, cerró la puerta tras pasar el, sin esperar a más me bajo la cremallera del vestido que callo al instante, se quedó mirando mi body de encaje negro. Mientras el volvía a besarme, yo intentaba desabrocharle la camisa y después los pantalones. La primera vez fue rápido, desabrocho los corchetes de debajo del body, subiendolo hasta la cadera, me estrujaba el pecho y me comía la boca, yo hacía lo mismo, arañándole la espalda incapaz de retener tanto placer, me subió a horcajadas a su cintura, entrando dentro de mí, en unos minutos, llegamos los dos a la vez, me deslice por la pared hasta llegar al suelo, mientras el  se subía los pantalones;
-¿no pensaras que esto ha terminado verdad?- me cogió en brazos, llevándome al dormitorio, allí continuamos gran parte de la noche.
Esta mañana el recodarlo, todavía se me entrecortaba la respiración, vi una nota encima de la almohada:
“Buenos días, nos vemos para comer, espérame en la habitación, mejor si es en el lugar y como te deje esta mañana”
Sonreí, quizá se merecía una sorpresa.


Luna Soler

Luna Soler

Escritora

Soy Luna Soler. Una escritora novel con muchas inquietudes y muchas cosas que contar, algo tímida, inconformista y soñadora empedernida. Como mi nombre indica: luna y sol, sol y luna. Contraste en estado puro.

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