Que pereza tener que vestirme, pero tenía que cenar algo, iría
al Ciao, era un restaurante de comida rápida, tipo sefl-service, dependiendo el
ambiente, me quedaría a comer allí o me cogería una pizza para comerla en el
hotel, al llegar el ambiente era de chavales jóvenes, comiendo pasta y
ensaladas, me quede a cenar allí una súper ensalada con todo, escuchando sus conversaciones
a distancia y viendo cómo se comportaban, sé que no es educado , pero cenar
sola es un rollo. Caminando de nuevo hacia el hotel, pare en la heladería artesana
, al entrar vi a un chico pidiendo en el mostrador , vaqueros, camisa blanca de
manga larga, cuando se giró hacia la puerta después de pagar su helado, ambos
nos reconocimos al instante, el camarero;
-Hola.- dijo de forma despreocupada, como el que saluda a un
amigo, con sus ojos fijos en los míos y sonriendo ligeramente.
Yo no articule palabra, no sabía que me gustaba menos si encontrármelo
constantemente o que me hubiera hablado en español, la educación me hizo
contestar;
-hola.- no añadí más.
-perdona, quizá te moleste, no es que se note que seas
española, es que yo soy muy
observador.-dijo dejándome paso para pedir, sin intención de marcharse.
-eso ya lo he notado.- dice entre dientes, el sonrió un
poquito más, señalando el tamaño que quería pedí mi helado.- un gelato alla
nocciola e cioccolato, grazie.
Salimos los dos juntos por la puerta, en la misma dirección;
-¿te importa? Creo que vamos en la misma dirección, tengo la
moto dos calles más abajo.- mantuvo su paso acompasado al mío.
Hablaba español perfectamente, con un ligero toque italiano, pero mínimo, se relajó
un poco al ver que yo caminaba a su lado;
-no me he presentado, mi nombre es Marcus.- dijo parándose para
decírmelo y me imagino que para que yo me presentara también.
-yo soy Anna, con doble n ¿eres de Milán?- quise averiguar
algo de él.
-no soy de Ravenna, solo estoy en Milán por trabajo ¿española?.-
dijo esperando mi respuesta.
- si de Madrid.- observaba la manera tan sexy que tenia de lamer
el helado y que su cabello parecía mas rubio que el otro día, yo estaba en el
metro setenta y me sacaba unos centímetros.
-¿trabajo o placer?
-trabajo.- ¿no llegábamos ya a su moto?
Se paró delante de un aparcamiento solo para motos, había dos una Vespa y otra que parecía de las buenas,
yo no entendía de motos, pero saco el casco de esa, se acercó un poco y me dio
dos besos;
-¿hasta mañana?- dijo mientras se ponía el casco.
-posiblemente, ciao.- y di media vuelta dirigiéndome al
hotel, mientras veía como montaba en la moto.
Luna Soler
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