Tiempos futuros, Capitulo 5

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No vi quien me dio mi llave, no escuche lo que me dijo, llegue a mi habitación, me quite la ropa empapada poniéndola  en las sillas, acercándolas a los radiadores, para que se secara, me metí en la ducha dando el agua lo más caliente posible, estuve un buen rato debajo del chorro de agua, intentando no pensar en lo que lo había pasado.
Me puse el pijama, hice el informe, revise los billetes de tren a Bolonia, salía a las 10:20h y tardaba más o menos una hora era un tren rápido,  tenía que ver a varios proveedores, un desfile y patearme la ciudad, la vuelta la tenía relativamente pronto no me gustaba volver demasiado tarde, mire la vuelta 17:23, en algo más de una hora estaba en  la estación central, perfecto, no me gustaba volver andando sola cuando ya había oscurecido desde la estación.
Me metí en la cama y decidí leer un rato para relajarme y no pensar en lo bien que besaba Marcus, en lo bien que tocaba, diez minutos más sin interrupciones y habría sabido lo bien que follaba, lo gracioso era es no nos habíamos dado los teléfonos, si esta noche el dejara de trabajar en esa cafetería, no nos volveríamos a ver, eso me hacía añorar que lo de esta tarde no hubiera llegado al final, me hacía desearlo más, esboce una sonrisa, no sabía que mañana yo no estaría en Milán, a ver sé que es un hombre no iba a pasarse el día pensando en mí, bueno quizá al haberse quedado a medias… vale que no, voy a ponerme a leer. Me quede dormida después de dos horas intentando leer las primeras páginas del libro sin conseguir retener lo que leía.
Sonó el despertador a las ocho y media de la mañana, no me gustaba andar con el tiempo justo, a las nueve y media pasadas ya estaba lista y comenzando a desayunar;
-ciao Maria, un  espresso doppio, con un pó di latte, grazie.
-ok, buon Giorno Anna.
Que buen sienta un buen desayuno y pensar que en casa era un zumo, café y cuatro galletas, le deje la llave a Luca y salí en dirección a la estación central, parecían las doce de la mañana por el ajetreo que se veía en las calles, en  Milán podías andar por la calle a las seis de la mañana y parecían las nueve en Madrid, las seis o más era a la hora que volvíamos de juerga.
Por enésima vez me quede embobada mirando el interior de la estación, compruebe la vía, tique el billete en la vía que estaba mi tren, caminando por el andén, busque mi carroza, dentro de ella mi asiento al lado de la ventana tenía dos asientos de frente que aún no habían sido ocupados, con mesa en el centro, puse mi móvil y el libro que intente empezar ayer, el viaje solo duraba una hora y media, pero nunca se sabía, esta vez hice el viaje sola.
El aire era fresco al llegar a Bolonia, te tocaba un paseíto hasta llegar a la zona centro, al taller de Paola, después vi el desfile, no devearía estar allí, de forma independiente sin dar a conocer mi profesión, me permitía ver la moda preta porter, una pequeña ocultación que me dejaba hacerme una idea de las tendencia que pensaban ellas se determinaría la próxima campaña.
Busque la trattoria que estaba debajo de los soportales, bajando un pequeño tramo de escaleras ya olía a pasta y pizza recién hecha. Salude a los dueños, era la cuarta vez que me veían en su casa, pero guardaban buena memoria de mi cara, me buscaron mesa y me pusieron un plato de olivas y pan de pizza, una pequeña jarra de vino tinto, les dije que quería pasta, que me pusieran la que ellos quisieran, siempre estaba dispuesta a probar cosas nuevas.
Estaba a medio plato de mi pasta rellena con un toque picante, cuando vi que Marcus, se sentaba de frente a mí, en los primeros segundos, no asimile que estaba allí, o como sabía que yo estaba allí en ese momento;
-¿tú que haces aquí?- dije indignada, mirándole con cara de no entender nada.
-no deberían de haberme visto contigo.- dijo sin alzar mucho la voz, queriéndome coger la mano para que me levantara.
-¿Qué haces?-casi grite, soltándome.
-esa parece tu pregunta favorita.- dijo enfadado, volviendo agárrame la mano con fuerza, puso dinero encima de la mesa más que suficiente para pagar mi cuenta.- levanta, sonríe, coge tus cosas y despídete, que nos vamos.
Tirando de mí ya me había levantado;
-¿estás loco? Suéltame, yo no voy contigo a ningún sitio.
Se acercó, con voz suave, pero firme;
-vendrás y no armaras ningún escándalo, créeme no te interesa y dejaras que me explique, para que entiendas esta situación.

Me lo dijo tan serio, mirándome a los ojos que decidí seguirle, sin rechistar, al menos de momento.

Luna Soler

Luna Soler

Escritora

Soy Luna Soler. Una escritora novel con muchas inquietudes y muchas cosas que contar, algo tímida, inconformista y soñadora empedernida. Como mi nombre indica: luna y sol, sol y luna. Contraste en estado puro.

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