Me sentía inquieta, medio tumbada en el sofá, notaba como según
pasaba el tiempo, ese nudo angustioso crecía en la boca del estómago, miraba el
teléfono contantemente e intentaba ver en la distancia cuando decidía que ya no
iba a mirar más sus conversaciones y sus fotos, si parpadeaba la luz azul que me
avisaba de un wasap.
Solo pensaba como podía tener alguien la capacidad de
ignorar sus sentimientos, de anular la forma de demostrarlos, yo soy incapaz de
hacerlo, más cuando lo que siento es tan fuerte, como para anular mi sentido común,
mi racionalidad, mi vida estaba patas arriba en todo momento.
Que bien sabia, cuando conseguía que se abriera, poder ver
el interior de sus sentimientos y soñar con que algún día dejara de ignorarlos.
Sonaron dos toques en la puerta, yo estaba con la mente
ausente y tarde unos segundos en reaccionar, sonaron dos golpes más;
-un momento.- dije mientras me levantaba, revise mi vestimenta,
camisa blanca algo holgada abotonada hasta la mitad, unos pantalones piratas,
de algodón gris, y dos coletas que sujetaban mi melena rizada, hoy sin peinar. Abrí
la puerta sin mirar.
Al ver su cara, el corazón me dio un vuelco, di un paso atrás,
sin pronunciar palabra, sin decirle que entrara, el avanzo un paso, me reviso
de arriba abajo, esbozando una sonrisa al llegar a las coletas, deteniéndose en
mis ojos y no moviéndose de allí. Me vi apartándome para dejarle espacio para
que entrara y cerrara la puerta.
La entrada de mi casa daba directamente al salón, me
gire dándole la espalda, guiándole hacia
el sofá;
-espera.- dijo con voz suave, agarrándome con cierta
brusquedad de la muñeca.
Ese mínimo roce con su piel, me acabo de desestabilizar, el
hueco del estómago parecía que se abría hacia fuera, no sabía cómo reaccionar, estaba tan
acostumbrada a ocultar lo que sentía y necesitaba de él, para no incomodarlo y
poder al menos tener su amistad, que no sabía cómo reaccionar. Para llevarme la
contraria mi cuerpo si reacciono, con débil temblor y un calor subió a mi cara.
Me acerco a él, no se el suyo pero mi corazón latía con
fuerza, trague saliva y humedecí los labios,
mi mente a mil, pensaba que había cambiado, estaba en mi casa, que me iba a
besar ¿me había lavado los dientes?
-sshhh.-me acerco más a él.
Que bien me conocía, nos besamos, el temblor se hizo más
fuerte, el me estrujo con fuerza como si quisiera recomponerme, me sentía tan
vulnerable.
Teníamos pendientes muchas palabras, pero la necesidad se
hizo más fuerte, sentados en el sofá, comenzó a desabrocharme la blusa,
depositando suaves besos en mi boca, el cuello, cuando me di cuenta de que
aquello era real, no pude retenerme, me estreche contra su cuerpo, dando rienda
suelta a mis sentimientos, a mi cuerpo, al sexo...
Luna Soler
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