Una de miedo o no...

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Estire los brazos, ya sentada en la cama, sentí un tirón en la parte baja de las cervicales, tenía la sensación de estar agotada, como si no hubiera dormido en toda la noche, pero no lo recordaba.
Me fui  directa a la ducha, estuve largo rato expuesta a los relajantes chorros de agua caliente,  dos cafés mientras me vestía, sin probar bocado, mi estómago estaba un poco revuelto, salí de casa en dirección a la oficina;
-uf, que poquitas ganas, buenos días Clara.- dije mientras abría el portátil y colocaba los casos que tenía pendientes para hoy, encima de la montaña de papeles.
-buenos días Jefa ¿un café solo?- me pregunto mi secretaria, mientras me entregaba unos papeles para firmar.
-si, por favor y seria el tercero.- le dije mirándola y sonriendo.
-añadiré un muffin  de chocolate, tienes pinta de necesitarlo.- contesto mientras salía del despacho.
A los pocos minutos volvió con ambas cosas, el olor a chocolate me abrió el apetito, pero al segundo pellizco del muffin, mi estómago volvió a cerrarse, permitiendo solo tomar café.
Mientras escribía en el ordenador, me frote las muñecas, me dolían pero no tenía marcas visibles de algún golpe, pero la sensación era como de tenerlas magulladas.
Se me paso el día muy rápido, cuando volví a mirar por la ventara ya estaba oscureciendo, últimamente cuando llegaba la noche me sentía incomoda, nerviosa…
-Clara, vete a casa, lo termino todo en una hora y te lo dejo en tu mesa para que lo lleves al juzgado.
-perfecto, hasta mañana me voy a buscar al peque a casa de mi madre.
Al final me dieron casi las diez y media completando la documentación, la deje encima de la mesa de Clara y me dispuse a bajar al garaje a coger el coche, volvía a tener la sensación de que me observaban, al abrir el coche, sentí una respiración por encima de mi hombro, me volví inmediatamente, observando una nieblina que se disolvía alrededor mío. Tarde un segundo en entrar en el coche y cerrarlo herméticamente, no conté los  minutos que tardo en calmarse mi corazón y poder arrancar el coche.
El baño relajante, no consiguió calmarme, ni el vaso de leche caliente con galletas, me tumbé encima de la cama, me incorporaba constantemente con la sensación de que había alguien en la habitación, sentía una quemazón extraña en la piel del cuello, caí  en un profundo sueño.
Como si se encendiera un interruptor, abrí los ojos, los abría en mi sueño, estaba en mi habitación, yo estaba desnuda encima de la cama, podía verme reflejada en un inexistente  espejo que había en el techo de la habitación, percibí su peso encima de mí, vi como mi piel cedía ante sus caricias, al estrujar mi pecho o apretarme contra él, sentía su boca, su lengua devorándome, estaba completamente entregada, ansiosa, no podía verle pero le deseaba, quería más, vi como abría mis piernas y me penetraba, en ese momento note dos punzadas en el cuello, mi cuerpo se volvió loco. La presión en el cuello, mi corazón a mil por hora y mi cuerpo  entregado a su voluntad, se retiró de la garganta y por un segundo vi su cara, era hermoso, sus ojos de un terrorífico amarillo se volvieron marrón claro, me miraba fijamente, clavo el colmillo en un dedo, salieron dos gotas de sangre que rozo contra mi cuello, sentí quemazón;
-tú también la necesitaras, contigo no soy capaz de controlarme.- oprimió la herida, sujetándome el mentón me hizo abrí la boca, dos gotas de sangre cayeron dentro.
Me hice un cuatro, percibí como me tapaba con la sabana, desperté a mañana siguiente igual de cansada y con mucha sed, la percepción de haber soñado y de no recordar el que, la rutina diaria una larga ducha, doble ración de café e ir al despacho, suena un wasap en el móvil;
“…Buenos días jefa, le recuerdo que hoy tenemos visita de nuestro nuevo jefe, yo tardo un buen rato en el juzgado, así que estará usted sola. Clara…”
Conteste;
“…gracias Clara, me había olvidado por completo ;-P…”
Pase a mi despacho, abrí el portátil y me serví un café, llevaba diez minutos trabajando, cuando sonaron dos golpes en la puerta;
-Buenos días.- dijo con voz amable.
Levante la cabeza del ordenador, de frente a mi había un hombre que rondaba los cuarenta, moreno con los ojos marrón claro, al mirarle directamente, mi corazón se aceleró, y no fui capaz de mantenerle la mirada, un cuerpo bien formado y un metro ochenta aproximadamente, noto mi azoramiento, mi incomodidad, me ardía el cuello y no dejaba de frotarlo con la mano.
-Me llamo Sergio, soy el nuevo director.- dijo acercándose para estrecharme la mano.- he oído maravillas de usted y  de su trabajo.
-encantada, Ana.- dije levantándome.- precisamente estaba trabajando en el caso que me dio usted.- rodeo la mesa y me indico que me sentara, se acercó a mí y quedo con tanta proximidad que me sentía intimidada, me puse de pie y me gire hacia él, con la mano en la garganta;
-¿le molesta algo en el cuello?- dijo cogiéndome de la cintura, juntándome a él, lejos de oponer resistencia me quede lánguida en sus brazos, girado la cabeza para dejar el cuello al descubierto, deposito un beso justo en la zona donde sentía el quemazón, me escuche soltar un profundo suspiro y de su  boca un sonido gutural, con la boca entreabierta paso la lengua por la zona, me sujeto la barbilla para que le mirara, su boca se aproximaba a la mía, cuando escuche un carraspeo.
Nos separamos inmediatamente;
-Perdón, buenos días Director, jefa, siento molestar, esta entregada toda la documentación, si necesitan algo, estaré en mi despacho.
Sergio tosió levemente;
-Ana yo también me voy, llámeme mañana y vemos hora para que me comente los avances del caso.
Clara ya había desaparecido y el esperaba en la puerta mi respuesta;
-perfecto mañana sin falta le llamo y concretamos, le deseo lo mejor en la empresa.- dije sin saber muy bien que decir.
-gracias, hasta mañana.
Fui incapaz de concentrarme durante todo el día, ¿Qué había ocurrido? Decidí no darle más vueltas, mañana le aclararía las cosas al señor Director, Clara tuvo la delicadeza de no sacar el tema, nos conocíamos desde hacía años, en el café de mañana lo sacaría.
Me fui pronto a casa y me acosté más temprano de lo habitual, me tome una pastilla necesitaba descansar, dormir profunda.
En mitad de la noche sentí un ruido y me incorpore en la cama estaba desnuda, recordaba perfectamente, haberme puesto el camisón, me apoye en el cabecero de la cama, me sentía mareada, cubrí mi pecho con la sabana, escuche el ruido de nuevo, encendí la luz y mire al fondo de la habitación, le vi a él, de pie, apoyado contra la pared y los brazos cruzados delante del pecho, sus ojos eran más amarillos, solo verle, ni cuerpo comenzó a temblar, le necesitaba, se formaba como un vínculo invisible que nos unía que me hacia extrañarle, crearme la necesidad de él, hasta causarme dolor físico, sexual.
Se sentó a mi lado en la cama, muy próximo, deje caer la sabana que me cubría, cogió mi cabeza entre sus manos, modifique la postura y le ofrecí mi cuello, el me corrigió, besándome en la boca, estrujándome contra él, dejándome sin aliento, me beso en la garganta, note como extendía sus colmillos;
-eres mía, mía para siempre.- dijo en un susurro.

Luna Soler

Luna Soler

Escritora

Soy Luna Soler. Una escritora novel con muchas inquietudes y muchas cosas que contar, algo tímida, inconformista y soñadora empedernida. Como mi nombre indica: luna y sol, sol y luna. Contraste en estado puro.

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