Llego la camarera con otra ronda de tapas, mirando como si fuéramos
unas cuarentonas locas, reíamos a carcajadas, de la última tontería en tono
sexual, yo sonreía o reía a carcajadas sonoras, pareciendo tan feliz que a no ser
que me conozcas de verdad y me miraras al fondo de mis camaleónicos ojos, no sabrías
que me estoy muriendo por dentro, camuflando mis sentimientos, mi angustia, por
echarle de menos, por pensar en nuestra última vez, por querer estar con él,
aunque sé que no es posible esa noche, ni nunca más, ansiar sus manos sobre mi piel, su mirada excitada recorriendo mi cuerpo, esos
pensamientos calentando mi mente, hasta que escucho dos chasquidos delante de
mi cara, protesto interiormente y vuelvo a sonreír, con una tristeza inmensa y
las lágrimas luchando por salir.
Luna Soler
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