Ojos hambrientos Volumen 2.- Capitulo 1

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Ya habían pasado dos meses, la vida me reclamaba, pero me veía incapaz de salir de mi rincón oscuro.

Un análisis rutinario a Aless, antes de que se recuperara completamente de las lesiones del enfrentamiento con su tío, dejo al descubierto la terrible verdad, una leucemia galopante que me dejo sin él, en menos de dos meses, mi vista se nublo de nuevo y el nudo cerro mi garganta, le echaba tanto de menos que me dolía el corazón, como se había atrevido a dejarme sola....

Vi acercase entre las lágrimas y la oscuridad de la habitación,  la figura de Marcelo el hijo del administrador, se paró a mitad de camino y se giró para volver por donde había venido, respire aliviada, no tenía ganas de miradas culpables e impotentes, pareció cambiar de opinión, cuando llego donde estaba yo, en el enorme salón, en pijama, desaliñada y con los ojos hinchados de llorar, me miro con cara tensa;
- Sta. Contini, tiene una pinta terrible, sé que lo que le ha pasado es horrible, pero  si se diera un baño y dejara de arrinconarse en el sofá se sentiría mucho mejor.- me levantó en brazos, me llevo al cuarto de baño dejándome vestida en el plato de la ducha, dio el agua caliente.- usted decide.- añadió mientras se marchaba, o eso pensé, vi como llenaba la bañera de agua humeante, echando gel de baño, al momento se llenó de espuma, me recogió del suelo de la ducha cerrando el grifo con anterioridad, me sentó en una silla y me fue quitando una a una las prendas que me vestían, incluyendo la ropa interior.

Me ayudo a entrar en la bañera, mi cuerpo se relajó, cerré los ojos, él se puso de rodillas, en el suelo del baño, detrás de mí, mojo mi cabello con la esponja y depositando pequeñas cantidades de agua sobre mi cabeza, vertió un poco de champú en la palma de su mano, y comenzó a masajear el cuero cabelludo, el olor a frutas, sus dedos descubriendo mis tendones agarrotados;

-¿a qué sienta bien?- pregunto en voz baja, como si no quisiera que me diera cuenta que estaba allí.

Despacio y con ternura, me aclaró el cabello, se incorporó, depósito en mi mano la esponja con una cantidad generosa de gel;

-mientras termina voy a calentarle algo de comer.- salió, volviendo a entrar en unos minutos, llevándome ropa interior, pijama limpio y mis zapatillas de estar en casa.
Ya había salido de la bañera, vestida, he intentaba desenredarme el pelo, cuando Marcelo entro, sin llamar;

-siéntese.- dijo mientras me señalaba la silla.

Con total naturalidad cogió el cepillo y el coletero, con paciencia lo fue peinando haciendo una coleta alta;

-tengo dos hermanas.- sonrió al ver mi cara de sorpresa.- a cenar y se lo va comer todo.

Sopa de pescado, muy caliente, una pequeña ensalada, un vaso de vino blanco espumante y pan casero, no tuvo que insistir, tenía hambre.

Una hora más tarde, daba los últimos sorbos a  una infusión relajante, me tumbaba en la cama, mientras el me arropaba;

-mañana la despertare a las 8, le llevare a la ciudad, a ver a mi padre, tiene cosas que solucionar, buenas noches.

Salió del dormitorio a grandes zancadas, con determinación, cerrando la puerta tras él.

Luna Soler

Luna Soler

Escritora

Soy Luna Soler. Una escritora novel con muchas inquietudes y muchas cosas que contar, algo tímida, inconformista y soñadora empedernida. Como mi nombre indica: luna y sol, sol y luna. Contraste en estado puro.

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