Ojos Hambrientos. Capitulo 8

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Ya estaba hay ese nudo, al final había llamado, quería cenar conmigo. Subí a la
habitación, las siete y diez, iba andar un poco justa, pero pensaba ponerme espectacular
ese vestido ceñido que me había comprado esta tarde me quedaría perfecto, sonreí, el
nudo del estómago se hizo mayor. Me duche y me lave el pelo, lo recogí alto, dejando
que algunos rizos cobrizos se soltaran. Bañe mi cuerpo con la crema de la misma
fragancia me impregne de su dulzor, sensualidad almizclada. Lencería negra de encaje, sin sujetador el escote del vestido no me lo permitía, no pensaba acostarme con él, pero llevar esa ropa interior me hacía sentirme más femenina. El vestido era negro, entallado, de tirantes, el escote rebosaba tela que se extendía hasta un poco más debajo de donde terminaba mi pecho, pero sin dejar nada a la vista. ¿Zapatos? no sandalias negras, opte por americana del mismo color y un fular en color naranja quemada a juego con mi pelo. Maquillaje sencillo, pero mirada felina, bien marcada con eye liner negro. Pendientes largos de cadenas finas en plata y oro. Me mire al espejo, hum… creo que le gustaría el resultado y a mí me gustaba lo que veía.
Las ocho y catorce minutos, cogí la mini cartera de pedrería, metí el móvil, billetero y un pequeño vial de mi perfume.
Cuando llegue a recepción, él estaba esperándome. Tuve tiempo de obsérvale sin que él
se diera cuenta. Impecablemente vestido, con un traje negro y camisa blanca, sin
corbata, sus zapatos nuevamente eran color cuero, pero aparentaban ser más nuevos.
Parecía más alto, con esa postura seria, tranquila. Espalda ancha, cuerpo perfecto.
Pareció notar que le observaba y se dio la vuelta. Sus ojos parecieron atravesar mi
cuerpo, me sentí desnuda, una sonrisa torcida se dibujó en su boca, me sentí sexy. Así
que respondí a su mirada, con la misma intensidad, no percibí que se movía, hasta  que estaba tan cerca de mí que escuche su respiración.
Me dio un largo beso en la mejilla;
- nos vamos tengo reserva para y media.- dijo agarrándome por el brazo tiernamente.-
he de suponer, que has conseguido el trabajo, por cómo te has vestido ¿no?- su voz
susurraba en mi oído.
-hola a ti también, exactamente.- le dije alegremente, las mariposas campaban a sus anchas por mi estómago.- eso significa que tengo que pagar yo la cena ¿no?

Ya junto al coche, abrió mi puerta, di un paso para sentarme, pero el llamo mi atención, me giro para que lo mirara, la puerta que quedo en medio de los dos, yo le observaba inocentemente, pendiente de lo que quería de mí. Apoyó los brazos en la puerta, se me acercó, sus ojos bailaban entre mi boca y mis ojos, instintivamente moje mis labios, él se acercó un poco más, sentía su aliento. Abrí mi boca, esperando su beso, cuando estaba a punto de cerrar los ojos, percibí un movimiento negativo de su cabeza.
Me quede ahí a la espera de no sé de qué;
-amore, sería imperdonable dejar que invites tú, estas demasiado encantadora.- soltó un
fuerte suspiro, y me señalo con la mano que entrara en el coche.- no llevamos ni cinco
minutos juntos y ya tengo ganas de besarte.
Me quede con cara de circunstancias y el según daba la vuelta al coche, pensé que
iba a ser una noche muy larga;
-estupendo, pues sí que estamos bien.-dije enfurruñada.
Subimos al coche, cerró su puerta y arranco el motor y me miro viendo mi cara malhumorada;
-no te enfades, estos instintos los he tenido solo con verte, el verdadero peligro lo vas a
correr cuando despliegues tus arrolladores encantos.-dijo volviéndose hacia mí.
-¿pero tú que te has pensado? Yo no tengo que desplegar nada ¿de qué vas?- me gire
hacia su cara.- esto me pasa, por quedar con tíos que no conozco.- desabroche mi
cinturón y antes de que me girara para salir de coche, paso su mano a mi cuello,
enredando sus manos en mi pelo, me obligo acercándome a él, sus labios rozaron los
míos.
-sushh… calla, Sta. Temperamento.- dijo en un susurro, yo  por supuesto… le devolví el beso.
Dios, que bien besa;
-¿crees que podemos ir ya a cenar?- dijo separándose un poco de mí, me volvió a besar.-
nos hemos adelantado empezando por el postre.-Iba a protestar, cuando él puso el dedo índice en mi boca.-es muy fácil hacerte enfadar.-le sonreí.
-es un poco peligroso jugar a mosquearme, te lo advierto.-volví abrochar el
cinturón de seguridad.- ¿a dónde vamos?
- al restaurante Giovanni, está muy cerca.- dijo.- tiene aparcamiento por eso he traído el coche, no quería que te cansaras con esos zapatos.
- creo que me lo voy a pasar genial esta noche.- me reí.- tu sigue provocando, ya veremos donde acabamos.
En unos minutos estábamos en la puerta del restaurante, la entrada, dos puertas de
cristal, el interior moderno, de luz ambarina y minimalista, las paredes revestidas de
madera de color rosado. Mesas redondas para dos comensales y rectangulares si eran
más. Faldillas de tela fina también rosa, sillas de madera negra. Nos sentamos en una
mesa redonda con un centro de flores naturales, la vajilla era sencilla.
Nada más sentarnos, el metre saludo efusivamente a Alessandro, que se incorporó para
estrecharse con él en un abrazo, colocaron una cubitera a su lado en la mesa con un vino
blanco, Alessandro, me presento y nos sentamos. Nos sirvieron tres platos con antipasti, de aspecto delicioso;
-ya has decidido el menú ¿verdad?- dije quitando la servilleta y poniéndola encima de
mi regazo.
-si… ¿te molesta?- dijo estudiándome.
-hoy no, pero yo no tentaría a la suerte. Me gusta decidir por mí misma.
-no lo pongo en duda, la cuestión es que yo vengo mucho a este restaurante y se lo que
hacen mejor.
-eso es lo que he pensado yo…
Probé los antipasti estaban deliciosos. Mezcla de sabores dulces y salados;
-¿bueno que tal ha ido la entrevista? Seguro que te los metiste en el bolsillo al minuto.
Le conté como había ido, omitiendo ciertos detalles que realmente a un desconocido,
estuviera bueno o no, no le vedaría contar;
-entonces en veinte días te vienes a vivir a Milán, así de buenas a primeras, ¡te admiro!
Nada te frena, no tienes miedo…
Mientras hablaba nos sirvieron, para el risotto al sésamo negro y melón, para mi
tagliolini  con caviar, hum, sabía mejor aún de lo decía el nombre;
-¿miedo a que? ¿A los cambios? Nunca, vivo la vida al momento, pienso las cosas pero
no me atormento, y menos cuando las cosas cambian para mejor. Mira desde que pasó
lo de mis padres y vi que la vida se puede ir en un segundo… que no se para, porque te
queden cosas por hacer o porque al día siguiente tenías que hacer una llamada
importante o tenías que pasar por el banco, porque te había pasado una comisión
equivocada. Alguien se salta un stop, o te da un ataque al corazón y todo pierde
importancia, tu vida se acaba, ni merece la pena, ni quiero mirar atrás.
-lo entiendo, ese tipo de cosas te hacen ver la vida de otra forma, mis padres también
fallecieron, no juntos, fueron diferentes enfermedades y me paso igual, cambie de
trabajo, lo que me dedico ahora creo que me gusta porque no paro en ningún lugar de
fijo. Tenía pareja cuando se marchó mi padre, rompí con todo, me asfixie… su
posesividad, la autoridad que pensaba que tenían todos sobre mí, me hizo, revolverme y
dejarlo todo atrás.
-¿y qué tal te sentó?
-¿tu cómo me ves?
Sonreí echando una ojeada al hombre que estaba frente a mí, lo tenía casi todo en la
vida, hacia lo que le gustaba, vivía el momento… ahora lo estaba viviendo conmigo;
-bien .- carraspee, me estaba moviendo muchas cosas.- eso mismo me pasa a
mí, creo que este trabajo, esta ciudad, es lo que necesito ahora mío, esto soy yo, mi
momento. Uf, que profundos y serios nos estamos poniendo.
-¿excuse, puedo retirar?- dijo el camarero rompiendo la atmósfera.
Los dos habíamos terminado nuestros respectivos platos y la electricidad y la química
entre nosotros, iba en aumento;
-nos puede servir el postre.- dijo Alessandro serio, mirando al camarero, que le
respondió con una reverencia de cabeza.
Yo iba abrir la boca para protestar, pero antes de que pudiera hacerlo, sin mirarme
siquiera, me corto;
-sé que odias que te den de comer, sé que odias que te pidan la comida, lo se.- sin volver
la cabeza, puso su mano sobre la mía, yo estaba a la espera de ver que decía y miraba el
gesto de la mano que acaba de hacer, con cara embobada. Sus dedos se cerraron sobre
mi mano, trasmitiéndome su calor.- pero hoy es una noche especial, no vas a protestar
¿verdad?
Subí la mirada de la mano a su cara me miraba con una sonrisa pícara, nuestras manos
se soltaron, la suya fue directa a mi cuello, con el pie debajo de la mesa acerco mi silla a
la suya. Metió sus dedos entre mi cabello, se acercó a mí y me beso, su lengua jugaba
con la mía, no tenía noción de mí, no sé si me agarre a las solapas de su americana para
que no se alejara de mí, o  para sujetarme y no caerme de bruces, eso pareció excitarle más, en un segundo caí en la cuenta de que estábamos en un lugar público, sentí vergüenza y me quise retirar;
-Daniela.- dijo con voz ronca.- déjate hacer.- bajo la mano del cuello sus dedos rozaron
el nacimiento de mi pelo, después se pasearon por mi columna vertebral. Mi cuerpo se arqueo y mi boca se volvió abrir para recibir su beso, solo…solo un minuto más.
La descarga eléctrica fue increíble, sentía todas las partículas de mi cuerpo, cuando nos separamos, nuestras miradas decían que queríamos más, sin levantar la cabeza, reconstruí mi postura y mi vestido, con el tiempo justo para que el camarero nos sirviera el postre.

Nos retiró la botella de vino blanco, nos sirvió champan,  me quede extrañada por el exceso, pero agradecí que estuviera tan frio.
Ambos bebimos casi media copa de un sorbo, entonces me atreví a mirarlo, sonreí al ver
que se colocaba la americana;
- de que estábamos hablando.- dije divertida, al ver que él estaba tan descolocado como yo.
- no me acuerdo.- volvió a cogerme la mano y la presiono para llamar mi atención.-
¿qué te parece el postre?
- ¿el chocolate para ti? ¿Por qué?
-Por qué según decís vosotras es el sustitutivo del sexo y el que más lo necesita ahora
soy yo.-sonrió.
- no sé qué decirte, me has dejado sin palabras.- inconscientemente puse la mano en su
pierna.
El me miro, la retire se inmediato;
-a mí no me molestaba.
Esa sonrisa otra vez…
-no quiero que te veas forzado a repetir postre.-reí  al ver su cara.- haber dime
que tiene el mío.
-el mío es crema de chocolate con olivas negras, sorbete de Campari y el tuyo se llama
Desierto a la rosa.
-pero que pasa esto no es serio, tu crema y yo un desierto, me parece fatal.- levante la
copa y brindamos.- lo probé.- esta increíble, arándanos, ¿pétalos de rosa? ¿Escarchados?
-sí, ¿te gusta?
-hum, esta delicioso.-dije saboreándolo en mi boca.

El ambiente se hizo más distendido, la escasa media hora más que tardamos en terminar de cenar paso entre risas y vacileos.
En el coche de camino al hotel;
-siento que la velada termine tan pronto, tengo una reunión muy temprano y al cliente lo tengo que ir a buscar al aeropuerto ¿qué haces mañana? tenemos un paseo pendiente, quieres…
Sin poder remediarlo, con la noche de macho alfa que llevaba, le deje con la frase a medias, estaba bien que me diera de cenar, pero tenía que dejarle claro que yo tenía una vida y también estaba aquí por negocios, le informaría de mis compromisos, a ver que quería ofrecerme;
-mañana por la mañana voy a firmar el contrato, después,  como con Valeria y Fabio,
antes tendremos que ir a la inmobiliaria para ver algún piso. ¿A qué hora termina la
feria?
- mañana se clausura.-parecía descolocado.- a las cinco ya estaré en el hotel, quieres que
te pase a buscar un par de horas más tarde.
-no, te paso a buscar yo, pero no tan tarde, quiero entrar en las tiendas, ¿quedamos a las
seis? te voy a buscar yo al hotel.
-perfecto.-dijo.
Lo que había durado la conversación habíamos llegado a mi hotel:
-espera.- salió del coche y pasó por delante, me abrió mi puerta, ayudándome a bajar.
-bueno descansa mucho.- tenia cogida mi mano y jugueteaba con mis dedos.-me muero
de ganas de besarte de nuevo.
Y yo porque  subas contigo a la habitación, pensé ¿en la primera cita me acuesto
con él? Si no le conozco,  solo podía oír la voz de Valeria diciéndome –“no tengas miedo, no lo eches a perder”-. Me cogió las dos manos, las llevo a la espalda, se fue acercando a mí, con su sonrisa diabólica, me obligo a apoyarme en el coche, mi respiración era agitada, sus ojos se fundían en los míos.
-¿quieres besarme?-le pregunte nerviosa, incapaz de estar en silencio.
-si ¿te parece bien? –su boca intentaba llegar a la mía, jugaba- ¿Tienes algo que decir al
respecto?- dijo el aferrándome con más fuerza.- ¿te pongo nerviosa?
Mi respiración se aceleró más, le mire directamente a los ojos acerque la cara y le bese,
sus labios… su boca sabia a chocolate. Su pierna se entrelazo con las mías,
obligándome abrirlas, ejerciendo sobre mis caderas una suave presión, soltó mis manos,
las puse en su espalda, subiendo hacia la nuca enrede mis manos en su pelo. Las suyas
acampaban a sus anchas entre mi espalda, caderas y por ultimo mi pecho derecho, di un
respingo, mi respiración se hizo más fuerte, gemí. Intuí su sonrisa y un leve…hum.
Se separó con la voz entrecortada;
-uf….- dijo saboreándose los labios.- mañana a las seis estaré en recepción esperándote,
descansa, buenas noches Daniela.- mi nombre sonaba tan sexy, me cogió la mano
derecha y deposito un casto beso.
-eso…si…hasta mañana.- intente que mi postura al andar no delatara mi estado, una
ducha fría, por favor.
Le oí reír a mis espaldas, cogí la llave y subí a mi habitación me di una ducha y me metí
en la cama, prometiéndome que iba a dormir, no a darle vueltas a lo que me había

pasado esa noche… ese día.

Luna Soler

Luna Soler

Escritora

Soy Luna Soler. Una escritora novel con muchas inquietudes y muchas cosas que contar, algo tímida, inconformista y soñadora empedernida. Como mi nombre indica: luna y sol, sol y luna. Contraste en estado puro.

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