No
tenía tiempo, no le vi marchar, gire sobre mi misma directa a recepción a
registrarme en el hotel. Tuve el tiempo justo para una ducha, maquillarme y
cambiarme de ropa, me estaba poniendo los zapatos cuando me avisaron que Valeria me esperaba. No tenía tiempo de
pensar en él, en su beso, en lo que había sentido cuando me lo dio.
Al
final me decidí por unos pantalones negros campana, camisa de seda de color
cereza,
con
lazada en el cuello y americana negra, tacón alto y mi bolso tipo Hermes de
piel
negra,
llevaba la melena suelta y me acababa de perfumar de mi fragancia favorita,
dulce,
almizclada, sensual, me sentía una reina.
Cuando
llegue a recepción, Valeria me miro de arriba abajo con una sonrisa, me dio un
abrazo y su aprobación;
-¡estas
preciosa! No me puedo creer que estés aquí, perdona por lo de la reunión, sé
que
ha
sido una faena tener que coger un taxi… vamos andando el restaurante está a
diez
minutos
de aquí.- las palabras salían atropelladas de su boca, había tanto que decir,
nos
abrazamos
de nuevo nerviosas.
-¿Quién
dice que he venido en taxi? Valeria tengo novedades… ya no sé porque estoy
más
nerviosa, si por el hombre que he conocido en el vuelo o por la entrevista….
¿Dónde
está el restaurante?- madre como estuviera lejos quizá los tacones no habían
sido
una buena elección.
-¿qué
dices que has conocido a un hombre? Ahora no hay tiempo pero después de la
comida,
tu y yo tendremos toda la tarde para nosotras solas.- me agarro la mano y la
apretó
con fuerza.- el restaurante se llama Piccolino, está muy cerca del Duomo.
De
mi Hotel al restaurante cruzamos el Duomo de lado a lado, apenas eche un
vistazo,
me
quede con la boca abierta, según íbamos andando, dejamos a mano izquierda el
arco
de
Víctor Manuele, pasamos por La Rinacente que hay a la trasera del Duomo, según
había
visto por internet, desde su terraza se podía ver las figuras de la catedral,
daba a la
parte
más alta, era como tocar el cielo, Valeria me leyó el pensamiento;
-luego
cariño, te lo prometo, ahora nos esperan para proponerte el mejor contrato que
te
han
ofrecido nunca, tenía una sonrisa de oreja a oreja.
Giramos a la
izquierda por el escaparate de Le Borse y de frente a nosotras en una plaza
estaba el
restaurante, pegado a una tienda de Ferrari, como no. El Piccolino tenía una
pequeña terraza
y el local estaba dividido en restaurante y enoteca. En Italia era
costumbre
cerrar pactos comerciales, contratos, mientras almuerzas, el ambiente es distendido, no se extiende demasiado el
momento, la comida es breve , la cena es la importante, ya en casa con la
familia, a mediodía hay que volver a trabajar y muchos tienen apenas una hora
para hacerlo.
En frente al restaurante había una tienda de Mara, tome nota mentalmente, tenía que entrar
me encantaba su ropa y aquí es posible que la colección fueran más amplia.
Entramos
dentro, Valeria no detuvo la mirada en la terraza, sabía con seguridad, que no
estaban
allí. Desde mi posición un poco por detrás de ella, preste atención a los dos
hombres
que se encontraban de frente a mí, el primero aparentaba casi cincuenta años,
pelo
bastante canoso, tez bronceada. Traje impecable azul con una raya diplomática,
apenas
visible, corbata naranja quemada, camisa blanca y por supuesto unos carísimos,
modernos
e impolutos zapatos cuero. El otro era más joven no creo que llegara a los
cuarenta,
rubio, pelo largo a lo Ashton Kutcher en la peli “noche de fin de año”, pero
más
ondulado, ojos verdes, expresión segura y sexy a la vez, típico italiano que te
desmonta
con su atractivo, llevaba traje igualmente, pero sin corbata. Cuando Valeria
termino
de saludarlos, los dos hombres se volvieron hacia mí con expresión
observadora
y actitud amable.
Me alegre de llevar mis tacones, era de su
misma altura y de que no hiciera suficiente calor todavía, así mis manos no
sudarían al saludarles, no pude evitar acordarme de mi padre “Princesa, firmeza
y seguridad, un buen apretón de manos, dice mucho de la persona”;
-Hola
¿cómo están? Soy Daniela Barcala- dije con un tono profesional.- es un placer,
conocerles,
estar en Milán y poder comer con ustedes.
-el
placer es nuestro, soy Alberto Gattuso, director de la empresa Borac Italian.-
dijo el
de
más edad.
Se
presentaba con cargo incluido, eso era buena señal, me moría por saber el cargo
del
otro.
-yo
soy Carlo Errani, Subdirector y supervisor de todos los escaparatismos de La
Rinacente.-
su tono sonó musical, su expresión denoto, que sabía que si me daban el
puesto,
trabajaríamos juntos, creo que la idea le gustaba. Ante tal elocuencia sonreí,
en
su
momento le pondría en su sitio.
Nos
sentamos, el Sr. Gattuso delante de mí, a mi derecha Carlo y Valeria a mí
izquierda.
Antes de que pudiera mirar si había carta sobre la mesa, empezaron a llegar
platos
que colocaron en el centro de la mesa;
-Sta.
Barcala, nos hemos tomado la libertad de pedir, queremos que pueda llevarse una
buena
impresión de la comida italiana, la Sta. Tommasi, nos comentó que era su
primera
visita a Milán.- dijo el Sr. Gattuso, mientras hablaba estudiaba mi expresión.
Creo
que intenta ver que tal me adaptaba a las situaciones y como interactuaba, yo
también
pienso que para alguien que tiene que ser creativo, tiene que saber adaptarse e
innovar
según las situaciones y limitaciones. Querían darme de comer, perfecto, pero yo
daría
la opinión que tenía, de lo que comía.
-perfecto,
quiero probar de todo.- dije frotando las manos, quitando la servilleta de
encima
de mi plato, con una sonrisa vi llegar dos botellas de vino, uno tinto, otro
blanco.
Me hicieron un gesto para que escogiera;
-blanco,
por favor.-cuando lo probé, hum… fresco, afrutado, inmejorable.
Fuimos
saboreando los platos de lo que ellos llamaban, antipasti, sabrosos quesos con
anchoas
y aceitunas negras. Berenjenas, distintos pescados, pimientos, calabacín. Entre
plato
y plato fuimos hablando de la empresa de como trabajaban, de cómo trabajaba yo;
-nuestra
empresa recoge muchos gremios diferentes, es bueno, nos hace estar continuamente
innovando, nuestros empleados deben ser creativos, trabajar en equipo, pero a la vez ser
independientes.
-como
saben yo estoy sola en mi trabajo actual, pero con el resto de mis compañeros
el trato es muy bueno, la creatividad, se la envié en mi bock, por el mismo
motivo de trabajar sola, tener que ser independiente en algún momento, no me
representa ningún problema
-este
trabajo requiere muchas horas y viajar mucho Sta. Barcala, unas veces los
merchan le vendrán y otras tendrá que
ser de la persona que los cree, somos un escaparate para el mundo, nuestro
público es internacional.
- no
me preocupa, en serio, donde estoy trabajando, la mayoría de las veces lo monto
yo
por
mi cuenta, han visto las fotos, se a lo que se refieren con lo del escaparate
del mundo, en Madrid estamos acostumbrados al turismo, la imagen de la tienda
es cosmopolita, internacional.
-respecto
a las horas, sabemos cuándo empieza la jornada laboral, pero no cuando acaba,
son muchas tiendas y cada una diferente.- me hablo Carlo.- no pretendemos
asustarla, pero tampoco queremos que se marche la primera semana, porque no le
avisamos del esfuerzo que requiere este trabajo.
-soy
consciente de ello, sé que hasta que se conocen todas la tiendas y se consigue organizar, habrá que echar horas,
pero insisto.- dije mirándoles a los ojos.- me encanta mi trabajo, es mi hobby,
no me importa trabajar duro y lo más importante, me encantaría formar parte de su empresa, creo
que ustedes lo saben por eso estoy aquí.
Ambos
sonrieron y asintieron con la cabeza, con un gesto de mano, Carlo le dio paso
de
la
palabra al Sr. Gattuso.
-bien,
Sta. Barcala, creo que ya podemos hablar de términos contrato, creo que tenemos
claro
que es capaz de eso y más, como dice usted por eso esta aquí.-dijo entre gesto
sereno y profesional.- me gustaría que mañana viera con Carlo, los detalles del
contrato
yo
de momento, le daré algún detalle, por ejemplo, el tiempo en la empresa, un contrato de tres años, una vez terminado
ese periodo, podrá optar a quedarse indefinidamente, he incluso con posibilidad
de escoger otra firma de las muchas que llevamos, por si quiere variar de
gremio.-mientras hablaba me miraba constantemente a los ojos, calibrando mi
expresión.
Es difícil
expresar lo que pasaba por mi mente, caí en la cuenta que Valeria no había
abierto la boca en toda la conversación observando a ambas partes, ahora
mientras la miraba de soslayo su cara era enigmática, expresaba alegría y como
si estuviera recordando algo del pasado.
Yo por mi parte
intentaba hacerme a la idea ¡por fin tenía la oportunidad de dar rienda suelta
a toda mi imaginación, a todas mis ideas!
-no me gusta
hablar de cifras en voz alta.- continuo.- pero entiendo
que debe saber cuál
será
su sueldo, lo apuntare en esta servilleta de papel.- saco su pluma y escribió
brevemente.-doblo
la servilleta a la mitad, la arrastro por la mesa hasta que llego a mí.
Mire
la cifra y las quince pagas más posibles dietas. Intente que mi cara no delatara
la euforia que sentía, pero por dentro estaba dando saltos.
-gracias
Sr. Gattuso, acepto encantada, no se arrepentirá.- le sonreí y le estreche la
mano,
espero que no se notara que temblaba, seguidamente
hice el mismo gesto con Carlo.
-enhorabuena
Daniela.- me dijo Carlo, felicitándome, dando por zanjado por momento
el
tema profesional.
-
¿me deja que le recomiende el postre? – me dijo el Sr. Gattuso, relajando el
ambiente.
Carlo,
me miro a los ojos, debían de estar de un verde centelleante, por la emoción.
-¿qué
me recomienda? Yo me muero por probar los auténticos profiteroles ¿qué me dice
usted?-
dije sin dar importancia al gesto de Carlo.
-me
parece una elección perfecta.- por su sonrisa debía de haber acertado su
recomendación.
Salí
del restaurante eufórica, feliz, acompañada por mis futuros jefes, con un buen
acuerdo
económico, que me dejaría vivir en Milán creía que con comodidad, ya echaría
cuentas
en su momento.
El
Sr. Gatusso me dio una tarjeta de Borac
Italian y quede con Carlo a las 9 de la mañana, para firmar el contrato, me
incorporaría en veinte días a partir de ya. Nos despedimos, con un par de besos
en la mejilla, muy italiano, pensé. Ellos de vuelta a su oficina y nosotras a poder
celebrarlo a gusto.
Eran las dos y
media de la tarde, cuando ya nos quedamos solas, nos miramos y
empezamos a dar
saltitos como locas, para al final darnos un fuerte abrazo;
-enhorabuena
¡¡Daniela no sabes cómo me alegro!! Que feliz¡¡ mi amiga va ser una
Milanesa!! No sé
qué decir, estaba casi segura de que lo tenías echo, pero hasta el
último momento
nunca se está segura ¿verdad? Di algo…
-no
puedo, me he quedado muda.- me encogí de hombros, era cierto no sabía que
decir,
no
me lo podía creer.- tengo nuevo trabajo, en Milán, me van a pagar una pasta
gansa,
no
se ¿me olvido de algo?
-que
vas a trabajar una barbaridad.- dijo Valeria riendo.- ¿dónde quieres ir? Esto
hay
que
celebrarlo ¿compras, un cappuccino?
-compras,
compras.- dije gritando, le agarre de la mano y la arrastre a Mara-
tengo
que hacerme con un nuevo vestuario, tengo que estar a la altura de mi nuevo
supervisor de zona.- una sonrisa pícara se dibujó en mi boca.
-¡lo
sabía! Sabía que no podrías resistirte a Carlo ¿es guapo verdad? pero cuidado
es un
conquistador,
corren rumores que no hay mujer en la empresa que no haya pasado por su cama, además
¿ tú no me has dicho que has conocido a un hombre en el avión?
-tranquila,
no me interesa Carlo, es el tipo de hombre que te mete en problemas además de
debajo de tu falda, no me interesa acostarme con mi jefe, además con las horas
que voy a echar, no tendré tiempo.-sonreí.-pero he de reconocer que está muy
bueno, lo que pretendo es estar a su altura, poniéndome espectacular, así me
sentiré mejor a la hora de pararle los pies.-levante las cejas y volví a sonreí.-
vámonos de compras y te lo cuento todo sobre mi canoso amigo.
-¿canoso?-
dijo parándose en seco.
La
agarre del brazo y la iste a que siguiéramos caminando hacia la
tienda enfrente del restaurante.
-hum…
pero no veas lo bien que le sientan, bueno canoso quizá sea exagerado, tiene
algunas canas.- me encantaba vacilarla con palabras españolas, que para ella
como italiana la confundían.-sin duda no le salieron por edad, me llevo al
hotel en su coche de empresa…
-¿te
llevo al hotel en su coche de empresa? ¿Tendrás su teléfono? hay que ver lo que
has cambiado.- su expresión era de sorpresa.
-querida,
repitiendo sus palabras…. sé cómo te llamas y en que hotel te hospedas,
prometo
llamarte.- dije intentando imitar su voz.- Valeria cierra la boca por favor y
sí, estoy segura de que me va a llamar, vamos necesito, unos vaqueros,
vestidos...
Estuvimos
más de dos horas, paseando por todo el centro de Milán, a uno y otro lado del
Duomo, como echaba de menos perderme por las calles de una cuidad, mirando
estilos y ropas diferentes a lo que veía todos los días, compre un par de vestidos uno entallado y
otro más abullonado, dos vaqueros uno de pitillo y otro justo en la cadera y
pata más ancha. Un par de camisetas, una falda de encaje rosa palo. Valeria
insistía que si quedaba con Alessandro la tendría que estrenar, un montón de
accesorios, gafas, pendientes y pañuelos que encontramos en una tienda de tres
por dos.
Milán era un auténtico peligro, y con la
euforia del contrato gaste más de lo que tenía pensado, pero un día es un día. Cuando
terminamos estábamos extenuadas, rotas, nos sentamos en una terraza al lado de
la Catedral del Duomo;
-due
birra media.- pedí, en Italia la cerveza la servían por tamaños, grande, media
y pequeña.
Nos
sirvieron las bebidas, acompañadas por
un montón de mini pinchos colocados en una pequeña bandeja de tres pisos,
otra costumbre italiana a la que no me iba a constar acostumbrarme.
Estábamos
en Mayo pero la temperatura, todavía era fresca. Observe que justo debajo de las sombrillas blancas tenían una
especie de estufas que soltaban vapor caliente, la sensación debajo de ellas
era de un efecto invernadero. Según me explico Valeria también soltaban vapor
frio en verano.
Dimos
unos sorbos rápidos a la cerveza, estábamos sedientas y un par de bocados
deliciosos, era temprano todavía pero con los nervios, la comida me había
bajado a los pies. Notaba como Valeria se mordía la boca, comenzó el segundo
interrogatorio sobre Alessandro;
-dices
que trabaja en informática, ¿pero no en una empresa?
-eso
es lo que me dijo el, trabaja de forma independiente, patentando las nuevas innovaciones, antes de
que salgan al mercado, telefonía, informática o programación,
algo
así.- dije mientras disfrutaba del momento y del lugar donde me encontraba.
-¿y
eso como se hace?
- no
es que se lo robe a nadie, yo lo que creo es, que hay gente normal que hace
ciertos “inventos”, adelantos y no sabe cómo meterlos en el mercado, él es el
intermediario, que se arriesga en hacer una patente, sin saber si va a
funcionar o no.
-ya,
vale ¿y entonces dices que esta
bueno?-dijo riéndose.
-
sí, está muy bueno, es tranquilo, su cordialidad me abruma, se expresa mucho
con las manos, se acerca tanto al hablar, que me acelera la respiración y
siento un nudo en el estómago, no es un veinteañero loco que solo piensa en
llevarte a la cama, es un hombre de mundo, que el destino quiso que se sentara,
a mi lado en el avión.
-bien,
veo que te fijaste y disfrutaste del momento.- no pudo por menos de sonreír.-me
alegra que no te comportaras tímidamente, como sueles hacer cuando un hombre te
descoloca.
-oh,
lo hice, en algún momento.- sonreí.- esa parte de mi carácter no tiene remedio.
-¡madre
mía¡-dijo levantando las manos, haciendo aspavientos.-si te llama o te va a ver
, no te líes la manta a la cabeza y cometas el error de salir por patas ¿vale?
Pelirroja.
-no,
no creo que eso pase, solo lo conozco de
tres horas, pero es como si lo conociera de hace tiempo, me trasmite tranquilidad, a la vez que me pone
un nudo en el estómago que no puedo dominar, pero me siento cómoda y protegida
por él.
-
uf…ok.- dijo Valeria escuchando con atención, volvía a tener en su cara la
expresión de estar pensando en el pasado
- le
conté cosas que solo he hablado con Juan o contigo, me siento libre de poder hablar de cualquier tema con él, es extraño lo
sé pero es lo que sentí.
-Dani
has cambiado, hacia casi un año y medio, que no nos veíamos, en esa época
estabas
terminando con Pablo, estabas destrozada, fue el tipo de relación que te mina
moralmente,
era tan celoso y controlador, que no te dabas cuenta del tipo de mujer en la
que te estaba convirtiendo.
-ya.-negué
con la cabeza, no quería recordar esos momentos, Valeria tenía una forma
especial de recordarme esa etapa de mi vida, parecía que le costaba olvidarla, más
que a mí, eso me cabreaba, ella no se daba cuenta, aun dolía y yo por no darle
más importancia siempre dejaba pasar el tema.
-perdona,
no pretendía estropear el momento, sinceramente.- me agarro la mano, parece que
mi expresión había dicho más de lo que yo pretendía.- me alegra verte tan
fuerte.
-no
te preocupes, gracias, la época con Pablo…- quise dejar claro que el tema me
dolía y que quería olvidarlo.- me dejo echa una mierda, menos mal que cambie de
trabajo, trabajar en el mismo sitio que él, después de haberlo dejado, me
hubiera hundido completamente. Tus mail y llamadas, las horas de charla con
Juan, me volvieron a la realidad.-apreté su mano agradecida.- gracias, pero ya
no me gusta recordar ese pasado.
Nos
quedamos un momento en un silencio incomodo;
-bueno,
cambiando de tema.- dije rompiendo el silencio.- tengo que encontrar un piso
¿cómo se llama la zona que me dijiste? ¿Corso Vercelli?
- en
fin.- hizo un gesto de sacudir la cabeza, como queriéndose sacar el tema de la
cabeza.-
hay varias zonas, lo que pasa es que esa es más, como lo decís vosotros, de un
nivel
más alto, más segura... no sé, es más tranquila, sin delincuencia. Mañana
visitamos
a mi amigo de la inmobiliaria y vemos que opciones tienes, no te puedes
marchar
sin haber visto y reservado ya el piso, no sabemos si tendrías disponibilidad
de el cuándo te vengas a vivir, sería un rollo que tuvieras que irte al hotel,
tienes que pensar en enviar tus cosas, mejor directamente a tu piso.
Que a gusto que se
estaba en la terraza, nos pusimos hablar de su vida amorosa, seguía con su
chico, Fabio, las cosas iban muy bien;
-ahora
Fabio va a viajar una vez por semana a
Roma, como esta vez era la primera se
ha
quedado toda la semana para organizarlo todo, desde el ascenso nos estamos
planteando,
poner fecha para la boda.- se le notaba ilusionada, conocía a Fabio desde
hace
ocho años y llevaban dos viviendo juntos, ya iba siendo hora.
-pues
si ya es hora, no entiendo porque no has querido hacerlo antes, siempre estas
frenando
el poner fecha, no sé cómo el pobre Fabio lo aguanta.- le vi poner cara de
molesta
por el comentario.- no me mal
intérpretes, sé que no soy nadie para dar
consejos.-
sonreí y pareció relajar la expresión.-los chicos italianos siempre quieren
casarse,
y Fabio es un chollo!
-lo
sé, tienes razón yo también pienso
demasiado las cosas!-miro su reloj casi las seis
y
media.- bueno wapa, hablando de él, tengo que ir a buscarle, llega en el tren
de las 7,
¿Te
acerco al hotel?
-no,
estoy al lado… me quedo un poco más en la terraza, ya en un rato me voy al hotel.
-quieres
que quedemos a cenar…-dijo levantándose de la silla y cogiendo sus bolsas.
-
llevas una semana si ver a tu chico y después de haberte pasado todo el día
conmigo
¿pretendes
dejarlo cenar solo? ni hablar, me voy al hotel en un rato, una duchita y
practico
el italiano viendo la tele.
-ya,
esto no tendrá esto nada que ver con cierto hombre de metro noventa, que
quedo
en llamarte al hotel.
-no
sé de qué me estás hablando.- reímos.
Nos
dimos dos besos y salió corriendo a buscar su coche. Estaba oscureciendo y las
tiendas
empezaban a cerrar a diferencia de Madrid, la gente les quedaba más-menos una
hora
para irse a sus casas a cenar con sus
familias, en Madrid la gente le quedaba casi hasta las diez y después irse de
cañas.
Los
fines de semana la gente cenaba fuera y se iba de copas. Pero un miércoles no,
page la consumición y me marche de la terraza, caminando tranquilamente hacia
el hotel mirando el Duomo, sin creerme que estaba allí.
Pase por recepción, para coger mi llave, tenía una nota;
Daniela;
Te
paso a recoger a las 8:15, te invito a cenar, o quizá hayas conseguido
ese puesto de trabajo y me invites tú a mí. Si por
algo no puedes, llámame a mí
móvil
3368…
Ciao Alessandro
Luna Soler
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