Ojos Hambrientos. Capitulo 7

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No tenía tiempo, no le vi marchar, gire sobre mi misma directa a recepción a registrarme en el hotel. Tuve el tiempo justo para una ducha, maquillarme y cambiarme de ropa, me estaba poniendo los zapatos cuando me avisaron  que Valeria me esperaba. No tenía tiempo de pensar en él, en su beso, en lo que había sentido cuando me lo dio.
Al final me decidí por unos pantalones negros campana, camisa de seda de color cereza,
con lazada en el cuello y americana negra, tacón alto y mi bolso tipo Hermes de piel
negra, llevaba la melena suelta y me acababa de perfumar de mi fragancia favorita,
dulce, almizclada, sensual, me sentía una reina.
Cuando llegue a recepción, Valeria me miro de arriba abajo con una sonrisa, me dio un abrazo y su aprobación;
-¡estas preciosa! No me puedo creer que estés aquí, perdona por lo de la reunión, sé que
ha sido una faena tener que coger un taxi… vamos andando el restaurante está a diez
minutos de aquí.- las palabras salían atropelladas de su boca, había tanto que decir, nos
abrazamos de nuevo nerviosas.
-¿Quién dice que he venido en taxi? Valeria tengo novedades… ya no sé porque estoy
más nerviosa, si por el hombre que he conocido en el vuelo o por la entrevista….
¿Dónde está el restaurante?- madre como estuviera lejos quizá los tacones no habían
sido una buena elección.
-¿qué dices que has conocido a un hombre? Ahora no hay tiempo pero después de la
comida, tu y yo tendremos toda la tarde para nosotras solas.- me agarro la mano y la
apretó con fuerza.- el restaurante se llama Piccolino, está muy cerca del Duomo.

De mi Hotel al restaurante cruzamos el Duomo de lado a lado, apenas eche un vistazo,
me quede con la boca abierta, según íbamos andando, dejamos a mano izquierda el arco
de Víctor Manuele, pasamos por La Rinacente que hay a la trasera del Duomo, según
había visto por internet, desde su terraza se podía ver las figuras de la catedral, daba a la
parte más alta, era como tocar el cielo, Valeria me leyó el pensamiento;
-luego cariño, te lo prometo, ahora nos esperan para proponerte el mejor contrato que te
han ofrecido nunca, tenía una sonrisa de oreja a oreja.

Giramos a la izquierda por el escaparate de Le Borse y de frente a nosotras en una plaza
estaba el restaurante, pegado a una tienda de Ferrari, como no. El Piccolino tenía una
pequeña terraza y el local estaba dividido en restaurante y enoteca. En Italia era
costumbre cerrar pactos comerciales, contratos, mientras almuerzas, el ambiente es  distendido, no se extiende demasiado el momento, la comida es breve , la cena es la importante, ya en casa con la familia, a mediodía hay que volver a trabajar y muchos tienen apenas una hora para hacerlo.
 En frente al restaurante había una tienda de  Mara, tome nota mentalmente, tenía que entrar me encantaba su ropa y aquí es posible que la colección fueran más amplia.

Entramos dentro, Valeria no detuvo la mirada en la terraza, sabía con seguridad, que no
estaban allí. Desde mi posición un poco por detrás de ella, preste atención a los dos
hombres que se encontraban de frente a mí, el primero aparentaba casi cincuenta años,
pelo bastante canoso, tez bronceada. Traje impecable azul con una raya diplomática,
apenas visible, corbata naranja quemada, camisa blanca y por supuesto unos carísimos,
modernos e impolutos zapatos cuero. El otro era más joven no creo que llegara a los
cuarenta, rubio, pelo largo a lo Ashton Kutcher en la peli “noche de fin de año”, pero
más ondulado, ojos verdes, expresión segura y sexy a la vez, típico italiano que te
desmonta con su atractivo, llevaba traje igualmente, pero sin corbata. Cuando Valeria
termino de saludarlos, los dos hombres se volvieron hacia mí con expresión
observadora y actitud amable.
 Me alegre de llevar mis tacones, era de su misma altura y de que no hiciera suficiente calor todavía, así mis manos no sudarían al saludarles, no pude evitar acordarme de mi padre “Princesa, firmeza y seguridad, un buen apretón de manos, dice mucho de la persona”;
-Hola ¿cómo están? Soy Daniela Barcala- dije con un tono profesional.- es un placer,
conocerles, estar en Milán y poder comer con ustedes.
-el placer es nuestro, soy Alberto Gattuso, director de la empresa Borac Italian.- dijo el
de más edad.
Se presentaba con cargo incluido, eso era buena señal, me moría por saber el cargo del
otro.
-yo soy Carlo Errani, Subdirector y supervisor de todos los escaparatismos de La
Rinacente.- su tono sonó musical, su expresión denoto, que sabía que si me daban el
puesto, trabajaríamos juntos, creo que la idea le gustaba. Ante tal elocuencia sonreí, en
su momento le pondría en su sitio.
Nos sentamos, el Sr. Gattuso delante de mí, a mi derecha Carlo y Valeria a mí
izquierda. Antes de que pudiera mirar si había carta sobre la mesa, empezaron a llegar
platos que colocaron en el centro de la mesa;
-Sta. Barcala, nos hemos tomado la libertad de pedir, queremos que pueda llevarse una
buena impresión de la comida italiana, la Sta. Tommasi, nos comentó que era su
primera visita a Milán.- dijo el Sr. Gattuso, mientras hablaba estudiaba mi expresión.
Creo que intenta ver que tal me adaptaba a las situaciones y como interactuaba, yo
también pienso que para alguien que tiene que ser creativo, tiene que saber adaptarse e
innovar según las situaciones y limitaciones. Querían darme de comer, perfecto, pero yo
daría la opinión que tenía, de lo que comía.
-perfecto, quiero probar de todo.- dije frotando las manos, quitando la servilleta de
encima de mi plato, con una sonrisa vi llegar dos botellas de vino, uno tinto, otro
blanco. Me hicieron un gesto para que escogiera;
-blanco, por favor.-cuando lo probé, hum… fresco, afrutado, inmejorable.

Fuimos saboreando los platos de lo que ellos llamaban, antipasti, sabrosos quesos con
anchoas y aceitunas negras. Berenjenas, distintos pescados, pimientos, calabacín. Entre
plato y plato fuimos hablando de la empresa de como trabajaban, de cómo trabajaba yo;
-nuestra empresa recoge muchos gremios diferentes, es bueno, nos hace estar continuamente innovando, nuestros empleados deben ser  creativos,  trabajar en equipo, pero a la vez ser independientes.
-como saben yo estoy sola en mi trabajo actual, pero con el resto de mis compañeros el trato es muy bueno, la creatividad, se la envié en mi bock, por el mismo motivo de trabajar sola, tener que ser independiente en algún momento, no me representa ningún problema
-este trabajo requiere muchas horas y viajar mucho Sta. Barcala, unas veces los merchan le vendrán  y otras tendrá que ser de la persona que los cree, somos un escaparate para el mundo, nuestro público es internacional.
- no me preocupa, en serio, donde estoy trabajando, la mayoría de las veces lo monto yo
por mi cuenta, han visto las fotos, se a lo que se refieren con lo del escaparate del mundo, en Madrid estamos acostumbrados al turismo, la imagen de la tienda es cosmopolita, internacional.
-respecto a las horas, sabemos cuándo empieza la jornada laboral, pero no cuando acaba, son muchas tiendas y cada una diferente.- me hablo Carlo.- no pretendemos asustarla, pero tampoco queremos que se marche la primera semana, porque no le avisamos del esfuerzo que requiere este trabajo.
-soy consciente de ello, sé que hasta que se conocen todas la tiendas y  se consigue organizar, habrá que echar horas, pero insisto.- dije mirándoles a los ojos.- me encanta mi trabajo, es mi hobby, no me importa trabajar duro y lo más importante,  me encantaría formar parte de su empresa, creo que ustedes lo saben por eso estoy aquí.
Ambos sonrieron y asintieron con la cabeza, con un gesto de mano, Carlo le dio paso de
la palabra al Sr. Gattuso.
-bien, Sta. Barcala, creo que ya podemos hablar de términos contrato, creo que tenemos
claro que es capaz de eso y más, como dice usted por eso esta aquí.-dijo entre gesto sereno y profesional.- me gustaría que mañana viera con Carlo, los detalles del contrato
yo de momento, le daré algún detalle, por ejemplo, el tiempo en la empresa,  un contrato de tres años, una vez terminado ese periodo, podrá optar a quedarse indefinidamente, he incluso con posibilidad de escoger otra firma de las muchas que llevamos, por si quiere variar de gremio.-mientras hablaba me miraba constantemente a los ojos, calibrando mi expresión.
Es difícil expresar lo que pasaba por mi mente, caí en la cuenta que Valeria no había abierto la boca en toda la conversación observando a ambas partes, ahora mientras la miraba de soslayo su cara era enigmática, expresaba alegría y como si estuviera recordando algo del pasado.
Yo por mi parte intentaba hacerme a la idea ¡por fin tenía la oportunidad de dar rienda suelta a toda mi imaginación, a todas mis ideas!
-no me gusta hablar de cifras en voz alta.- continuo.- pero entiendo que debe saber cuál
será su sueldo, lo apuntare en esta servilleta de papel.- saco su pluma y escribió
brevemente.-doblo la servilleta a la mitad, la arrastro por la mesa hasta que llego a mí.
Mire la cifra y las quince pagas más posibles dietas. Intente que mi cara no delatara la euforia que sentía, pero por dentro estaba dando saltos.
-gracias Sr. Gattuso, acepto encantada, no se arrepentirá.- le sonreí y le estreche la
mano, espero que no se notara que temblaba,  seguidamente hice el mismo gesto con Carlo.
-enhorabuena Daniela.- me dijo Carlo, felicitándome, dando por zanjado por momento
el tema profesional.
- ¿me deja que le recomiende el postre? – me dijo el Sr. Gattuso, relajando el ambiente.
Carlo, me miro a los ojos, debían de estar de un verde centelleante, por la emoción.
-¿qué me recomienda? Yo me muero por probar los auténticos profiteroles ¿qué me dice
usted?- dije sin dar importancia al gesto de Carlo.
-me parece una elección perfecta.- por su sonrisa debía de haber acertado su recomendación.
Salí del restaurante eufórica, feliz, acompañada por mis futuros jefes, con un buen
acuerdo económico, que me dejaría vivir en Milán creía que con comodidad, ya echaría
cuentas en su momento.

El Sr. Gatusso me dio una  tarjeta de Borac Italian y quede con Carlo a las 9 de la mañana, para firmar el contrato, me incorporaría en veinte días a partir de ya. Nos despedimos, con un par de besos en la mejilla, muy italiano, pensé. Ellos de vuelta a su oficina y nosotras a poder celebrarlo a gusto.

Eran las dos y media de la tarde, cuando ya nos quedamos solas, nos miramos y
empezamos a dar saltitos como locas, para al final darnos un fuerte abrazo;
-enhorabuena ¡¡Daniela no sabes cómo me alegro!! Que feliz¡¡ mi amiga va ser una
Milanesa!! No sé qué decir, estaba casi segura de que lo tenías echo, pero hasta el
último momento nunca se está segura ¿verdad? Di algo…
-no puedo, me he quedado muda.- me encogí de hombros, era cierto no sabía que decir,
no me lo podía creer.- tengo nuevo trabajo, en Milán, me van a pagar una pasta gansa,
no se ¿me olvido de algo?
-que vas a trabajar una barbaridad.- dijo Valeria riendo.- ¿dónde quieres ir? Esto hay
que celebrarlo ¿compras, un cappuccino?
-compras, compras.- dije gritando, le agarre de la mano y la arrastre a Mara-
tengo que hacerme con un nuevo vestuario, tengo que estar a la altura de mi nuevo
supervisor de zona.- una sonrisa pícara se dibujó en mi boca.
-¡lo sabía! Sabía que no podrías resistirte a Carlo ¿es guapo verdad? pero cuidado es un
conquistador, corren rumores que no hay mujer en la empresa que no haya pasado por su cama, además ¿ tú no me has dicho que has conocido a un hombre en el avión?
-tranquila, no me interesa Carlo, es el tipo de hombre que te mete en problemas además de debajo de tu falda, no me interesa acostarme con mi jefe, además con las horas que voy a echar, no tendré tiempo.-sonreí.-pero he de reconocer que está muy bueno, lo que pretendo es estar a su altura, poniéndome espectacular, así me sentiré mejor a la hora de pararle los pies.-levante las cejas y volví a sonreí.- vámonos de compras y te lo cuento todo sobre mi canoso amigo.
-¿canoso?- dijo parándose en seco.
La agarre del brazo y la iste a que siguiéramos caminando hacia   la tienda enfrente del restaurante.
-hum… pero no veas lo bien que le sientan, bueno canoso quizá sea exagerado, tiene algunas canas.- me encantaba vacilarla con palabras españolas, que para ella como italiana la confundían.-sin duda no le salieron por edad, me llevo al hotel en su coche de empresa…
-¿te llevo al hotel en su coche de empresa? ¿Tendrás su teléfono? hay que ver lo que has cambiado.- su expresión era de sorpresa.
-querida, repitiendo sus palabras…. sé cómo te llamas y en que hotel te hospedas,
prometo llamarte.- dije intentando imitar su voz.- Valeria cierra la boca por favor y sí, estoy segura de que me va a llamar, vamos necesito, unos vaqueros, vestidos...

Estuvimos más de dos horas, paseando por todo el centro de Milán, a uno y otro lado del Duomo, como echaba de menos perderme por las calles de una cuidad, mirando estilos y ropas diferentes a lo que veía todos los días,  compre un par de vestidos uno entallado y otro más abullonado, dos vaqueros uno de pitillo y otro justo en la cadera y pata más ancha. Un par de camisetas, una falda de encaje rosa palo. Valeria insistía que si quedaba con Alessandro la tendría que estrenar, un montón de accesorios, gafas, pendientes y pañuelos que encontramos en una tienda de tres por dos.
 Milán era un auténtico peligro, y con la euforia del contrato gaste más de lo que tenía pensado, pero un día es un día. Cuando terminamos estábamos extenuadas, rotas, nos sentamos en una terraza al lado de la Catedral del Duomo;
-due birra media.- pedí, en Italia la cerveza la servían por tamaños, grande, media y pequeña.
Nos sirvieron las bebidas, acompañadas por  un montón de mini pinchos colocados en una pequeña bandeja de tres pisos, otra costumbre italiana a la que no me iba a constar acostumbrarme.
Estábamos en Mayo pero la temperatura, todavía era fresca. Observe que  justo debajo de las sombrillas blancas tenían una especie de estufas que soltaban vapor caliente, la sensación debajo de ellas era de un efecto invernadero. Según me explico Valeria también soltaban vapor frio en verano.
Dimos unos sorbos rápidos a la cerveza, estábamos sedientas y un par de bocados deliciosos, era temprano todavía pero con los nervios, la comida me había bajado a los pies. Notaba como Valeria se mordía la boca, comenzó el segundo interrogatorio sobre Alessandro;
-dices que trabaja en informática, ¿pero no en una empresa?
-eso es lo que me dijo el, trabaja de forma independiente,  patentando las nuevas innovaciones, antes de que salgan al mercado, telefonía,  informática o programación,
algo así.- dije mientras disfrutaba del momento y del lugar donde me encontraba.
-¿y eso como se hace?
- no es que se lo robe a nadie, yo lo que creo es, que hay gente normal que hace ciertos “inventos”, adelantos y no sabe cómo meterlos en el mercado, él es el intermediario, que se arriesga en hacer una patente, sin saber si va a funcionar o no.
-ya, vale  ¿y entonces dices que esta bueno?-dijo riéndose.
- sí, está muy bueno, es tranquilo, su cordialidad me abruma, se expresa mucho con las manos, se acerca tanto al hablar, que me acelera la respiración y siento un nudo en el estómago, no es un veinteañero loco que solo piensa en llevarte a la cama, es un hombre de mundo, que el destino quiso que se sentara,  a mi lado en el avión.
-bien, veo que te fijaste y disfrutaste del momento.- no pudo por menos de sonreír.-me alegra que no te comportaras tímidamente, como sueles hacer cuando un hombre te descoloca.
-oh, lo hice, en algún momento.- sonreí.- esa parte de mi carácter no tiene remedio.
-¡madre mía¡-dijo levantando las manos, haciendo aspavientos.-si te llama o te va a ver , no te líes la manta a la cabeza y cometas el error de salir por patas ¿vale? Pelirroja.
-no, no creo que eso pase,  solo lo conozco de tres horas, pero es como si lo conociera de hace tiempo,  me trasmite tranquilidad, a la vez que me pone un nudo en el estómago que no puedo dominar, pero me siento cómoda y protegida por él.
- uf…ok.- dijo Valeria escuchando con atención, volvía a tener en su cara la expresión de estar pensando en el pasado
- le conté cosas que solo he hablado con Juan o contigo, me siento libre de poder  hablar de cualquier tema con él, es extraño lo sé pero es lo  que sentí.
-Dani has cambiado, hacia casi un año y medio, que no nos veíamos, en esa época
estabas terminando con Pablo, estabas destrozada, fue el tipo de relación que te mina
moralmente, era tan celoso y controlador, que no te dabas cuenta del tipo de mujer en la que te estaba convirtiendo.
-ya.-negué con la cabeza, no quería recordar esos momentos, Valeria tenía una forma especial de recordarme esa etapa de mi vida, parecía que le costaba olvidarla, más que a mí, eso me cabreaba, ella no se daba cuenta, aun dolía y yo por no darle más importancia siempre dejaba pasar el tema.
-perdona, no pretendía estropear el momento, sinceramente.- me agarro la mano, parece que mi expresión había dicho más de lo que yo pretendía.- me alegra verte tan fuerte.
-no te preocupes, gracias, la época con Pablo…- quise dejar claro que el tema me dolía y que quería olvidarlo.- me dejo echa una mierda, menos mal que cambie de trabajo, trabajar en el mismo sitio que él, después de haberlo dejado, me hubiera hundido completamente. Tus mail y llamadas, las horas de charla con Juan, me volvieron a la realidad.-apreté su mano agradecida.- gracias, pero ya no me gusta recordar ese pasado.
Nos quedamos un momento en un silencio incomodo;
-bueno, cambiando de tema.- dije rompiendo el silencio.- tengo que encontrar un piso ¿cómo se llama la zona que me dijiste? ¿Corso Vercelli?
- en fin.- hizo un gesto de sacudir la cabeza, como queriéndose sacar el tema de la
cabeza.- hay varias zonas, lo que pasa es que esa es más, como lo decís vosotros, de un
nivel más alto, más segura... no sé, es más tranquila, sin delincuencia. Mañana
visitamos a mi amigo de la inmobiliaria y vemos que opciones tienes, no te puedes
marchar sin haber visto y reservado ya el piso, no sabemos si tendrías disponibilidad de el cuándo te vengas a vivir, sería un rollo que tuvieras que irte al hotel, tienes que pensar en enviar tus cosas, mejor directamente a tu piso.
Que a gusto que se estaba en la terraza, nos pusimos hablar de su vida amorosa, seguía con su chico, Fabio, las cosas iban muy bien;
-ahora Fabio va a  viajar una vez por semana a Roma,  como esta vez  era la primera se
ha quedado toda la semana para organizarlo todo, desde el ascenso nos estamos
planteando, poner fecha para la boda.- se le notaba ilusionada, conocía a Fabio desde
hace ocho años y llevaban dos viviendo juntos, ya iba siendo hora.
-pues si ya es hora, no entiendo porque no has querido hacerlo antes, siempre estas
frenando el poner fecha, no sé cómo el pobre Fabio lo aguanta.- le vi poner cara de
molesta por  el comentario.- no me mal intérpretes, sé que no soy nadie para dar
consejos.- sonreí y pareció relajar la expresión.-los chicos italianos siempre quieren
casarse, y Fabio es un chollo!
-lo sé,  tienes razón yo también pienso demasiado las cosas!-miro su reloj casi las seis
y media.- bueno wapa, hablando de él, tengo que ir a buscarle, llega en el tren de las 7,
¿Te acerco al hotel?
-no, estoy al lado… me quedo un poco más en la terraza, ya  en un rato me voy al hotel.
-quieres que quedemos a cenar…-dijo levantándose de la silla y cogiendo sus bolsas.
- llevas una semana si ver a tu chico y después de haberte pasado todo el día conmigo
¿pretendes dejarlo cenar solo? ni hablar, me voy al hotel en un rato, una duchita y
practico el italiano viendo la tele.
-ya, esto no tendrá esto nada que ver con cierto hombre  de metro noventa, que
quedo en llamarte al hotel.
-no sé de qué me estás hablando.- reímos.
Nos dimos dos besos y salió corriendo a buscar su coche. Estaba oscureciendo y las
tiendas empezaban a cerrar a diferencia de Madrid, la gente les quedaba más-menos una
hora  para irse a sus casas a cenar con sus familias, en Madrid la gente le quedaba casi hasta las diez y después irse de cañas.
Los fines de semana la gente cenaba fuera y se iba de copas. Pero un miércoles no, page la consumición y me marche de la terraza, caminando tranquilamente hacia el hotel mirando el Duomo, sin creerme que estaba allí.

Pase por recepción, para coger mi llave, tenía una nota;
Daniela;
Te paso a recoger a las 8:15, te invito a cenar, o quizá hayas conseguido
ese  puesto de trabajo y me invites tú a mí. Si por algo no puedes, llámame a mí
móvil 3368…

Ciao Alessandro

Luna Soler

Luna Soler

Escritora

Soy Luna Soler. Una escritora novel con muchas inquietudes y muchas cosas que contar, algo tímida, inconformista y soñadora empedernida. Como mi nombre indica: luna y sol, sol y luna. Contraste en estado puro.

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