Ojos Hambrientos. Capitulo 6

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Sin lograr mantener su mirada fija, caí en la cuenta que no había apagado mi móvil al
subir al avión, excusa perfecta para respirar y conseguir comportarme con normalidad. Sonreí al pensar que tenía que  mandar un sms a Juan contándole la situación y describirle al pedazo de  italiano que tenía al lado, pero él no parecía dispuesto a dejarme escribir el sms;
-perdón ¿española?  Yo no sé tú, pero a duras penas, logro estar las dos horas que
dura el viaje, sin móvil.- dijo al observar que escribía en mi móvil, el también manipulaba el suyo, para apagarlo.
Deje de escribir al intentar estar atenta a lo que me decía, con su musical acento. Trate de comportarme con normalidad, no se me daba bien conocer a gente nueva;
-sí, soy española, tienes razón, como si no pudiéramos estar sin comunicarnos con el mundo y este se fuera acabar por ello.- dios, que filosófica, sin duda natural a la par que sencilla, sonreí, pensando para mis adentros, Daniela, cálmate parece que tienes quince años.
-me llamo Alessandro Contini.-dijo asintiendo con un gesto de cabeza.
-Daniela Barcala.- él solito había conseguido romper el hielo, mejor, porque si hubiera
tenido que romperlo yo, todavía estaríamos esperando.
-bueno, los apagaremos ¿no? aunque se acabe el mundo.- mientras hablaba ladeo
ligeramente la cabeza, me miro de nuevo directamente a los ojos, acercándose en exceso y sonrió.
Vaya es de los que escucha, lo que dijo, termino con mi tiempo y posibilidad de poder enviar el mensaje a Juan.
-en fin.- dije mirando mi móvil que se apagaba, pensando en voz alta.- ¿eres de Milán?-el nerviosismo de tenerlo a mi lado y de que el avión empezaba a moverse para despegar, me empujaron a hablar.- como mínimo italiano, con ese apellido.-bien otra  tontería más por mi parte, es obvio que es italiano.
Abrí el envoltorio de la chocolatina, es como el que se dedica a doblar un clip para
calmar los nervios o dejar de sentirse incómodo, yo como chocolate.
-no y si, voy a Milán por trabajo, soy de Nápoles, es un poco complicado, vine a
Madrid por trabajo y de momento no regreso a Nápoles, tengo que asistir a una feria en
Milán ¿y tú?
Sonreí al pensar en la forma tan sutil en que profundizaba la conversación, intuía que aunque el soltara información, seria yo la que terminara contando más.
-yo también voy a Milán por trabajo.- obvio el avión iba a Milán, muy bien Daniela,
sigue metiendo la pata.-bueno más bien, por una entrevista de trabajo, pero soy de
Salamanca, aunque trabajo actualmente en Madrid.- Bla, bla, bla... ya empezaba.
-la conozco, es una ciudad magnifica, tranquila de día e increíble la marcha que hay por
la noche, he ido algún fin de semana, con amigos de Madrid que les encanta como lo
decís vosotros la ¿juerga? ¿la marcha? –se rio.- ¿salir de copas?
-veo que lo dominas.- dije molesta y realmente no sé porque, sabía que Salamanca se la
conocía por eso.
-también tenéis muy buenos restaurantes, comimos de maravilla.-dijo.- tenéis una gran variedad de platos, perdón por la efusividad pero soy un fan de vuestros primeros platos.
-me alegro.- sin saber qué decir de nuestra gastronomía.
- también conozco, su universidad tengo un gran amigo que estudio allí, sus
monumentos son muy bellos,  me gustaron también los alrededores, una vez nos fuimos
a un lugar que había un montón de cerezos en flor, fue increíble, tengo unas fotos fantásticas.
Parecía que  también le habían dado cuerda, me fije detenidamente en él según
hablábamos, como buen italiano gesticulaba mucho con las manos. Me intimidaba,
miraba siempre fijamente a los ojos, los suyos eran de un azul oscuro, penetrante, como
buscando algo que mi expresión no le daba a conocer. Se aproximaba a mí demasiado,
me provocaba.
Ni me había dado cuenta de que habíamos despagado, que  llevábamos un rato de vuelo, hasta que vi a las azafatas  por el pasillo ofreciendo bebidas. Yo pedí una coca cola y el agua con gas, nos dieron una bolsita de frutos secos.
Mirando hacia mi envoltorio vacío de la chocolatina, le dijo a la azafata;
-¿tiene algo de chocolate? A ella le gusta más.- me miro sonriendo.
Cuando levante la cabeza la azafata nos miraba con carita ñoña, como si fuéramos unos
recién casados en luna de miel, eso me cabreo, me olvide por completo del detalle que acababa de tener, no me gusta que me manipulen ni que me den de comen, por muy encantadora que sea su sonrisa.
Ofuscada corte  la conversación en seco, además no le conocía de nada, sabía que iba a una feria en Milán,  no sabía de qué era la dichosa feria, no paraba de hacerme preguntas, bueno yo había abierto la veda, pero me estaba empezando arrepentir.
La azafata después de unos segundos, le tendió una mini chocolatina, el me la paso.
Decidí poner mi interés en mis revistas, para evitar la conversación, pero él no tenía
ganas de dejar de hablar;
-¿y de que es la entrevista?- dijo mirándome fijamente de nuevo y no parecía percatarse
de que yo no quería hablar más, tenía dos opciones, o pasaba las dos siguientes horas sin dirigirle la palabra por contestarle una bordaría o continuaba con normalidad esperando a que se cansara de una conversación insulsa, gano la última opción.
-es para optar al puesto de escaparatista de La Rinacente.- dije sin importancia.
-es estupendo ¿no?- su cara demostraba verdadera sorpresa, como si se extrañara que yo optara a ese puesto.
-sí, bueno, es genial… pero de momento solo es una entrevista.
- en Madrid trabajas de eso ¿de escaparatista?- debió de notar en mi cara que mosqueo
de a qué viene tanta pregunta.- yo me dedico a la telefonía, informática, investigo lo
último, lo patento y lo comercializo. Es el trabajo perfecto para un hombre sin familia
como yo, ganas mucho dinero, viajas mucho, llega un momento que no sabes en que
parte del mundo estas…
Guapo, inteligente, con pasta, soltero, quizá debería empezar a pensar que en vez de ser un sicópata, que me sonsaca información, para secuestrarme y venderme en el mercado negro. Sea un posible ligue, o mi futuro marido, como me gustaba montarme películas, sonreí, había gente a la que estas cosas le pasaban ¿no? Podría ser…¿ mi guía italiano por el mundo del sexo? quizá me provoque lo suficiente y tengamos que echar el primer polvo en el baño del avión…hum... Daniela eso solo pasa en las películas, a quien quiero engañar, yo no soy de esas, me reí de mi misma ¿yo echando un polvo rápido, con un tío que está buenísimo, en el baño del avión? Ni de coña.

Seguía oyendo su voz de fondo, sentí un escalofrió de ¿placer? salí de mi ensoñación;
-…el jueves vuelo a Alemania, ¿si te dieran el puesto que regiones de Italia tendrías que
llevar?- dijo sin parecer percatarse de mi carácter despistado.
-de Emilia Romagna, hacia arriba, Piamonte, Lombardía, Véneto.- mire su cara de
asombro.- si lo sé, es grande, y de momento no se a cuantas tiendas… uf... No quiero
pensarlo, todavía no tengo el puesto.
-te lo darán, estoy seguro.- dijo con un tono amable y  seguro, con sus ojos clavados en los míos y  una sonrisa tremendamente sexy.
Me revolví inquieta en mi asiento, la imagen de él y yo haciendo el amor… ejem…
follando como locos, me vino como un flash. Tenía que quitar esa imagen, le hable de mi trabajo le hable de Juan y Lucia. Pase a contar mis inquietudes cuando una voz que yo no escuchaba, dijo que en diez minutos aterrizábamos en Milán. El avión aterrizo con suavidad y antes de que pudiera levantarme de mi asiento, se levantó él, sacando mí
equipaje y el suyo;
-¿te vienen a buscar?-me pregunto.
-si viene una amiga, la que me ha metido en todo este lio, Valeria.- venga Daniela esto
se acaba y no tienes su teléfono ¿a qué esperas? ¿A qué te lo de él? Eso era en otros
tiempos, tienes que echarle ovarios, coger la iniciativa, por dios tienes treinta y dos
años.-
-¿has facturado equipaje? Yo si para que la ropa no llegara demasiado arrugada.- dije en
un intento de alargar el momento y la conversación.
-yo no, siempre viajo ligero de equipaje ¿en qué hotel estas?
- Hotel Antica, me ha dicho Valeria que es un hotel nuevo en pleno centro
¿y tú?- sigue Daniela, no pares la conversación o te vendrás abajo.
-lo conozco, está muy bien. Sí, es nuevo y está al lado de la mejor tienda de
delicatesen. Yo me hospedo en el Hotel Napoleone.
-!en pleno monte Napoleone ¡ tiene que ser una pasada , no quisiera marcharme sin dar
una vuelta por allí, sería como un delito para alguien que se dedica a escaparatismos.-
dije feliz.- voy a conectar el móvil.-sin saber que más añadir.
- al final, no lo hemos echado de menos ¿no?- dijo sacando el suyo del bolsillo,
mirándome de nuevo fijamente a los ojos, escrutándome.-como no mensajes, no sé
cuántos mensajes.- su móvil sonaba frenético.
El mío también sonó, mensajes del cambio de compañía telefónica, Telecom, tres
mensajes de Valeria, decidí mirar lo primero los sms de Val;
“…. Espero que tengas buen viaje, nos vemos en nada wapa!!...”
“… entro en una reunión de emergencia, te iré contando quizá me retrase…”
Mire la hora del mensaje 9:55 de la mañana.
“…cariño, me es completamente imposible irte a buscar, coge un taxi y pídele recibo,  lo paga la empresa… me paso por el hotel a recogerte no más tarde de las doce, la
entrevista, será un almuerzo de trabajo, en un restaurante del centro, adiós amor…”
-¡valla mierda!-me salió sin pensar, mire mi teléfono.- que rabia ¿y ahora qué hago?
-¿Qué pasa?- me pregunto Alessandro.
Nos habíamos quedado los dos parados en el medio del pasillo;
-ya no me vienen a buscar, me toca coger un taxi.
- de eso nada, estamos a más de media hora de Milán.- dijo enfadado.
El chico que teníamos detrás empezó a carraspear y caí en la cuenta que entorpecíamos
la salida de la gente, me dio mi equipaje de mano y nos encaminamos hacia la puerta de
salida del avión, mientras íbamos por el túnel que nos llevaba a recogida de equipaje,
seguimos hablando;
-da igual lo paga la empresa.- mi tono era colérico, me estaba empezando a cabrear, pues sí que empieza bien el viaje.
-¿y qué?-.- dijo.
-joder, que me importa una mierda, voy a coger mi equipaje y me largo a las doce la
tengo en el hotel.- gruñí, que coño le importa, lo que tenga que hacer, manipulador de
las narices.
-haber Daniela, escúchame.- me sujeto el brazo y me paro en seco.- si me escuchas un
momento, tengo un auto de alquiler esperándome en el parking. Yo te llevo, ¿vale?-me
miraba, como preguntándose si realmente le escuchaba y entendía lo que me decía.
-vale, de acuerdo.- cedí, que cabezota, me dejo sin argumentos.- ¿Podemos irnos a ver si a salido el equipaje? estoy muy justa de tiempo.- asintió con la cabeza.
Mi maleta salió pronto, menos mal, nos fuimos directos al parking a coger el coche, un último modelo, en color azul oscuro casi gris, como sus ojos. La verdad es
que era el coche que le iba, elegante, sport y a la vez sofisticado. El interior era de piel y
madera, daba pena sentarse;
-¿pero quién coño eres?- dije alucinada, sin poder sujetar mi lengua.
- te lo dije, gano mucha pasta.- dijo sonriendo, con un gesto como diciendo, yo no
puedo evitarlo.
Con ese pedazo de coche y su conducción suave, los cuarenta y cinco kilómetros que
había desde el aeropuerto al centro de Milán, los hicimos en escasos veinte minutos.

Allí estaba yo en Milán, a la puerta del Hotel Antica,  de fachada moderna,  apenas
tenía tiempo, cogí mi maleta del maletero, sin esperarle a él. Me quede mirándole, once
y treinta minutos;
-anda ve, se cómo te llamas y en que hotel te hospedas, prometo llamarte,  daremos

un paseo, que mínimo invitarte a un cappuccino en Monte Napoleone.- sonrió.-te lo prometo.- me rozo suavemente los labios y me dedico una de sus mejores sonrisas.

Luna Soler

Luna Soler

Escritora

Soy Luna Soler. Una escritora novel con muchas inquietudes y muchas cosas que contar, algo tímida, inconformista y soñadora empedernida. Como mi nombre indica: luna y sol, sol y luna. Contraste en estado puro.

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