Ojos Hambrientos.Capitulo 15

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Cuando me volví a despertar, no tenía la menor idea de cuánto tiempo había pasado otra
vez inconsciente, tenía la boca pastosa, percibía luz, la venda de los ojos estaba más
floja. Estaba tumbada, los brazos atados por encima de la cabeza, a lo que parecían los
barrotes de una cama. No se oía nada, debían de haberme dado algún fármaco, el sueño
me vencía contantemente, no tenía noción de nada.
Me desperté una vez más, acurrucada en la cama, alguien me había tapado con una manta, me habían soltado las manos, tampoco tenía vendados los ojos, oía una voz que reconocí al instante;
-sí, estamos en Barletta, ella está bien.
-¿Alessandro? ¿Dónde estoy? ¿Qué pasa, que quieren esta gente, yo no… tengo nada?
Me incorpore de la cama demasiado rápido, me maree, el colgó el teléfono y vino a
sujetarme;
-estas débil, tómalo con calma.-dijo ayudándome a incorporarme en la cama.
- Alessandro ¿qué pasa? ¿Porque nos han secuestrado esta gente?- dije intentando
abrazarle, el me rechazo.- no entiendo nada ¡Alessandro!- me entro una fuerte tos por gritar con la garganta tan seca.
-a mí no me han secuestrado.- dijo dándome un poco de agua.
-no entiendo ¿qué quieres decir?- solo me dejo beber un par de sorbos.
-yo… Daniela estoy con ellos.
-¿con ellos? ¿Con quiénes? ¿Qué mierda es esto? ¿QUE COÑO QUERÉIS DE MI?-
dije ya histérica no entendía nada.
-sencillo dinero.- dijo mirándome a los ojos.
Su mirada era hielo, la persona que tenía frente a mí, no la reconocía, me mirada con
desprecio.
-yo no tengo dinero.- dije levantado el mentón para darme un poco de dignidad.
-si lo tienes, y es de mi jefe, el mismo te lo contara, esta de camino.
-te repito que yo no tengo… dinero.- en ese mismo momento me di cuenta de la
indemnización de mis padres,  de que el dinero ya estaba en Italia.- serás cabrón, por
eso te has pegado a mi este fin de semana, estoy segura de que me has mentido en todo
y pensar…- sentí un escalofrió, asco de mi misma, le había dejado que me tuviera por
completo, me lance hacia el en un intento de arañarle o darle una bofetada, quería
pegarle. Mi cuerpo estaba exhausto, el me agarro los brazos con minino esfuerzo y me
tumbo de nuevo en la cama, lo tenía encima mí y yo no podía moverme, notaba que la
cabeza se me iba;
-puedo seguir teniéndote cuando quiera.- me beso de forma lasciva, forzada,
introduciendo su lengua, sentí asco y repugnancia con algo que unas horas antes sentía
placer. Impotente comencé a llorar. Se apartó, con una mueca jocosa, soltándome los brazos con brusquedad;
- me gusta más cuando gimes y retuerces tu cuerpo de placer, pero puedo conformarme
con esto.
Me acurruque entre las sabanas, llorando;
-hijo de puta….-me sentía sucia e indefensa.
Salió de la habitación cerrando con llave, después de llorar un rato, me obligue a
levantarme de la cama, a mirar la habitación donde estaba, no tenía ventanas, solo la
puerta ¿qué relación podían tener esta gente conmigo? vamos Daniela piensa… esto tiene que estar pasando por algo ¿Cómo se habían enterado de lo del dinero? Yo había sido discreta, había mucha más gente por ahí a la que podrían quitar ese dinero, sin secuestro, ¿Por qué? Me estaba volviendo loca ¿quién era el Jefe de Alessandro? ¿Porque se tomaba la molestia de conocerme? Para que tanto teatro, esta puesta en escena.

Me encontraba muy débil debía de llevar muchas horas sin comer, ni beber, mis tripas
rugían, mi cuerpo se tambaleaba. En ese momento se abrió la puerta de la habitación.
Era Alessandro, llevaba un plato de pasta humeante, al entrar en la habitación, volvió a cerrar la puerta con llave, me lo puso el plato encima de la cama y
acerco una silla.
-tienes que comer.- dijo en tono seco.
Odiada que tuviera razón pero en ese estado, no lograría, escapar, pensar y enfrentarme
a esta situación, me senté y empecé a comer deprisa, macarrones con carne, estaban
deliciosos,
-despacio o vomitaras.-me retiro el plato y lo mire con ojos felinos, como alguien al que
le acaban de quitar su presa, la comida se agolpaba en la boca del estómago, sentía un
nudo, empecé a respirar acompasadamente, el nudo fue bajando.
-así me gusta, poco a poco, no me gustaría decirle a mi jefe cuando llegue, que has
muerto de indigestión o ahogada por unos macarrones.
-¿Quién es tu jefe? ¿Por qué quiere mi dinero?-dije comiendo más despacio. Y no hagas
como que te importara, maldito hijo de puta. ¿Desde cuando llevas detrás de mí? ¿Lo
del avión estaba preparado?- haciendo una pausa rebobine, lo extraño de la situación.-
¿tenéis algo que ver con mi puesto de trabajo?
-paradójicamente, no, eso fue pura coincidencia.- se sentó en la cama apoyando la
espalda en el cabecero, lo tenía de frente. La misma expresión de vigilancia y
concentración la había visto en ocasiones, pero lo había asociado a la atracción que
sentíamos, pensé el escenario, nuestras charlas y confidencias, unas gruesas lágrimas
cayeron de mis ojos. Esto no me podía pasar a mí, estaba sola en el mundo, y ya no
estábamos en Milán  ¿quién iba a buscarme donde coño estuviéramos? a pesar de la
inmensa tristeza, sentí coraje, a mis padres no les gustaría que me rindiera o me dejara
vencer.
-¿Cuánto tiempo lleváis detrás de ese dinero?-volví a las preguntas- no hace tanto que
salió la sentencia… no entiendo porque yo… y tanta reunión, venirte a trabajar a Milán,
tantas horas extra… mierda estabas poniendo al día a esta pandilla de cabrones ¿le
contaste también las veces que follamos? ¿Le contaste que cuando llamo mi abogado te
lo estabas montando conmigo en la mesa de la cocina?
Su mirada se volvía recelosa, le note inquieto, deje el plato casi vacío encima de la mesilla;
-¡contesta! Si seguramente follarme, enamorarme, formara parte de tu trabajo,
 no valdrás para más, salta a la vista quien es el jefe, tu solo vales para tirarte a la tonta de turno.
Conseguí que se cabreara, se abalanzo hacia mí cogiéndome de los brazos, yo para no
caerme me levante de la silla, dando trompicones, me fui acercando a la pared, el acorto la distancia, se quedó muy cerca de mí, juraría que tenía ganas de besarme, pero la ira podía más, me soltó dando un bufido y fue hacia la puerta. Yo me acerque a la cama y antes de que cerrara la puerta arroje el plato  vacío contra él. Se quedó mirándome unos segundos y seguido miro el plato;
-Alessandro cuando puedas tráeme agua, tengo sed.-me senté en la silla dándole la
espalda, oí el portazo, hizo temblar la pequeña habitación.
A los diez minutos, un hombre menudo, con un pasamontañas me trajo una botella de
agua, y limpio lo del suelo, unas horas más tarde el mismo hombre me trajo la cena, me obligue a comer.
Pensando caí en la cuenta que presionando a Alessandro, me  cargaba mi fuente de
información, no me había contestado a nada. Antes de irme a dormir, me dejaron ir al
baño…me vendaron de nuevo los ojos, también me ataron las manos. No pude ver algo
que me diera la más mínima pista, no debía de tener mucha complicación salir de esa
casa, si para ir al baño me ataban las manos, nuevamente la fragancia delato Alessandro;

-valla no me llevas la cena y ahora me acompañas al baño…
-¿prefieres que esos tipos te bajen los pantalones? Tú no les ves las caras pero yo diría
que lo están deseando.
Me puse rígida;
-me parecía.
Oí como cerraba la puerta, al momento lo sentí a mi lado sentí como bajaba los tejanos
que me habían puesto, recogió un poco la camiseta de tirantes, con los ojos vendados y
sus manos rozando mi piel, recordé el momento que compartimos en los que yo también
llevada los ojos vendados, mi respiración se aceleró, sin que yo pudiera dominarla, él se
acercó, podía sentir su aliento en mi cuello, me deposito lentamente en el baño;
-Salgo fuera para que tengas intimidad.-salió carraspeando, cuando termines llámame.
-Alessandro- entro prácticamente al instante, cerrando de nuevo la puerta.-suéltame las
manos déjame al menos ese poquito de dignidad.-soltó la cuerda de las manos, y yo
misma me subí los pantalones, me lave las manos, la nuca, parte de la cara. Sentaba
bien, refrescase. Volvió atarme las manos antes de abrir la puerta. Me devolvió a la
habitación, no dormí prácticamente nada, me despertaba constantemente, empapada en
sudor, con pesadillas del accidente de mis padres.
El sueño era muy extraño lo revivía una y otra vez a unos metros de distancia, estaba sentada en una silla, en la silla que estaba en esta habitación, no hacía nada, solo podía mirar. Debió de ser contra la mañana cuando me quede dormida, al abrir los ojos me encontré con los de Alessandro, sentado en la dichosa silla, mirándome fijamente.
-esta noche has hablado dormida.-su voz parecía más amable.
Yo no le conteste;
-mi jefe ha llegado, ahora vendrá a verte ¿quieres ducharte antes?
Me gustó la idea, me acompaño de nuevo al baño con los ojos vendados, una vez allí me
quito el pañuelo de los ojos y me dejo a solas, en el baño tampoco había ventanas, me
duche y me lave los dientes con un cepillo y pasta de hotel. Cuando me fui a vestir me
tuve que poner unos bóxer de él, no tenía muda limpia, me quedaban enormes, me puse
el vaquero y la camiseta, le llame, me vendo de nuevo los ojos y fuimos a la habitación,
llevaba el pelo mojado, peinado hacia atrás.
-¿Cómo se llama tu jefe?
-Lucio Mancone
No sé porque pero el apellido me sonaba… ¿lo había escuchado con anterioridad?
No estaba segura.
-siéntate en la silla.- dijo mientras la señalaba con la mano.
Me senté me paso las manos por los barrotes de la espalda de la silla y me ato las
manos, me pareció extraño que me atara y no me vendara los ojos, la persona que iba a
conocer no le importaba que le viera la cara.
El hombre que apareció por la puerta tendría más de cincuenta y cinco años, moreno de
piel y pelo, sus ojos eran verdes felinos, cara redonda y expresión adusta, imponía.
-Señorita Barcala.
Su voz era grave, con marcado acento italiano, se acercó a mí, debía de ser casi como yo de alto, sobre uno setenta y cinco;
-¿qué quiere de mí?
Sonrió ante la pregunta;
-directa, eso le viene de familia.
-que quiere decir…
-todo a su debido tiempo, como ya sabrá lo que quiero es su dinero.
-pero no entiendo… ¿porque mi dinero? ¿Porque yo? Tiene que haber muchos hombres
ricos a los que pueda robar con facilidad…- me hizo un gesto con la mano para que me
callara, lo hice.
-usted no sabe quién soy yo ¿verdad, sino no hablaría así…
-no se su nombre.- le corte la frase.- pero si se quién es usted, es el hijo de puta, que me ha secuestrado y quiere robarme mi din...-no me dio tiempo a terminar la frase, de una bofetada me tiro al suelo.
-Lucio me lo prometiste.- grito Alessandro detrás de mí.
-¡cállate¡ esto es mi problema y lo resolveré como crea conveniente, sobrino.- alargo la
última palabra para darle más énfasis.
Desde el suelo oí lo que Lucio acababa de decir, me quede perpleja, ¿eran familia? ¿Me
había defendido?
-solo queremos su dinero, me dijiste que no la harías daño.
-y no se lo hago, solo la estoy reeducando, me falta al respeto, incorpórala.- Alessandro me  agarro la silla y me incorporo.
-bien Daniela ¿estas dispuesta a colaborar?
-no.- no había terminado de decirlo y me dio otra bofetada en el lado contrario, me
golpee contra la cama, la barra del somier me dio justo en el pómulo, note como se abría
la carne.
Me enderezo agarrándome por el pelo, Alessandro se le echo encima;
-sacarlo fuera.- grito a otros dos hombres que habían entrado en la habitación, lo sacaron con forcejeo.- cerraron la puerta.- ahora solo quedamos tu y yo, sobrina.
La cabeza me pesaba, se vencía hacia delante, no estaba muy segura de lo que acababa
de oír.
-¿sobrina? de un hijo de puta, imposible.- me volvió a golpear, caí de nuevo al suelo, la
cabeza de daba vueltas y la sangre del pómulo me llegaba a la boca.
-sigues faltándome al respeto.- dijo, se agacho, me agarro fuertemente de la barbilla y
me giro la cabeza para obligarme a mirarle.
-cabrón cobarde, desátame las manos deja que me defienda.- me pego una patada fuerte
en el estómago, empecé a toser, la sangre de la herida se metía en mi boca y no me
facilitaba poder respirar con normalidad, escupí la sangre. Se paseaba arriba y debajo delante de mí, murmurando que no le respetaba, pero lo iba hacer, me lo iba a imponer a golpes.
-¿no quieres saber que pariente nos une?
-yo no puedo ser familia de gentuza como tu.-dije con voz ronca, tosí varias veces.
-te equivocas, tu padre era mi hermano, Angelo Mancone, quien tú conoces como
Ángel Barcala.
-¡MIENTES! No metas a mi padre en esto ¡mientes!- grite ronca, entre una fuerte tos,
me volvió a golpear el estómago, pero esta vez más arriba, note como algo se partía. No
podía moverme.
-yo no miento, sobrina.- dijo acercándose mucho a mi cara.- creo que ahora ya sabes,
con quien estas tratando, ah…yo no quiero tu dinero del banco, bueno, eso no es del
todo cierto, me lo quedare, al fin y al cabo, lo cobraste gracias a mí.
Al oír esto último, vi confirmada mi peor sospecha, empecé a llorar, las costillas me
dolían de forma atroz. Mis padres habían muerto a manos del mismo hombre que me
tenía secuestrada… no los había matado la persona que había pagado el dinero,
seguramente en parte sí, no había sido una accidente, se apodero de mi la ira  ¿papa por qué no me avisaste de esto? forcejee para librarme de las ataduras, mientras chillaba poseída;
-!!ASESINO¡¡ un perro como tú no puede ser familia mía!!PUTO PSICÓPATA ASESINO!!
Los movimientos que había echo habían incrementado el dolor en mi tórax apenas podía respirar, oí como Lucio salía de la habitación, oí sus carcajadas, yo me quede en el
suelo atada a la silla sobre el lado que tenía la costilla rota, el pecho me ardía, por la costilla y por el corazón roto, no podía parar de llorar.

Debieron de  pasar varias horas hasta que alguien entro en la habitación, debí de perder el conocimiento en varias ocasiones, tengo noción de que me soltó, me subió a la cama y me lavo las heridas de la cara, bebí algo salado que me dejo dormida, cuando desperté Alessandro me estaba vendando las costillas;
-estas despierta… no te ha perforado nada, pero no podrás hacer movimientos bruscos
en un tiempo.
Casi no le veía, tenía los ojos casi cerrados por la hinchazón, el labio partido, protesto
cuando intente hablar.
-ahora te doy un poco de vaselina para que no te tire tanto.
-¿Por qué me cuidas? ¡No me toques¡ aparta tu manos …eres igual o peor que el,
primo…
-no tenía que pegarte, se ha vuelto loco.- dijo inquieto.
-¿Por qué no? Tú me follas, lo que a mí me extraño, es que no te unieras a él en la paliza, primo.-puse énfasis en la ultima palabra.
-no hables así, yo no haría tal cosa y  no somos primos, al menos de sangre.-me puso la vaselina en los labios, le temblaba la mano.
-yo no sé nada, hijo de puta ¿piensas que voy a confiar en lo que tú me digas después de esto? Púdrete, solo sé que lograre escapar y te acordaras de esto, primo de sangre o no.

Escuchaba lo que salía de mi boca según se lo iba soltando, tenía tantas preguntas como reproches que hacerle, ¿Qué quería decir con que no éramos primos de sangre? ¿ y a mi qué coño me importaba eso? ¿Porque me cuidaba? Luego vendría su jefe para darme de palos otra vez. Estaba muy enfadada, indignada, cualquier adjetivo se quedaba corto y tenía mucho miedo;
-cómo puedes decir que no eres como el, me has seguido, engañado, seducido, siendo
familia has dejado que ese hombre me pegue una paliza, me rompa una costilla.- por
culpa de la rabia y la impotencia las lágrimas caían otra vez por mis ojos.- seguramente
también, tuviste algo que ver con lo de mis padres, esto, esto es  una canallada, sois asesinos, violadores, secuestradores ¿me dejo algo?- quise moverme pero la costilla protesto.-no me toques, ¡eres tan hijo de puta como el!

La angustia me cortaba la respiración, no sabía cómo resolver esto y lo de la costilla me
restaba posibilidades, me ahogaba;
- no puedo respirar.- casi no pude decir ni las palabras notaba un peso en el pecho.
-¡Dani! Tranquilízate.- me inyecto algo en el brazo y me obligo a calmar mi respiración,
sus manos a cada lado de mi cara, mirándome directamente a los ojos, la presión en el
pecho fue desapareciendo.- lo lamento, no sé cómo decirlo, no sabía que se comportaría
así, aunque debí adivinarlo, hace tiempo que ya no estoy de acuerdo con lo que hace, todas las mentiras que me ha contado y no soy el único, yo, yo no sabía lo que le hizo a tus padres.
-¿de verdad piensas que voy a creerte?- lloraba  de pura rabia,  sentimientos contradictorios se cruzaban en mi cabeza, me sentía tan indefensa, que quería confiar en él, necesitaba hacerlo, era el único capacitado para sacarme de aquí. Pero como confiar en el hombre que planea tu secuestro, frió, calculador, que te vigila ¿Quién me dice que no contrato el, la muerte de mis padres? no me fió aunque me diga ahora que no lo sabía, en este momento podría estar jugando conmigo y todavía no sé lo que realmente quiere Lucio.

-déjame hablar…-parecía contrariado y yo no tenía que hacer gran esfuerzo por dejarle
hablar, yo  no podía.- primero aclararte que no somos familia, no de sangre, mi
padre fue un chico que adoptaron Lorenzo y María, los abuelos. Mi padre era el hijo de
unos amigos íntimos suyos y se quedó huérfano con once años. Lo convirtieron en uno
más de la familia, tu padre y él se llevaban muy bien.
Lo mire, no le creía, ¿qué pruebas tenia de ello?
-en serio Daniela, tengo cartas de cuando mi padre fue a la universidad y tu padre todavía vivía con los abuelos, tu padre iba a entrar el año siguiente.-pareció leerme el
pensamiento.
-¿universidad? Mi padre no tenía estudios, mi padre era un comercial de una empresa de
seguros, yo estudie una carrera con gran esfuerzo económico por su parte, mis padres
trabajaban los dos.
-ese era Ángel Barcala, Ángelo Mancone, vivía en una familia  rica con casa en

Milán, Roma y La Toscana, iba a las mejores universidades y tenía las mejores vacaciones de lujo, hasta que se enamoró de tu madre y se enteró de donde salía el dinero.

Luna Soler

Luna Soler

Escritora

Soy Luna Soler. Una escritora novel con muchas inquietudes y muchas cosas que contar, algo tímida, inconformista y soñadora empedernida. Como mi nombre indica: luna y sol, sol y luna. Contraste en estado puro.

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