Cuando
me volví a despertar, no tenía la menor idea de cuánto tiempo había pasado otra
vez
inconsciente, tenía la boca pastosa, percibía luz, la venda de los ojos estaba
más
floja.
Estaba tumbada, los brazos atados por encima de la cabeza, a lo que parecían
los
barrotes
de una cama. No se oía nada, debían de haberme dado algún fármaco, el sueño
me
vencía contantemente, no tenía noción de nada.
Me
desperté una vez más, acurrucada en la cama, alguien me había tapado con una
manta, me habían soltado las manos, tampoco tenía vendados los ojos, oía una
voz que reconocí al instante;
-sí,
estamos en Barletta, ella está bien.
-¿Alessandro?
¿Dónde estoy? ¿Qué pasa, que quieren esta gente, yo no… tengo nada?
Me
incorpore de la cama demasiado rápido, me maree, el colgó el teléfono y vino a
sujetarme;
-estas
débil, tómalo con calma.-dijo ayudándome a incorporarme en la cama.
-
Alessandro ¿qué pasa? ¿Porque nos han secuestrado esta gente?- dije intentando
abrazarle,
el me rechazo.- no entiendo nada ¡Alessandro!- me entro una fuerte tos por
gritar con la garganta tan seca.
-a
mí no me han secuestrado.- dijo dándome un poco de agua.
-no
entiendo ¿qué quieres decir?- solo me dejo beber un par de sorbos.
-yo…
Daniela estoy con ellos.
-¿con
ellos? ¿Con quiénes? ¿Qué mierda es esto? ¿QUE COÑO QUERÉIS DE MI?-
dije
ya histérica no entendía nada.
-sencillo
dinero.- dijo mirándome a los ojos.
Su
mirada era hielo, la persona que tenía frente a mí, no la reconocía, me mirada
con
desprecio.
-yo
no tengo dinero.- dije levantado el mentón para darme un poco de dignidad.
-si
lo tienes, y es de mi jefe, el mismo te lo contara, esta de camino.
-te
repito que yo no tengo… dinero.- en ese mismo momento me di cuenta de la
indemnización
de mis padres, de que el dinero ya estaba
en Italia.- serás cabrón, por
eso
te has pegado a mi este fin de semana, estoy segura de que me has mentido en
todo
y
pensar…- sentí un escalofrió, asco de mi misma, le había dejado que me tuviera
por
completo,
me lance hacia el en un intento de arañarle o darle una bofetada, quería
pegarle.
Mi cuerpo estaba exhausto, el me agarro los brazos con minino esfuerzo y me
tumbo
de nuevo en la cama, lo tenía encima mí y yo no podía moverme, notaba que la
cabeza
se me iba;
-puedo
seguir teniéndote cuando quiera.- me beso de forma lasciva, forzada,
introduciendo
su lengua, sentí asco y repugnancia con algo que unas horas antes sentía
placer.
Impotente comencé a llorar. Se apartó, con una mueca jocosa, soltándome los
brazos con brusquedad;
- me
gusta más cuando gimes y retuerces tu cuerpo de placer, pero puedo conformarme
con
esto.
Me
acurruque entre las sabanas, llorando;
-hijo
de puta….-me sentía sucia e indefensa.
Salió
de la habitación cerrando con llave, después de llorar un rato, me obligue a
levantarme
de la cama, a mirar la habitación donde estaba, no tenía ventanas, solo la
puerta
¿qué relación podían tener esta gente conmigo? vamos Daniela piensa… esto tiene
que estar pasando por algo ¿Cómo se habían enterado de lo del dinero? Yo había
sido discreta, había mucha más gente por ahí a la que podrían quitar ese
dinero, sin secuestro, ¿Por qué? Me estaba volviendo loca ¿quién era el Jefe de
Alessandro? ¿Porque se tomaba la molestia de conocerme? Para que tanto teatro,
esta puesta en escena.
Me
encontraba muy débil debía de llevar muchas horas sin comer, ni beber, mis
tripas
rugían,
mi cuerpo se tambaleaba. En ese momento se abrió la puerta de la habitación.
Era
Alessandro, llevaba un plato de pasta humeante, al entrar en la habitación,
volvió a cerrar la puerta con llave, me lo puso el plato encima de la cama y
acerco
una silla.
-tienes
que comer.- dijo en tono seco.
Odiada
que tuviera razón pero en ese estado, no lograría, escapar, pensar y
enfrentarme
a
esta situación, me senté y empecé a comer deprisa, macarrones con carne,
estaban
deliciosos,
-despacio
o vomitaras.-me retiro el plato y lo mire con ojos felinos, como alguien al que
le
acaban de quitar su presa, la comida se agolpaba en la boca del estómago,
sentía un
nudo,
empecé a respirar acompasadamente, el nudo fue bajando.
-así
me gusta, poco a poco, no me gustaría decirle a mi jefe cuando llegue, que has
muerto
de indigestión o ahogada por unos macarrones.
-¿Quién
es tu jefe? ¿Por qué quiere mi dinero?-dije comiendo más despacio. Y no hagas
como
que te importara, maldito hijo de puta. ¿Desde cuando llevas detrás de mí? ¿Lo
del
avión estaba preparado?- haciendo una pausa rebobine, lo extraño de la
situación.-
¿tenéis
algo que ver con mi puesto de trabajo?
-paradójicamente,
no, eso fue pura coincidencia.- se sentó en la cama apoyando la
espalda
en el cabecero, lo tenía de frente. La misma expresión de vigilancia y
concentración
la había visto en ocasiones, pero lo había asociado a la atracción que
sentíamos,
pensé el escenario, nuestras charlas y confidencias, unas gruesas lágrimas
cayeron
de mis ojos. Esto no me podía pasar a mí, estaba sola en el mundo, y ya no
estábamos
en Milán ¿quién iba a buscarme donde
coño estuviéramos? a pesar de la
inmensa
tristeza, sentí coraje, a mis padres no les gustaría que me rindiera o me
dejara
vencer.
-¿Cuánto
tiempo lleváis detrás de ese dinero?-volví a las preguntas- no hace tanto que
salió
la sentencia… no entiendo porque yo… y tanta reunión, venirte a trabajar a
Milán,
tantas
horas extra… mierda estabas poniendo al día a esta pandilla de cabrones ¿le
contaste
también las veces que follamos? ¿Le contaste que cuando llamo mi abogado te
lo
estabas montando conmigo en la mesa de la cocina?
Su
mirada se volvía recelosa, le note inquieto, deje el plato casi vacío encima de
la mesilla;
-¡contesta!
Si seguramente follarme, enamorarme, formara parte de tu trabajo,
no valdrás para más, salta a la vista quien es
el jefe, tu solo vales para tirarte a la tonta de turno.
Conseguí
que se cabreara, se abalanzo hacia mí cogiéndome de los brazos, yo para no
caerme
me levante de la silla, dando trompicones, me fui acercando a la pared, el
acorto la distancia, se quedó muy cerca de mí, juraría que tenía ganas de
besarme, pero la ira podía más, me soltó dando un bufido y fue hacia la puerta.
Yo me acerque a la cama y antes de que cerrara la puerta arroje el plato vacío contra él. Se quedó mirándome unos
segundos y seguido miro el plato;
-Alessandro
cuando puedas tráeme agua, tengo sed.-me senté en la silla dándole la
espalda,
oí el portazo, hizo temblar la pequeña habitación.
A
los diez minutos, un hombre menudo, con un pasamontañas me trajo una botella de
agua,
y limpio lo del suelo, unas horas más tarde el mismo hombre me trajo la cena,
me obligue a comer.
Pensando
caí en la cuenta que presionando a Alessandro, me cargaba mi fuente de
información,
no me había contestado a nada. Antes de irme a dormir, me dejaron ir al
baño…me
vendaron de nuevo los ojos, también me ataron las manos. No pude ver algo
que
me diera la más mínima pista, no debía de tener mucha complicación salir de esa
casa,
si para ir al baño me ataban las manos, nuevamente la fragancia delato Alessandro;
-valla
no me llevas la cena y ahora me acompañas al baño…
-¿prefieres
que esos tipos te bajen los pantalones? Tú no les ves las caras pero yo diría
que
lo están deseando.
Me
puse rígida;
-me
parecía.
Oí
como cerraba la puerta, al momento lo sentí a mi lado sentí como bajaba los
tejanos
que
me habían puesto, recogió un poco la camiseta de tirantes, con los ojos
vendados y
sus
manos rozando mi piel, recordé el momento que compartimos en los que yo también
llevada
los ojos vendados, mi respiración se aceleró, sin que yo pudiera dominarla, él
se
acercó,
podía sentir su aliento en mi cuello, me deposito lentamente en el baño;
-Salgo
fuera para que tengas intimidad.-salió carraspeando, cuando termines llámame.
-Alessandro-
entro prácticamente al instante, cerrando de nuevo la puerta.-suéltame las
manos
déjame al menos ese poquito de dignidad.-soltó la cuerda de las manos, y yo
misma
me subí los pantalones, me lave las manos, la nuca, parte de la cara. Sentaba
bien,
refrescase. Volvió atarme las manos antes de abrir la puerta. Me devolvió a la
habitación,
no dormí prácticamente nada, me despertaba constantemente, empapada en
sudor,
con pesadillas del accidente de mis padres.
El sueño
era muy extraño lo revivía una y otra vez a unos metros de distancia, estaba
sentada en una silla, en la silla que estaba en esta habitación, no hacía nada,
solo podía mirar. Debió de ser contra la mañana cuando me quede dormida, al
abrir los ojos me encontré con los de Alessandro, sentado en la dichosa silla,
mirándome fijamente.
-esta
noche has hablado dormida.-su voz parecía más amable.
Yo
no le conteste;
-mi
jefe ha llegado, ahora vendrá a verte ¿quieres ducharte antes?
Me
gustó la idea, me acompaño de nuevo al baño con los ojos vendados, una vez allí
me
quito
el pañuelo de los ojos y me dejo a solas, en el baño tampoco había ventanas, me
duche
y me lave los dientes con un cepillo y pasta de hotel. Cuando me fui a vestir
me
tuve
que poner unos bóxer de él, no tenía muda limpia, me quedaban enormes, me puse
el
vaquero y la camiseta, le llame, me vendo de nuevo los ojos y fuimos a la
habitación,
llevaba
el pelo mojado, peinado hacia atrás.
-¿Cómo
se llama tu jefe?
-Lucio
Mancone
No
sé porque pero el apellido me sonaba… ¿lo había escuchado con anterioridad?
No
estaba segura.
-siéntate
en la silla.- dijo mientras la señalaba con la mano.
Me
senté me paso las manos por los barrotes de la espalda de la silla y me ato las
manos,
me pareció extraño que me atara y no me vendara los ojos, la persona que iba a
conocer
no le importaba que le viera la cara.
El
hombre que apareció por la puerta tendría más de cincuenta y cinco años, moreno
de
piel
y pelo, sus ojos eran verdes felinos, cara redonda y expresión adusta, imponía.
-Señorita
Barcala.
Su
voz era grave, con marcado acento italiano, se acercó a mí, debía de ser casi como
yo de alto, sobre uno setenta y cinco;
-¿qué
quiere de mí?
Sonrió
ante la pregunta;
-directa,
eso le viene de familia.
-que
quiere decir…
-todo
a su debido tiempo, como ya sabrá lo que quiero es su dinero.
-pero
no entiendo… ¿porque mi dinero? ¿Porque yo? Tiene que haber muchos hombres
ricos
a los que pueda robar con facilidad…- me hizo un gesto con la mano para que me
callara,
lo hice.
-usted
no sabe quién soy yo ¿verdad, sino no hablaría así…
-no se
su nombre.- le corte la frase.- pero si se quién es usted, es el hijo de puta,
que me ha secuestrado y quiere robarme mi din...-no me dio tiempo a terminar la
frase, de una bofetada me tiro al suelo.
-Lucio
me lo prometiste.- grito Alessandro detrás de mí.
-¡cállate¡
esto es mi problema y lo resolveré como crea conveniente, sobrino.- alargo la
última
palabra para darle más énfasis.
Desde
el suelo oí lo que Lucio acababa de decir, me quede perpleja, ¿eran familia?
¿Me
había
defendido?
-solo
queremos su dinero, me dijiste que no la harías daño.
-y
no se lo hago, solo la estoy reeducando, me falta al respeto, incorpórala.- Alessandro
me agarro la silla y me incorporo.
-bien
Daniela ¿estas dispuesta a colaborar?
-no.-
no había terminado de decirlo y me dio otra bofetada en el lado contrario, me
golpee
contra la cama, la barra del somier me dio justo en el pómulo, note como se
abría
la
carne.
Me
enderezo agarrándome por el pelo, Alessandro se le echo encima;
-sacarlo
fuera.- grito a otros dos hombres que habían entrado en la habitación, lo
sacaron con forcejeo.- cerraron la puerta.- ahora solo quedamos tu y yo,
sobrina.
La
cabeza me pesaba, se vencía hacia delante, no estaba muy segura de lo que
acababa
de
oír.
-¿sobrina?
de un hijo de puta, imposible.- me volvió a golpear, caí de nuevo al suelo, la
cabeza
de daba vueltas y la sangre del pómulo me llegaba a la boca.
-sigues
faltándome al respeto.- dijo, se agacho, me agarro fuertemente de la barbilla y
me
giro la cabeza para obligarme a mirarle.
-cabrón cobarde, desátame las manos deja que me defienda.- me pego una patada fuerte
en
el estómago, empecé a toser, la sangre de la herida se metía en mi boca y no me
facilitaba
poder respirar con normalidad, escupí la sangre. Se paseaba arriba y debajo
delante de mí, murmurando que no le respetaba, pero lo iba hacer, me lo iba a
imponer a golpes.
-¿no quieres
saber que pariente nos une?
-yo
no puedo ser familia de gentuza como tu.-dije con voz ronca, tosí varias veces.
-te
equivocas, tu padre era mi hermano, Angelo Mancone, quien tú conoces como
Ángel
Barcala.
-¡MIENTES!
No metas a mi padre en esto ¡mientes!- grite ronca, entre una fuerte tos,
me
volvió a golpear el estómago, pero esta vez más arriba, note como algo se
partía. No
podía
moverme.
-yo
no miento, sobrina.- dijo acercándose mucho a mi cara.- creo que ahora ya
sabes,
con
quien estas tratando, ah…yo no quiero tu dinero del banco, bueno, eso no es del
todo
cierto, me lo quedare, al fin y al cabo, lo cobraste gracias a mí.
Al
oír esto último, vi confirmada mi peor sospecha, empecé a llorar, las costillas
me
dolían
de forma atroz. Mis padres habían muerto a manos del mismo hombre que me
tenía
secuestrada… no los había matado la persona que había pagado el dinero,
seguramente
en parte sí, no había sido una accidente, se apodero de mi la ira ¿papa por qué no me avisaste de esto? forcejee
para librarme de las ataduras, mientras chillaba poseída;
-!!ASESINO¡¡
un perro como tú no puede ser familia mía!!PUTO PSICÓPATA ASESINO!!
Los
movimientos que había echo habían incrementado el dolor en mi tórax apenas
podía respirar, oí como Lucio salía de la habitación, oí sus carcajadas, yo me
quede en el
suelo
atada a la silla sobre el lado que tenía la costilla rota, el pecho me ardía,
por la costilla y por el corazón roto, no podía parar de llorar.
Debieron de pasar varias horas hasta que alguien entro en
la habitación, debí de perder el conocimiento en varias ocasiones, tengo noción
de que me soltó, me subió a la cama y me lavo las heridas de la cara, bebí algo
salado que me dejo dormida, cuando desperté Alessandro me estaba vendando las
costillas;
-estas
despierta… no te ha perforado nada, pero no podrás hacer movimientos bruscos
en un tiempo.
Casi
no le veía, tenía los ojos casi cerrados por la hinchazón, el labio partido,
protesto
cuando
intente hablar.
-ahora
te doy un poco de vaselina para que no te tire tanto.
-¿Por
qué me cuidas? ¡No me toques¡ aparta tu manos …eres igual o peor que el,
primo…
-no
tenía que pegarte, se ha vuelto loco.- dijo inquieto.
-¿Por
qué no? Tú me follas, lo que a mí me extraño, es que no te unieras a él en la
paliza, primo.-puse énfasis en la ultima palabra.
-no
hables así, yo no haría tal cosa y no
somos primos, al menos de sangre.-me puso la vaselina en los labios, le temblaba
la mano.
-yo
no sé nada, hijo de puta ¿piensas que voy a confiar en lo que tú me digas
después de esto? Púdrete, solo sé que lograre escapar y te acordaras de esto,
primo de sangre o no.
Escuchaba
lo que salía de mi boca según se lo iba soltando, tenía tantas preguntas como
reproches que hacerle, ¿Qué quería decir con que no éramos primos de sangre? ¿
y a mi qué coño me importaba eso? ¿Porque me cuidaba? Luego vendría su jefe
para darme de palos otra vez. Estaba muy enfadada, indignada, cualquier adjetivo
se quedaba corto y tenía mucho miedo;
-cómo
puedes decir que no eres como el, me has seguido, engañado, seducido, siendo
familia
has dejado que ese hombre me pegue una paliza, me rompa una costilla.- por
culpa
de la rabia y la impotencia las lágrimas caían otra vez por mis ojos.-
seguramente
también,
tuviste algo que ver con lo de mis padres, esto, esto es una canallada, sois asesinos, violadores,
secuestradores ¿me dejo algo?- quise moverme pero la costilla protesto.-no me
toques, ¡eres tan hijo de puta como el!
La
angustia me cortaba la respiración, no sabía cómo resolver esto y lo de la
costilla me
restaba
posibilidades, me ahogaba;
- no
puedo respirar.- casi no pude decir ni las palabras notaba un peso en el pecho.
-¡Dani!
Tranquilízate.- me inyecto algo en el brazo y me obligo a calmar mi
respiración,
sus
manos a cada lado de mi cara, mirándome directamente a los ojos, la presión en
el
pecho
fue desapareciendo.- lo lamento, no sé cómo decirlo, no sabía que se
comportaría
así,
aunque debí adivinarlo, hace tiempo que ya no estoy de acuerdo con lo que hace,
todas las mentiras que me ha contado y no soy el único, yo, yo no sabía lo que
le hizo a tus padres.
-¿de
verdad piensas que voy a creerte?- lloraba
de pura rabia, sentimientos
contradictorios se cruzaban en mi cabeza, me sentía tan indefensa, que quería
confiar en él, necesitaba hacerlo, era el único capacitado para sacarme de aquí.
Pero como confiar en el hombre que planea tu secuestro, frió, calculador, que
te vigila ¿Quién me dice que no contrato el, la muerte de mis padres? no me fió aunque me diga ahora que no lo sabía, en este momento podría estar jugando
conmigo y todavía no sé lo que realmente quiere Lucio.
-déjame
hablar…-parecía contrariado y yo no tenía que hacer gran esfuerzo por dejarle
hablar,
yo no podía.- primero aclararte que no
somos familia, no de sangre, mi
padre
fue un chico que adoptaron Lorenzo y María, los abuelos. Mi padre era el hijo
de
unos
amigos íntimos suyos y se quedó huérfano con once años. Lo convirtieron en uno
más
de la familia, tu padre y él se llevaban muy bien.
Lo
mire, no le creía, ¿qué pruebas tenia de ello?
-en
serio Daniela, tengo cartas de cuando mi padre fue a la universidad y tu padre
todavía vivía con los abuelos, tu padre iba a entrar el año siguiente.-pareció
leerme el
pensamiento.
-¿universidad?
Mi padre no tenía estudios, mi padre era un comercial de una empresa de
seguros,
yo estudie una carrera con gran esfuerzo económico por su parte, mis padres
trabajaban
los dos.
-ese
era Ángel Barcala, Ángelo Mancone, vivía en una familia rica con casa en
Milán, Roma y La Toscana, iba a las mejores universidades y tenía
las mejores vacaciones de lujo, hasta que se enamoró de tu madre y se enteró de
donde salía el dinero.
Luna Soler
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