Nos levantamos
temprano, Aless tenía que arreglar unos papeles con la empresa y yo vaciar más
cajas:
-buenos
días.- dije medio dormida, al abrir los ojos vi que él ya estaba despierto y me
observaba.
-buenos
días amor ¿has dormido bien? Yo como un lirón, cuando quedo extenuado por
buen sexo, duermo como un bebe.- me dio un
pequeño beso en los labios, y paso su
mano
por mi pecho.
-hum,
gracias por la parte que me toca, pero para…-le dije parándole la mano, mis
partes
íntimas tendrán que pasar unas horas más de descanso para repetir.
-¿te
hice daño?
-
no.- dije devolviéndole el beso y mordiéndole el lóbulo de la oreja.
-no
me provoques.- dijo sujetándome los brazos, poniéndome boca arriba en la cama,
se puso encima mío.
Sujetándome
las manos, me susurro;
-seré
cuidadoso, déjate hacer, confía en mi.-me beso dulcemente los labios.
¿Cómo?
Que pretendía ¿a qué se refería? Que había provocado. No sabía que fuera
capaz
de hacer el amor tantas veces un tan poco tiempo. Mi respiración se aceleró,
cuando
vi que me ataba los brazos al cabecero de la cama. Vi cómo se levantaba,
intente
moverme pero con las manos atadas no podía;
-¿Alessandro…
que haces?
-confía
en mí, en seguida vuelvo.
Me
dejo desnuda expuesta, encima de la cama, le vi volver, con un pequeño antifaz
de
terciopelo
negro en la mano, me lo puso, con cuidado de no tirar de mi melena, tenía un
olor
peculiar;
-Pelirroja, quiero que te relajes, que estés receptiva, dispuesta a
experimentarlo todo.
Respire
hondo, mi pecho subía y bajaba frenético, puso su mano encima;
-tranquila,
confía en mi…
Empezó
acariciar mi cuerpo sigilosamente, yo me revolví de placer, nunca había
vivido
esto y él tenía ese don, abandone mi cuerpo, le deje hacer lo que quisiera con
él.
Empezó
por mi boca, jugo con su lengua un rato que me pareció delicioso, empezó a
bajar
por mi cuello, rozándome con pequeños besos y la punta de su lengua, yo me
retorcía
quería soltar las manos, poder tocarle. Mi cuerpo pedía más, con solo sentir su
tacto,
el abandono era total, las descargas que
sentía, me dejaban por completo a su
voluntad.
Besaba mis pezones, tiraba de ellos, mi barriga, el interior de los muslos mi
cuerpo
se retorcía.
-sueltame
por favor…
-sssh
Me
soltó, fui frenética abrazarme a él, me
lo impidió, con los ojos todavía cubiertos por el antifaz, cogió mi mano y la acerco a mi sexo, estaba
muy húmeda. Me guio hacia el punto justo, con movimientos circulares, mi cuerpo
empezó de nuevo agitarse
descontroladamente,
movía las caderas. Mi boca se abría
gimiendo. Él estaba
tumbado
a mi lado, me besaba la boca, me soltó la mano y me dejo hacer sola, se dedicó
a
darme más placer besando los pezones y con el pulgar hacer pequeños círculos.
Llegue
al orgasmo, mis piernas se tensaron, mi cuerpo se llenó de placer, gemí profundamente y me quito el antifaz. Su mirada,
era… de deseo, complicidad, satisfacción, había disfrutado, viendo, ayudándome
a dar rienda suelta a mi goce. Me abrace a él.
Me
quede dormida un par de horas, recuerdo vagamente haberle sentido desayunar.
Cuando me levante tenía el desayuno en la mesa de la cocina, el café estaba
todavía algo caliente en la cafetera eléctrica, recién estrenada. El ya no
estaba en casa, había una nota encima de la mesa;
Amor,
me dio pena despertarte, ha sido un
placer
pasar la noche contigo, pero el despertar
ha
sido inolvidable… te veo a la hora de la comida.
XXX
Sonreí.... dios,
casi no podía andar. Me hice una tortilla francesa, me tome dos cafés, dos
tostadas con mermelada. Ya me sentía más recuperada, me duche y me puse a
organizar más cajas, a la una más o menos recibí un mensaje de Alessandro,
diciéndome que traía el la comida, estaría en casa sobre las dos.
Perfecto,
así tendría más tiempo para colocar, las cajas con la ropa, los libros no me había
dado tiempo a sacarlas ayer, lo primero la ropa estaba muy arrugada, entre mi
habitación y unas estanterías del salón coloque los libros, un par de cajas con
algo de menaje me esperaban también en la cocina.
Cuando
llego lo tenía todo echo, había recolocado el salón, para más comodidad, la
mesa grande junto a la ventana, iba a trabajar allí con el portátil, tendría
más luz, el sofá la mesa baja y la tele, formaban otro pequeño salón, se quedó
mirando los cambios y yo ha el, se me hacía muy raro esta familiaridad
repentina;
-me
gusta, es más…
-
los hombre sois fatales para estas cosas, ¿hogareño?
-sí,
creo que esa es la palabra.- se volvió hacia mí y me beso tiernamente en la
boca.-
¿estás
bien?
-sí,
perfecta.- dice satisfecha mirando a mí alrededor.-como nueva, no podre montar
a
caballo
en unos días, pero perfecto.- le mire la cara, tenía arqueada una ceja.- vale,
me has convencido, quizá unas horas.- le devolví el beso, con una sonrisa.- qué
hay de comer estoy hambrienta y eso huele de maravilla.
Note
que me miraba fijamente;
-¿Qué
pasa?
Me
miraba de arriba abajo sonriendo;
-¿unas
horas? ¿Y vestida así pretendes que te deje tranquila? ¡Esto es una
provocación,
una
declaración de guerra!- me sujeto la cintura.
No
me había dado cuenta de cambiarme, después de la ducha pensé en ponerme
fresquita
para trabajar, unos mini vaqueros viejos medio rotos y una camiseta muy
holgada
que me dejaba un hombro al descubierto, por supuesto, estaba en casa, no
llevaba
sujetador, parte de mi pecho se trasparentaba por la gastada camiseta.
Sonriendo
le
agarre la bolsa de la comida y me aparte;
-hum
que bien huele… ¿Qué hay?-dije juguetona.
Soltando
un gruñido se vino conmigo a la cocina a poner la comida en unos platos. Mi
cara
era un poema cuando abrí el taper, los ¡Tagliatelle con setas! tenían
una pinta
estupenda,
pero el risotto … olía de maravilla;
-¿y
esto?.- dije señalando la comida.
-sencillo,
tengo un amigo que tiene un restaurante, ya que me dejas dormir en tu casa, lo
menos
que puede hacer en poner la comida… de todo tipo y formas ¿lo pillas?
-lo
pillo, me gustaría aliviar un poco tu conciencia de que estas en deuda conmigo,
el
tema
de la comida se te da muy bien.-le puse un mohín pícaro.- en ambos aspectos…
Agarro
el taburete donde me había sentado y me atrajo hacia el que estaba sentado él, de un empujón, casi me
caigo, me sujeto con fuerza, para que no lo hiciera;
-te
he dicho que no me provoques y tu erre que erre.- con movimientos tan rápidos,
que
no
me dio tiempo ni a rechistar, me levanto en volandas, me sentó a horcajadas
sobre
él,
tuvo que apoyar sus pies en mi silla, porque no nos sosteníamos. Con la
respiración
acelerada,
mis piernas cruzadas a su espalda para sujetarme y con la sensación de que
me
iba a caer. Le mire fijamente abrí mi boca y le bese, apretando más las piernas
alrededor
de su cadera, le sorprendí, ese hombre me ponía a cien, nunca habría pensado
en
comportarme así. Me devolvió el beso, luego bajo por mi cuello, puse los ojos
en
blanco…su
boca fue hacia mi pecho, mi cuerpo se balanceaba adelante y atrás el me
sujetaba
con las manos extendidas por mi espalda, introduje mis manos por dentro de
su
camiseta, le acaricie la espalda. Paro un momento, en nuestras miradas había
deseo;
-desnúdate.-
dijo con voz ronca, dejándome que apoyará los pies en el suelo.-¿alguna
vez
has hecho el amor en la mesa de la cocina?
-no.-
dije mirando como retiraba todo lo que había en la mesa y se quitaba la ropa.
Mi
cara
debía de decir, que se tenía que sentir decepcionado con mi falta de
experiencia.
Pareció
leerme el pensamiento.
-no
me importa Daniela, me excita que sea yo la primera persona con la que…-gruño.-
basta
de charla.- dijo mirando cómo me desvestía.
Me
había quitado la camiseta y el pantalón, solo tenía un culote de encaje negro,
me
miro
con impaciencia y yo a él como esperando que me dijera que tenía que hacer;
-suficiente.-
dijo levantándome del suelo y sentándome en la mesa. Me tumbo, de un
tirón
me arranco las bragas, se puso encima de mí, nos besábamos, cuando sonó el
teléfono,
sonaba con insistencia, una vez tras otra, se cortaba la llamada y volvía a
sonar, hice ademan de incorporarme;
-no
lo cojas.- dijo mientras pasaba su boca por mi pezón.
Arquee
la espalda;
-no
pienso hacerlo, además tú lo oyes, yo no lo oigo.- el teléfono sonaba una y
otra vez, ¡mierda¡ porque no lo abre dejado en silencio,
pensé.-
tengo que cogerlo.
Me
incorpore bruscamente, esa insistencia, debía ser algo importante, cogí el
móvil y salí en dirección al baño, para ponerme el albornoz. Mire el teléfono,
era José del bufete que llevaba el tema de la indemnización de mis padres;
-dime
José, buenos días.- dije con voz extraña, intentando recuperar la respiración y
la
compostura.
-hola
Daniela, perdona que haya insistido y más siendo domingo, pero mañana sin
falta,
necesito que tengas una cuenta para hacer el ingreso de la indemnización
¿cerraste
la
cuenta en España?
-no,
pero…
-en
ultimo termino se podría hacer el ingreso aquí
-
sí, ya, pero me saldría por un ojo de la cara traspasarlo a Italia, y después
para efecto
de
renta… no, mañana mismo tengo que abrir una cuenta, además con el tiempo
cerrare
la
de España.
Mientras
tenía la conversación, me anudaba el albornoz y volvía a la cocina, Alessandro
se
había puesto los pantalones, escuchaba atentamente la conversación, con una
mirada
casi
felina, que le había visto en un par de ocasiones, cuando vio que le miraba,
volvió a
relajarse.
Le hice una seña con la mano de que solo sería un minuto. Consciente de que
aunque
fuera una llamada corta, se nos había cortado el rollo, puso la mesa. Un par de
platos,
cubiertos y los dos taper de comida, sirvió un poco de vino blanco. Yo mientras
tanto
quedaba el llamar el lunes a José, en cuanto tuviera una cuenta abierta en un
banco
italiano.
Colgué el teléfono, no estaba muy segura de que banco podía ser el correcto y
comentarle
el tema a Alessandro para que me asesorara, me parecía frívolo, casi no le
conocía,
bueno tampoco tenía que hablar de la cantidad, podría hacerle una mera consulta
¿no? Un consejo sin detalles;
-lo
siento.- dije sentándome en el taburete que había puesto el de nuevo en su
sitio.- era
importante,
pero no pudo escoger peor momento para llamar ¿verdad?- le notaba
extraño,
estaría molesto, por la interrupción.
Ablando
su expresión y me sirvió un poco de risotto;
-no
te preocupes, ya remontaremos el tema en otra ocasión, asegurándonos de que el
móvil
está en silencio.
Note
cierta socarronería, pero decidí pasar, probé el risotto estaba delicioso,
cambie de
tema;
-bueno
y que tal te ha ido esta mañana, cuenta, ¿ya has firmado todo? No pareces
entusiasmado
con la idea, no se te ve contento.- las caras que me iba poniendo según le
hablaba,
no me ponían nada fácil que no le soltara alguna bordería, no me aguante.- mas
bien ¿molesto, silencioso?
-¿Qué
pasa?- dijo soltando el tenedor.- simplemente todo ha sido perfecto y ya está
hecho,
no me apetece comentarlo más.
-genial,
aquí soy yo la única que habla de sus cosas.
-¿Qué
dices? Sabes que me iba hacer socio de esta empresa, antes que nadie y me
acusas
de… ¿de qué coño me acusas?
- de
que cuando te dejan a medias mientras estas follando, ¡te pones insoportable!-
me
acerque
tanto a su cara que oía su respiración.
-lo
mismo te digo, pero vamos, que si para mejorarte el humor, tenemos que volver
donde
lo hemos dejado, yo estoy dispuesto.- hay estaba su sonrisa.
-ni
lo sueñes.- dije luchando en sujetar las comisuras de mi boca para no sonreír.-
tengo hambre pero de comida, gracias.-lo dije todavía con tono borde.- y
reconócelo eres esquivo con ciertos temas.
-nada
pues come, que vamos hacer, soy hombre no tengo otra escusa.- dijo observándome
por el rabillo de ojo.
-
¿puedo preguntarte yo algo? Es sobre un
trámite que tengo que arreglar para mañana.
- soy
un hombre silencioso ¿estás segura de que me quieres preguntar algo?
-¿te
puedo preguntar o no?
-sabes
que sí, solo era una broma ¿de qué se trata?
-bancos
italianos.- dije sin importancia.
-¿bancos?
-si,
como voy a estar aquí un tiempo, tenía pensado abrir una cuenta.
-¿tiene
algo que ver con el tema de algo de una indemnización que te he oído comentar?
Joder
que directo, y sí como suponía había estado escuchando, no quería comentarle
nada de la indemnización, pero según lo había dicho no me quedaba más remedio,
no creo que se atreviera a preguntar por la cifra;
-sí,
el tema de mis padres, por fin se ha solucionado.- muy bien, breve y concisa.
-
pues los dos más importantes y los que más me gustan a mí son, Banca Popolare
Di
Milano
y Banco Nacional di Lavoro.
-ok,
genial, mañana me paso a ver condiciones.- antes de dar lugar a más preguntas,
cambie
bruscamente de tema.- por cierto se me olvidaba, esta noche quede en cenar con
Fabio
y Valeria, lo hable antes de saber que
vendrías este finde, quieres venir… no estás obligado, sé que no les conoces y
bueno son…
- me
parece un plan perfecto Daniela, iré contigo, no hay problema, son italianos,
seguro
que después de media hora me llevo mejor yo con ellos, que tu.- dijo riendo, la
verdad es que no lo dudaba.
-¡¡… que
gracioso!! Valeria es una de mis mejores amigas, prepárate para el tercer
grado.- dije
riéndome.- luego le confirmo la hora.
Comimos y
recogimos la cocina, nos sentamos en el salón a ver pelis antiguas, a los
diez minutos
estábamos dormidos, ya le había mandado un mensaje a Valeria
confirmándole
que quedábamos a las 7 en una cafetería en Corso Buenos Aires, me dijo que
íbamos a cenar a una marisquería, que había cerca de la puerta Venecia a La
Osteria.
Me desperté sobresaltada, tenía la cabeza en
el pecho de Alessandro, él me había tapado con una manta de viaje, y me tenía agarrada
de la cintura;
-hola
dormilona.- dijo al darse cuenta de que me había despertado.
-hola.-
dije desperezándome, estire los brazos, le pase la mano por el pecho y le di
una
palmadita.-¿
hum, tú no te has dormido?
-solo
veinte minutos.-dijo.- me gusta verte dormir…- me dio un pequeño beso en la
punta de la nariz.
Me incorpore
y me abrace a su pecho;
- es
que da gusto dormir con este colchón ¿Qué hora es?
-las
seis menos cuarto.
-¡qué
dices¡ dios me voy a preparar.
-¿porque?
así estas perfecta.
-muy
gracioso.- dije levantándome y tirándole una almohada a la cara.
Me
di una ducha rápida, me maquille un poco me plante unos pantalones cagaos de
raso negros, una camisa tipo abullonada, palabra de honor en el mismo color,
los zapatos altos de color fucsia a juego con la cartera y los labios. Salí al
salón a ver que hacia
Alessandro.
Se
había cambiado de ropa, pantalón de vestir y camisa blanca, que guapo estaba,
se le
veía
varonil, con aplomo y seguridad, sentí la necesidad de que me estrujara entre
sus
brazos,
que bien se estaba entre ellos.
Había
aprendido más en un día y medio que en toda mi vida, solo de pensarlo me
excitaba. Y sin duda había practicado más sexo que en casi toda mi vida, bueno
un poco exagerado, pero que en alguna de mis relaciones si, que vida más
triste, pensé sonriendo ¡pero por fin se ha terminado! el calor subió a mis
mejillas, parecía una quinceañera. Noto mi presencia y se volvió hacia mí;
-Pelirroja,
no tengo palabras.- dijo llevándose las manos al corazón como si le doliera el
pecho al verme.
-tonto,
eres un exagerado, esto no tiene nada de especial…
-¿tú
no te ves verdad? No ves lo espectacular que eres, no ves esos ojos que te
perforan,
tu
melena de fuego, tu sensualidad, el atractivo que despiertas, resultas
impredecible.-
según
iba hablando se había acercado a mi.- no te miras Daniela.-dijo mi nombre a
rastrando
las letras.
- me
descoloca tanto alago, yo no soy sensual…-me sentía apabullada.
-eres
sexy.- dijo colocando tan cerca su cara que me obligo a mirarle.- muy sexy, esa
vergüenza
puritana de falta de experiencia hace que me ponga a cien.-iba a besarme.
-los
labios, te pondrás perdido…- me aparte un poco.
Me
volvió atraer hacia él, empujando mi cabeza con su mano sobre mi nuca;
-qué
más da.- dijo con voz entrecortada, me beso con pasión, nos estrechábamos el
cuerpo
uno contra otro.
Un
momento que nos separamos sin apenas aire, logre decir;
-tenemos
que irnos… esta noche más, me tienes que pagar el resto del alquiler.-nuestras
bocas
se habían separado, pero nuestros cuerpos no.
Soltó
un gruñido, se separó. Mientras bajamos en el ascensor, yo me volví a maquillar
los labios
y el a limpiarse los suyos, mientras sonreía.
Nos
fuimos en metro, tardaríamos mucho menos. Cuando llegamos Valeria y Fabio ya
estaban en la terraza, tomando una cerveza y el
montón de pinchos que le suelen acompañar.
Nos
saludamos y les presente a Alessandro, nos sentamos en la mesa por sexos y
estuvimos una hora en la terraza, con disimulo las chicas comentamos lo que
pudimos, notaba como Valeria observaba a
Alessandro, tomando nota de cómo me miraba y me trataba, nos reímos varias
veces y el aguantó estoicamente. Él también nos observaba, se le veía a gusto
hablando con Fabio, fuimos andando al restaurante hacia una noche estupenda.
Cuando
nos sentamos me fije en la decoración todo en plan marinero. Dejamos que
pidieran Valeria y Fabio eran clientes habituales. Desde cigalas, pasta con
diferentes pescados y bogavante, delicioso. Para abrir boca nos pusieron una fuente
con ostras;
-vamos
Daniela, ataca… son afrodisiacas.- me dijo Valeria con una mirada picara.
-sabes
que las odio… además ahora no las necesito.- mientras decía esta última frase,
mire
a Alessandro, al darme cuenta de mi sinceridad, reí, contagiando los demás.
Desde
ese momento el ambiente estuvo más distendido, Alessandro hablaba a menudo
con
Valeria y Fabio, me sentí feliz y cómoda;
-Alessandro
que tal sienta ser asociado.- dijo Valeria.
Yo
le di un pequeño golpe por debajo de la mesa, era algo que yo había comentado a
mi amiga como una confidencia, no sabía qué tal le sentaría él que lo supiera. Él
se dio cuenta de mi gesto, aunque Valeria no se había movido un ápice, vale
sonreía.
-sienta
muy bien, la verdad es que estoy en racha últimamente.- dijo mientras me tomaba
la mano.
-si
la verdad que a los cuatro nos sonríe la suerte, a Fabio le ascienden y yo
recupero a mi mejor amiga, y ella obtiene un buen trabajo.- Añadió Valeria.
Note
que Valeria no había añadido que yo “había comenzado una relación” y tuve la
sensación de que lo había hecho apropósito.
-brindemos
por ello.-dije levantando mi copa de champan que nos acababan de traer.
Unimos
nuestras copas en el aire. De camino a la parada de taxi nosotras
nos
distanciamos de los chicos y pudimos hablar;
-bueno,
cuenta ¿Qué te parece Alessandro?- pregunte ansiosa
-no
se no sabría decirte… el chaval parece majo…pero.-dijo en tono socarrón.
-¡¡VAL!!-
grite, piñizcando le el brazo.
-¡ahí!
bueno… que decir de un hombre perfecto, lo tiene todo, tiene un buen trabajo,
guapo,
te trata como a una reina. Además se te ve feliz, no sé qué te ha hecho estas
horas
que lleva contigo.- abrí la boca para decírselo, pero volvió hablar de
nuevo.-no
amiga,
no quiero detalles, me moriría de envidia.
Nos
reímos las dos;
-se
le ve pendiente, observador, me cae bien.
-la
verdad es que podría ser la persona que estaba buscando, me parece increíble
estar
hablando
así cuando hace unos días que lo conozco. Pero me entiende, tiene el carácter
suficiente
para pararme los pies, como amante no es que tenga mucha experiencia para
poder
comparar, pero Valeria…sabe cómo hacerte sentir mujer, es un dios del
sexo.
Es una atracción extraña, eléctrica, afectiva, sexual y protectora.
- es fuerte, se os nota.
Los
chicos nos alcanzaron casi llegando a la parada, nos despedimos, con un
“nos
llamamos esta semana” diciéndonos adiós con la mano, unos desde la acera y nosotros desde el taxi camino de casa.
Comentamos
que se había encontrado muy a gusto, que desde el principio le había tratado
como si le conocieran de toda la vida.
Esa
noche no hicimos el amor, estuvimos sobre la cama en ropa interior, hablando de
la
velada
y nuestros respectivos amigos hasta que yo al menos me dormí.
Al
despertarme por la mañana, abrí los ojos con lentitud. El ya no estaba en la
cama y había una nota sobre la almohada, escrita a su puño y letra:
Odio
hacer esto amor, dejarte que despiertes
sola,
pero he recibido un mensaje urgente de la
empresa
y no me ha quedado más remedio que irme,
te
veo a la noche, te quiero Aless.
¿Cómo
es posible que no le halla sentido levantarse, ni irse? me hice la pregunta
pero no la respondí, solo podía ver el “te quiero Aless”.
Los
nervios se alojaron en mi estómago, me había dejado preparado el desayuno, con
post it en la mesa llenos de besos y caras tristes, me reí ¿esto es normal? Es tan tierno y ñoño a la
vez, no sabría valorarlo, esto no lo había hecho ninguno de los chicos con los
que había salido.
Me
mire la dirección de las centrales de los bancos que me había dicho Alessandro
en
las
que abrir la cuenta, para mi suerte estaban relativamente cerca el uno del
otro, podría
preguntar
y abrir la cuenta esa misma mañana. A las doce treinta tenía que almorzar con
mi
jefe, Carlo me había enviado un mail que había visto justo por la noche antes
de
irme
a la cama.
A
las doce ya había abierto la cuenta en el Banca Popolare Di Milano después de
negociar con el director, estos italianos tienen un concepto de los españoles,
de que somos un poco inútiles, pero se equivocan, las condiciones por esa
cantidad de dinero tenían que ser las
mejores y las conseguí.
Había
recibido un sms de Carlo, anulando el almuerzo, había tenido que desplazarse a
Venecia con urgencia, me comento que igualmente me pasara por las oficinas para
recoger un par de dosier más y hacer unos cursos por ordenador allí mismo,
durarían un par de horas, quedamos en vernos al día siguiente, comentaríamos
más temas.
Justo
en ese momento llamo José, le comente que ya había abierto la cuenta, le dije
de voz los datos de la cuenta, me
comento que en una hora tendría echa la transferencia. Me invadió una sensación
rara, saber que el tema estaba solucionado, que la vida de mis padres valía ese
frio dinero, extrañamente había venido a parar a Milán. No sé, me sentía rara, el sentimiento que me provocaba era malo, cobrar por la muerte de
mis
padres, pero luego pensaba que ese dinero venia del hijo de puta que los mato.
Quise
creer que darme ese dineral, le había cambiado la vida, seguramente arruinado, una
pequeña recompensa, por lo que había provocado en la mía.
Llame
a Juan para comentarle el tema y decirle como iba todo, el hablar y sacarlo
fuera
me
vino bien, estuvimos casi una hora al
teléfono, era la persona que mejor me conocía, bueno ahora había otro, de
momento no tenía el mismo punto de confianza, pero iba por buen camino, también hablamos de él, cuando
colgué vi que tenía un sms. Alessandro
quería saber que tal iba el día y el almuerzo, él iba hasta arriba todo el día,
de reunión en reunión. Le respondí igual por sms para no molestar;
Hola amor, el almuerzo ha sido anulado a última
hora,
pero ya tengo solucionada todo lo del banco, comeré
algo
por el centro, comprare vino y algo para la cena, a
la
noche te veo besos!! Que te sea leve ;-)
Me
senté en una terraza de La Rinacente, arriba del todo observando las estatuas
de la
Catedral
del Duomo, parecían de chocolate blanco, se estaba de maravilla, la
temperatura
era perfecta, el ajetreo de la terraza era increíble, había gente que subía solo para hacerse fotos.
Familias, hombres de negocios solos, un lleno constante, bandejas de
cappuccino, helados y panecillos.
Después
de una cerveza y un plato de mini
bocadillos recién hechos de distintos ingredientes, me fui de la terraza para
dar un paseo y hacer las compras. De camino a la calle pase por perfumería, me
perfume, ojee varias plantas para familiarizarme.
Observe
al público, sin duda era distinto del español. No se entretenía, compraba por
la vista, la marca y el estilo, era lo que decían todo. Mezclaban sin miedo,
creaban su propia moda y eso es lo que tenían que ver en mis maniquís, eche un
vistazo al menaje, todo de color, el blanco o negro no parecían existir, si no
iba combinado con otro color, compre dos fuentes, estaba un poco escasa de
menaje, también dos buenas copas de vino. Había visto un par de tiendas en el
Corso Buenos Aires de alimentación, fui allí en metro desde el centro, desde
allí cogería un taxi, vi una panadería-pastelería, pase toda la tarde empapándome
de Milán y la vida a la italiana, ya
estaba agotada tenía que volver a casa, ya
eran las seis y media. Entre enfriar el vino y preparar los delicatesen iba a
tardar un rato y no creo que Alessandro llegara más tarde de las siete y media.
Cogí
un taxi, según me bajaba de él, en la puerta de mi piso, mire mi balcón, ahora
mi vida estaba allí, Milán, sus tiendas, mi día a día, mi casa, cada vez estaba
más segura de
que
iba a tardar mucho tiempo en volver a España.
Al
entrar en casa percibí el olor de la fragancia de Alessandro, bueno
prepararemos la
cena
los dos, quizá antes nos duchemos…juntos.
Aprecié
una sombra por detrás de mí, cuando me iba a volver, me agarro de la cintura y
me
puso un trapo en la boca. El olor era fuerte, entro hasta mi nariz y la
garganta me quemaba. Casi al instante sentí que me quedaba sin fuerzas, como si
mis brazos y mis piernas se hubieran vuelto aire, cayeron las bolsas que llevaba en la mano y sentí como
se rompía la botella de vino y la loza. No me podía mover, reconocí la mano de
Aless retirando el trapo, poco antes de que todo se volviera oscuro, perdí el
conocimiento, preguntándome “¿Por qué?”
Me
dolía la cabeza, no podía abrir los ojos y tenía las manos a la espalda. Me di
cuenta
de
que estaba tumbada, mi cabeza estaba apoyada en algo de tela que olía mal, ese
olor me provocaba ganas de vomitar. Oía voces pero no me resultaban conocidas,
miles de preguntas se agolpaban en mi caza y golpeaban como martillos ¿Qué
tenía que ver Aless con todo esto? ¿Dónde estaba? ¿Quiénes eran esos hombres?
¿Qué querían de mí? ¿Por qué?
Las
arcadas venían cada vez más fuertes y no podía vomitar, tenía la boca tapada
con
precinto.
Empecé a convulsionar, escuche con claridad la voz de Aless;
-¡¡se
va ahogar, quitarle el precinto de la boca!!- grito con autoridad.
Yo
no pude verle, tenía los ojos vendados ¿estaría en la misma situación que yo?
Caí
en
la cuenta de que no, él podía hablar, y acababa de darle órdenes a los otros
hombres.
Uno
de ellos me quito el precinto de la boca, le vomite encima, eso no le pareció
nada
bien,
me dio una fuerte bofetada, golpeándome la sien, sentí que me estallaba la
cabeza,
escozor
y calor en la cara;
-¡SERA
HIJA DE PUTA! Primero el vino y ahora me vomita encima.- grito el
tipo,
tan cerca de mí que olí su aliento a tabaco y whisky.
Note
en la boca el sabor dulzón de la sangre, perdí de nuevo el conocimiento.
Luna Soler
0 comentarios:
Publicar un comentario