-tienes
que estar equivocado, no puede ser mi padre, ¿de qué dinero me hablas? ¿a qué
te refieres cuando dices de dónde salía?-cada musculo de mi cara chillaba cada
vez que intentaba moverme.
-en
un principio el abuelo dirigía el tema contrabando de alimentos y todo tipo de
mercancía que hiciera falta en tiempo de posguerra, que en su época eran
difíciles de
conseguir,
cuando el abuelo fue envejeciendo el negocio se convirtió, en la forma de
conseguir
cualquier cosa que alguien pidiera y estuviera dispuesto a pagar su precio.
Por
aquella época tu padre se estaba licenciado en derecho y Lucio que prefirió el
negocio
familiar, estaba empezando a meterse en temas sucios.
-esto
no puede ser verdad… el padre que conocí, no se parece en nada a las personas
que
describes.-me apreté las sienes me dolía mucho la cabeza, pero sentía una gran
curiosidad, en ciertos momentos vividos en mi familia, me saltaban a la mente,
frases, cosas que en su momento no había entendido y ahora…quería saber más, deje que hablara.
- mi
padre me conto, el día que tu padre llego recién licenciado, con tu madre de la
mano,
para decirle al abuelo que se había prometido, el abuelo se estaba recuperando
de
su
primer hiptus, le afecto mucho al habla. Tu padre apenas pudo hablar con él, al
pasar
por
el despacho de Lucio, debió de escuchar una conversación de este, con
unos
tipos, cuando se marcharon, tu padre hablo con él, las voces llegaron hasta la
habitación
del abuelo, yo era un niño y aun lo recuerdo. Tus padres se marcharon de
casa
esa misma noche y no volvieron jamás.
-¿Que
fue del abuelo?- quise saber.-no tuve abuelos, los padres de mi madre ya habían
fallecido
antes de que yo naciera, o al menos eso me dijeron, era difícil saber a estas
alturas lo que era cierto y de los de mi padre di por sentado lo mismo, nadie
los
nombraba.
-se
recuperó, vio desde cierta distancia, lo que Lucio estaba haciendo con el
negocio
familiar,
no le gustaba, pero a los pocos meses, cuando le dio el segundo hiptus, Lucio
aprovecho para el traspaso de poderes, no pudo hacer nada, estaba demasiado
debil… murió hace algo menos de seis meses, siempre tubo a tu padre en mente.
El abuelo siempre le echo mucho de menos, en casi todas nuestras charlas estaba
presente el, tengo la sensación de que yo se lo recordaba.
-¿y
que quiere Lucio de mí? Yo no soy nadie.
Sonrió,
mientras me miraba a los ojos;
-en
eso te equivocas, pero eso es otra historia, debes descansar.- lleno una
jeringuilla de
un
tubito y me lo inyecto en el brazo, no tenía fuerza para intentar resistirme;
-¿Qué
es eso? ¿Qué me has puesto?-pregunte sin ganas.- ¿más medicinas? ¿Drogas?
Estaba
a su merced
-antiinflamatorio
y paracetamol, la cara se está inflamando mucho, voy a por más hielo.-
dijo
levantándose de la silla.
Con
gran esfuerzo moví el brazo para agarrar su mano;
-no
te vayas…- no lo pretendía en exceso, pero mi voz sonó desesperada.
-
puedes dormirte tranquila, Daniela, no permitiré que te vuelva a poner la mano
encima,
voy a por hielo y permaneceré en la habitación hasta que despiertes.- dicho
esto
me
dio un beso en la frente.
¿Por
qué me besa...? Debí de dormirme al instante, porque no
recuerdo que volviera y me pusiera hielo.
Pase
dos días entre inyecciones y largas horas de inconsciencia, el aspecto de mi
cara había mejorado, o eso pensaba, dolía menos al gesticular y la tortura solo
persistía en la costilla. Alessandro se había pasado día y noche conmigo,
contándome un montón de anécdotas de la familia, sobre todo del abuelo, se
notaba que lo había querido mucho.
El
último año había vivido con él en la casa de la Toscana, me contó como vareaban
los
árboles
para la recogida de la aceituna, presumió con entusiasmo del oro líquido, que
fabricaban. Se veía que había sido él, quien había cuidado del abuelo,
regentado la finca, de olivos y tierras de siembra, por supuesto nada que ver
con las patentes de internet, software, hardware, ese es su hobby, como me
confeso;
-¿pretendes
que confié en ti? no sé si es una pregunta o una afirmación, no puedo, es imposible
me has mentido, manipulado, me has entregado a Lucio, no sé quién eres, no te
conozco, las historias familiares que me cuentas solo las conoces tú, yo no
tengo a nadie vivo a quien poder preguntar.
Lo
tenía tumbado a mi lado en la cama yo dentro de las sabanas y el encima, a
duras
penas
mantenía la manos quietas;
-si
me conoces, he cometido un error, el peor he fallado a mi abuelo, encima he
mentido
y he
puesto en peligro a la mujer de la que estoy enamorado, no sé cómo hacer, no
más
bien
es… que decirte para que confíes en mí. Yo soy el primero que siente vergüenza,
al
oírme decirte que lo lamento, que me arrepiento, que me disgusta profundamente
haberte
fallado, me sonaría ficticio, si lo escuchara yo. Pero te prometo por mi
abuelo,
que
seguramente me estará viendo desde ahí arriba que te sacare de esta y te
demostrare
que
soy buena persona. Resultaba extraño ver a un hombre tan grande, sincerarse
así, se pasó los dedos entre el pelo, agobiado;
-no
entiendo que te empujo a creer a Lucio ¿por qué has hecho esto?- no podía ser
tan
fácil,
necesitará más información, más pruebas.
-sé
que sonara ridículo, pero no sé cómo me convenció de que tu padre, te había
contado
todo
sobre la familia y que intentabas vengarte quedándote con toda la herencia,
cuando
Lucio
descubrió que la herencia la teníamos entre tú y yo al cincuenta por ciento,
empecé
a ver cosas que no me gustaron. Cuando tus padres fallecieron sospeche de él y
tuve
más curiosidad por ti…llevo desde entonces observándote desde la distancia, en
algún momento tuve miedo de que te pudiera hacer algo a ti también y solo
podría verlo si yo estaba metido en todo el medio, ver sus movimientos en
primera fila.
Noto
el escalofrió que sentí, me agarro la mano;
-creo
saber cuál es su plan.- prosiguió con voz calmada.- a mí me dejara mi parte,
mientras
se apropia de la tuya y me quitara del medio pasado un poco de tiempo, una
vez
muerto, se quedara todo.
-nos
matara a los dos, dejando un tiempo prudencial para no levantar sospechas. Pero
hay
algo que no entiendo Alessandro.
-dime…
-¿para
qué necesita el esta herencia? debe de ser un hombre muy rico, tendrá su propio
imperio
¿porque hace esto?
-buena
pregunta, esto lo sé desde hace un par de semanas, se ha ido asociando con
distintas
mafias para conseguir más territorio, pidió dinero a prestamistas, para pagar
sobornos
y mercenarios. Esa deuda la ha comprado la mafia y si no paga lo perderá
todo.
-pensemos,
dices que me tiene que llevar al notario en persona para que firme la renuncia
¿cuándo es la cita con el notario? –pregunte, sacando los brazo de
debajo
de las sabanas, la costilla se resintió.- Alessandro ¿Lucio está en la casa?
-no,
porque…-pregunto incorporándose.
-necesito
una ducha y después te cuento lo que se me está ocurriendo.-pensare mejor
después
de ducharme, me dije para mí.
Sonrió,
dio la vuelta a la cama para ayudarme a incorporarme;
- se
lo que estas pensado, tenemos que salir de aquí, luego hablamos, vamos a la
ducha
¿te
dejo otros calzoncillos?
-me
temo que sí, no tengo otra opción ¿no?- dije sonriendo por primera vez.- si
tienes algo más pequeño…
-me
temo que no, espera aquí, ahora vuelvo.-salió de la habitación.
Le
espere de pie un poco mareada por el cambio de postura, la ducha me sentaría
bien,
olía
a tigre. Alessandro volvió a los pocos minutos.
-ven
solo están Luca y Antonio, no nos ocasionaran problemas.
Fuimos
al baño entramos los dos y cerró la puerta con llave y pestillo, coloco una
silla
que
había traído al baño, de contra fuerte para más seguridad, se volvió hacia mí y
empezó
a desnudarme, yo me avergoncé, lo noto;
-¿qué
sucede?
- me
da avergüenza…
-¿Qué
te desnude? ¿Por qué? Ya te he visto…así.- en ese momento, me acababa de
bajar
los pantalones, estaba con sus gallumbos holgados y la venda de las costillas,
que
me
tapaban parcialmente el pecho.-vale, quizá así no.- nos reímos los dos y me
relaje un
poco.
Sentía
como si me viera desnuda por primera vez, quito el vendaje y bajo los calzones,
entonces
empezó a desnudarse él;
-¿qué
haces? ¿Qué pretendes?- dije casi gritando.
-ssshhh…
calla o vendrán esos a ver qué pasa, ¿Qué? Yo también necesito ducharme y
tú
según estas no puedes hacerlo sola ¿te parece bien?- dijo mientras seguía
quitándose
la
ropa.
-
vale…-dije tímidamente, tenía razón.
Me
ayudo a entrar en la ducha, el agua caliente caía sobre nosotros. Me lavo el
cabello y
el
cuerpo, con dulzura y suavidad, me aclaro, haciendo que me relajara por la
caída del
agua
en mi cabeza. Él se dio una ducha rápida, manteniéndome entre él y la pared,
esperando
a que terminara. Me ayudo a salir y me seco con delicadeza para no hacerme
daño
me vendo de nuevo, pude ver el moratón de las costillas.
Me
vistió y cuando lo estaba haciendo el, me di cuenta de que tenía un arma. Le
mire:
-solo
es por precaución.-dijo guardándola a la espalda.
La
idea no me disgusto en absoluto, es más me hizo sentir más tranquila.
-me
cepillas el pelo, me gire para darle la espalda y pude mi cara en el espejo, el
labio
partido,
el ojo y pómulo derecho estaban morados;
-créeme,
tiene mucho mejor aspecto y en nada no se notara, te lo prometo.- me cepillo
el
pelo y volvimos a la habitación.
Me
acosté, volví a quedarme dormida a los pocos minutos. Al despertar Aless estaba
a
mi
lado con un medio sándwich en las manos y otro medio en la mesilla, para mí;
-buenas
noches dormilona.
-
¿Qué hora es? ¿Eso es para mí?- dije señalando en sándwich.
-son
algo más de las doce y media de la noche, has dormido unas seis horas, si es
para
ti,
espera ¿quieres incorporarte?- me ayudo a sentarme al borde de la cama de
frente a
el.-
creo que todavía tenías restos de la medicación que te puse, has dormido
profunda,
sin
pesadillas, se te ve descansada ¿cómo te encuentras?
-me
siento genial, hasta creo que me duele menos la costilla, claro que me dopas
hasta
las
orejas y duermo como un bebe, bueno cuenta que le has sacado a esos dos.
-
como hablamos justo antes de que te quedaras dormida, me fui al salón con
ellos,
después
de dos cervezas, me entere de que Lucio vuelve mañana por la tarde y ya se
queda
hasta el viernes. Así tenemos que marcharnos cuanto antes.- dijo mirándome con
seriedad.
-esta
noche, no me mires así, aguantare, si tenemos transporte… ¿hay algún coche
fuera?
-sí,
el de Luca, pero no he podido mirar cómo anda de gasolina.- dijo en tono
preocupado.
-mejor
arriesgar con un depósito de gasolina, que con Lucio, dos días encerrada con
él,
dudo
que saliera con vida… por mucho que necesite mi firma de renuncia de la
herencia
del abuelo… tu tres cuartos de lo mismo.
-¿Cómo?
-nada
dichos españoles, nos vamos ¿están dormidos? ¿Las llaves del coche?
-acaba
el sándwich, despacio.- dijo, viendo como engullía el sándwich.- las llaves del
deportivo
las tengo yo.- dijo mientras me mostraba un llavero.- tengo algo de dinero,
para imprevistos.
-¿estás
de coña no? ¿Un deportivo? Nos detendrían a los cinco minutos…
-tiene
un coche diminuto… esto es un dicho italiano, ante una mierda de coche así.
-ok
vámonos, coge las cazadoras por si acaso.-me detuvo un momento.
-espera,
vi en el cuarto de baño algo que perece maquillaje, debe de ser de la novia de
alguno
de estos, debes maquillarte los moratones de la cara, sino llamaras la
atención.
-necesito
un espejo o tendrás que hacerlo tu ¿de qué tono es?- me mostró el tubo, tenía
un tono claro.-perfecto, si no
obtendríamos el efecto contrario.
Me
lo dio el, con tanto mimo, que casi le quito el tubo de las manos.
Salimos
de la habitación sin hacer ruido, se oía en el silencio, la respiración
acompasada
de
los dos hombres, anduvimos por el largo pasillo hasta llegar a la cocina, tenía
una
puerta
sin pestillo, que chirrió al abrirla. No notamos ningún cambio en la
respiración
de
los dos tipos, Alessandro la cerro con más cuidado;
-toma
monta tú en el coche y quita el freno, no quiero arrancarlo aquí, así que lo
empujare.
-vale…
siento no poder ayudarte…
-tranquila
este coche no pesa nada.- fue empujando el vehículo mientras yo movía la
dirección,
para no salirnos del camino. Era noche cerrada y apenas se distinguía nada,
claro
está, no podíamos dar las luces.
Cuando
pasamos el claro y llegamos a unos árboles, creí que ya era el momento de
arrancar
el coche. El vehiculó arranco con suavidad, pero sonó como un trueno en plena
noche.
No hubo movimiento en la casa, debíamos aprovechar las horas que pudiéramos
sacar
de ventaja. El coche no era muy rápido.
En
cuanto salimos a carretera, Alessandro me obligo a parar, conduciría el, no
quería
que
forzara:
-me
encuentro bien, yo he dormido, tu llevas días sin descansar.- le dije enfadada.
-conduciré
yo y punto.-dijo con voz seria.- yo conozco la carretera, no tengo una costilla
fracturada,
y si he dormido.
-¡hala!
ya está todo dicho, tienes unos coj… que te den.- dije apoltronándome en el
asiento
del copiloto, con los brazos cruzados, sabiendo que él tenía razón y mas
enfadada
por eso.
No hablamos en
las horas que siguieron, él fue cambiando de emisora, yo me dormí a intervalos
cortos de tiempo hasta que sobre las seis de la mañana paramos a desayunar en
un bar de la gasolinera donde repostamos;
-¿denunciaran la
desaparición del coche?
-¿vaya
ahora me hablas? Yo tengo cojones, pero tu… ¡¡ los tienes cuadrados…!! - me
miro
directamente a los ojos, con una expresión que no supe descifrar y me cruce de
nuevo
los brazos mientras esperaba al desayuno.- dudo que denuncien nada,
seguramente
será robado, y le habrá cambiado la matricula. El problema está en que
ellos
saben cuál es el coche y a donde nos dirigimos.
En
ese momento llego la camarera, y nos puso dos desayunos americanos, huevos,
salchichas
y bacón y dos tazas de café humeante que olía genial. La chica le dio un
repaso
general ha Alessandro, este me miro a mí, entre chulo y provocador, le mostré
mi
dedo, con insistencia, la camarera se marchó con la cabeza baja y Alessandro se
rio;
-que
mal carácter tienes… pelirroja.
-come
y calla, quieres.-dije dirigiéndome a dos manos hacia el plato.
-
tenemos que hablar de lo que haremos al llegar a Milán.
-¿tienes
teléfono móvil?
-si…
-¿y
el teléfono del notario?
-si
¿por quién me tomas? Y para ya quieres, pareces un cerdito.- casi me había
comido
ya
medio plato.
-¿cuantos
kilómetros nos quedan? Hip… perdón…hip.- se me había hecho un nudo en
el
estómago, me entro hipo, intente respirar más despacio.
-nos
quedan más o menos, doscientos cincuenta, había casi setecientos cincuenta
desde
Barletta
¿Qué sucede?
Estaba
pálida mirando a la ventana, miraba como Lucio y otro tipo bajaban de un coche
y se
dirigían a donde estábamos nosotros.
Luna Soler
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