Ojos Hambrientos. Capitulo 13

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El vuelo salió a su hora, esta vez volé a Linate, tarde mucho menos tiempo en
llegar a la cuidad, fui directa a mi apartamento, en la espera de mi vuelo en Madrid mande un mensaje a  Basile, para que estuviera pendiente de mi llegada para darme las llaves.
Ya en el aeropuerto de Milán, había hablado con él, para comentarle mi llegada, me estaba esperando en la puerta con una sonrisa. No es por nada, pero que bonito era mi piso, pasamos revista a la casa, estaba muy limpia, las cajas que había enviado, estaban el perfecto estado, esperándome a que las desembalara.

Me despedí de Basile agradeciéndole  su gran trabajo, no es fácil dar con un profesional como el, después de un apretón de manos me entrego las llaves. Justo en ese momento vibro mi teléfono, un sms, como no, era Alessandro, tenía telepatía, le llame;
-¡HOLA!- chille ansiosa, nuestra relación había mejorado mucho desde la charla. Sentía
que podía confiar él, nos habíamos abierto más, no solo era sexo telefónico, bueno no tengo ni idea de cómo llamarlo.
-Hola ¿Dónde estás? ¿Ya has llegado a Milán?
-estaba pensando en ti en este momento.- escuche una risita por el teléfono, tontamente
sonreí yo también.- Alessandro la casa es preciosa, me gusta más que la primera vez
que la vi…
-siempre tan exagerada…ya pareces italiana.
Reí, desde el otro lado del teléfono.
-estas feliz…
-¿cuando llegas tú?
-pues llego esta noche, pero tengo un problema…
-¿Cuál? ¿Puedo hacer algo?- pensé ¿quizás se había echado para atrás?
-no quiero obligarte.
-¿obligarme a qué?
-hay a una feria de telefonía y están completos todos los hoteles, sé que suena increíble
pero es…
-no, no, te creo, a mí me ha pasado, dormir en un hotelucho por no haber nada libre y
dar gracias ¿y qué vas hacer?
-pues le he dicho a mi empresa, que tengo un amiga que vive en Milán que “quizá”
estaría encantada de dejarme dormir en su sofá
-¿y que amiga es esa? ¿La conozco? ¿Qué clase de amiga es?
-es una amiga muy especial, con derecho a roce, si ella se deja.- mi risa sonó por el
teléfono.
 Ya tenía los nervios plantados en el estómago, como una quinceañera.
-¿y ya le has comentado el tema?
- si
-¿Y?
-estoy esperando su respuesta, vamos Daniela solo serían dos días, el lunes ya podría
encontrar hotel, la feria acaba el domingo, hum…no se ¿si te pago el hospedaje con
sexo?
-ya, se dice muy bien… pero… tendría que ser del bueno
-¿lo dudas?
Nerviosa sin saber que contestarle, con mil ideas pasándome por la cabeza, le solté la
primera tontería que me vino a la cabeza;
- me encanta hacerme de rogar, pero me es imposible negarme, si,  por supuesto que puedes quedarte tonto. ¿A qué hora llega tu vuelo? ¿Quieres que te vaya a buscar al aeropuerto?
- no, no te preocupes, me dejan  un coche de la empresa en el aeropuerto. Llegare a eso de las 8:30, cojo el coche y me voy directo a tu casa.
Por extraño que parezca, esa última frase me gusto como sonaba, pero me produjo un
escalofrió.
-¿qué numero era?
-el 2-4, pues te dejo… si quiero que duermas en mi casa esta noche, tendré que quitar
algunas cajas, si no, no vas a entrar, adiós amor.
-así sin más, un adiós amor, a horas de nuestro primer encuentro amoroso, me destrozas
el corazón.- dijo hablando exageradamente.
-tonto, además como bien has dicho, ese encuentro tendrá lugar si yo me dejo…Seguro que tienes la maleta a medias y yo tengo mucho que hacer, empezando por comprar comida, tengo la casa vacía de forma literal, así que confórmate con el adiós amor y a la noche te doy el resto… bueno no se… tendré que pensarlo.
- eso me gusta más, ¿qué te vas a poner…
-adiós.- y colgué el teléfono, mientras todavía oía sus risas.
¡Madre mía! Tenía que comprar comida, colocar alguna caja, hacer la cama y darme
un repaso a mí misma…
Reventada pero monísima a las ocho y media estaba sentada en mi sofá, con comida
precocinada, de aspecto espectacular en la nevera, con un mini vestido con vuelo, de
color azul eléctrico, descalza, me sentía sexy. Me serví una copa de vino blanco del que
iba a servir en la cena, casi todo era pescado y marisco. Hum, estaba bueno, era
espumoso, semidulce, cuando llegara Alessandro estaría en su punto de temperatura perfecto, tenía otra botella en la nevera enfriándose. Escuchando el disco de música suave, sugerente, tan relajada que casi me quedo dormida. No recordaba
esta situación, yo esperando al hombre con el que podía llegar a tener una relación seria,
no estar nerviosa, me sentía confiada, Alessandro era un hombre, se le veía
desenvuelto, maduro, un hombre hecho y derecho, ¿sería verdad que existían algunos
así?
A las ocho cincuenta, sonó el timbre de abajo, salte de un bote del sofá, cuando apreté el
botón para abrir la puerta note el hormigueo en el estómago, como sería el vernos,
resultaba extraño, que se quedara a dormir…ya me extrañaba a mí, aquí están los
nervios… hace dos semanas, cuando estaba cenando con él y  hubiera pensado esto, me
hubiera reído. Sonó el timbre de la puerta y salí de mi embobamiento.

Abrí y ahí estaba el. Con una camisa de lino blanca de manga corta, unos vaqueros, un
fular de color gris claro al cuello y su mejor sonrisa, estaba bronceado, llevaba un bolso
fin de semana de piel marrón, entre las asas, una gastada cazadora vaquera. Me miraba
directamente a los ojos, mi respiración se aceleró, sin que yo me diera cuenta, por fin
hablo;
-puedo pasar.- dijo con su permanente sonrisa en los labios.
-¡perdona! Por favor pasa, te he dejado en la puerta…- le hice el gesto con la mano para
que pasara, detrás de el cerré la puerta.
Tenía pensado enseñarle la casa y así ir rompiendo el hielo para que nos relajáramos,
pero cuando llegamos al salón, soltó bruscamente el bolso y se giró hacia mí, estaba a un paso por detrás de él, me paso su mano por la cintura y me atrajo hacia él, nuestras bocas se juntaron, nos besamos con brusquedad, ansiosos, me sentí desplomar, me sujeto fuertemente y me acerco más a él, ¿eso que notaba era su …?maldita mojigata, él tenía razón no podía ni siquiera pensar en su, “erección” se agolparon en mi todas las
conversaciones que habíamos tenido y quise experimentarlo todo allí mismo en ese
momento, le desabroche el cinturón con ansiedad, los botones de su vaquero, le intente quitar la camisa, torpemente, no me soltaba. Las ganas que teníamos, el deseo y la premura se apoderaron de nosotros. Sentí que sus manos estaban ahora en la cremallera de mi vestido, cuando hubo holgura suficiente cayó al suelo, dejándome en ropa interior, me miro, su mirada me decía que me deseaba, se quitó la camisa, me susurro al oído;
-esto es lo que se llama un cobro por adelantado.- me beso en cuello, suspire. Le di un
pequeño mordisco en la oreja, pareció gustarle, volvimos a besarnos y a trompicones
llegamos al sofá, cuando nos tumbamos, yo ya no tenía sujetador y él había perdido los
pantalones, agarre su cara obligándole a que me mirara, le atraje hacia mi ansiosa por
sentirle, notaba como me humedecía de placer. Puso su mano en mi pecho y fue bajando
por mi cuerpo, besando, lamiendo, su mano estaba entre mis piernas, volviéndome loca,
besaba su cuello, su pecho, mi cuerpo se arqueaba de placer, lo aferraba a mí, sentía sus  manos por todo mi cuerpo. Nuestra respiración era agitada, me miró fijamente un momento;
-Daniela.- esbozo mi sonrisa favorita,  me beso con dulzura, siguió bajando por mi cuello hacia mi pecho, creo que arañe su espalda, colocándose encima de mi cadera, me obligo abrir más las piernas, al penetrar dentro de mí, mi cuerpo se llenó de descargas eléctricas, tensándose, nuestros cuerpos se movían al unisonó. Su boca vagaba de mi boca al cuello, a mis pechos, lamiendo, mordisqueando mi pezón, me volvía loca. Mis manos iban de su cuello, a su espalda. No podía más, mi cuerpo se tensó, llegamos juntos al orgasmo, me sentía  llena y agotada a la vez.

Quería más… Un pequeño roce de su boca en mi pezón, me hizo entrecortar la respiración, nunca había tenido sexo que me hubiera echo abandonar
por completo mi cuerpo, no había vivido la sensación de complicidad y acople que había sentido con Alex . Volvió a repetir el gesto y de mi boca salió;
-más.- mis deseos… se cumplieron.
Extenuados y sudorosos, nos quedamos uno en encima de otro en el sofá, mire el reloj
las once y dieciséis minutos, sonreí, mientras decía;
-tengo hambre ¿y tú?
-me muero de hambre…
-me ducho en un minuto y  preparo la cena.-dije, me dio un pequeño beso en la boca.
-yo pongo la mesa, ve a ducharte.
Me volvió a besar, le devolví el beso, no lo podía creer, ¿quería repetir? ;
-no… no…- dije intentando zafarme de él.- no… me voy a duchar
Me levante del sofá desnuda, sentí sus ojos en mí, con una sonrisa juguetona, me fui al
baño, una ducha de agua  fría me despejaría un poco, estaba un poco dolorida, falta
de práctica, pensé.

Casi había acabado, cuando se abrió la mampara, no pude por menos de observar su cuerpo. Nada más llevaba puesto los vaqueros, me ofreció la toalla al ver
que cerraba el grifo. No soltaba una palabra solo observaba, me sentí intimidada,
cogiéndome la mano me saco de la ducha y me acerco a él, me ayudo a secarme con
gestos  íntimos. Ante la proximidad, oía su respiración, sentía su calor,
me excite. Tiró la toalla al suelo dejándome vulnerable:
-me gusta como huele tu piel.- dijo con voz ronca mientras depositaba suaves besos en
mi cuello y el mentón. Mi cuerpo flotaba entre la relajación de sus besos, el agotamiento
y no haber comido en horas, me sentí desfallecer, suspire profundamente.
Me apoyo la espalda en la pared, el frescor de los azulejos me despejo un poco, su boca se iba acercando cada vez más a la mía, le agarre del cuello, mirándole, lo acerque a mí, le bese, pillándolo por sorpresa, se aplasto contra mi cuerpo, casi dejándome sin respiración. De repente paro, quedándose a pocos milímetros de mí, acercaba su boca abierta, cuando yo me acercaba, él se alejaba con una sonrisa;
-bésame.- Apoye la cabeza en la pared, él se acercó de nuevo, aferrándome el cuello, me aproximo a él, besándome de nuevo;
-me vuelves loco.- respiro hondo.-no puedo más.-su voz denotaba disgustó.- necesito
comer.- me acerco el albornoz, para que me lo pusiera.

Cuando llegamos al salón, los platos de marisco estaban repartidos ya por la mesa, no

quedaron ni las migas. Esa noche dormimos en la cama, desnudos, con mi cabeza sobre su pecho, escuchando su respiración. 

Luna Soler

Luna Soler

Escritora

Soy Luna Soler. Una escritora novel con muchas inquietudes y muchas cosas que contar, algo tímida, inconformista y soñadora empedernida. Como mi nombre indica: luna y sol, sol y luna. Contraste en estado puro.

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