Fueron
pasando los días, semanas, el tiempo me fue curando, tranquilizando, suavizando la pena, el período iba transcurriendo
monótono, siempre la misma rutina, madrugar, colocar la nueva colección, comer
todos juntos, otra vez trabajo, al final de la tarde, gimnasio, para quemar la
sensación de impotencia y vacío.
Cuando me quise
dar cuenta habían pasado seis meses, la casa de mis
padres acababa de ser vendida, me toco rebajar el precio, pero la venta de
pisos antiguos no era fácil. Ya no había ataduras, pero sentía que había
quemado el último recuerdo vivo de ellos;
-Daniela,
ha dicho Juan que nos espera en la cafetería, que está solo en la tienda,
está
muy pillado de tiempo.- me dijo lucia mientras cobraba a una clienta, cerca de
donde montaba yo un maniquí.-él se adelanta, va comiendo y que nosotras
vallamos según terminemos.
- en
quince minutos estoy.- le conteste, poniendo cara de que tenía hambre.- termino
este
maniquí y ya.
-yo
también termino ya, la que tardara más será Ana, le dejare una nota, hoy le ha
tocado colocar el almacén, quizá le toque comer aquí.
Cuando
entramos lucia y yo a la cafetería, vimos a Juan estaba sentado en una mesa para cuatro, junto
a la cristalera, nos hizo un gesto para que nos acercáramos;
-bien,
por fin llegáis.- dijo mientras cortaba un trozo de su filete de pollo a la
plancha.-
pensaba
que al final me tocaba comer solo.
- hemos tenemos mucho jaleo, me a tocado cambiar todos los merchán interiores.-
dije mirándole mientras comía.-estoy hambrienta.-le robe una patata frita de su
plato.
-¡eh!
Que son mías, yo también tengo hambre.-sonriendo, se incorporó y nos dio un par
de
besos a cada una.
¡Dios
porque no es heterosexual! O ya puestos bisexual así al menos me tocaba un
poquito. Nos sentamos, pedimos la comida y me dispuse al interrogatorio,
llevaba varios días detrás de unos asuntos laborales, no había querido
adelantar nada hasta que tuviera algo seguro;
-bueno
Daniela, cuenta ¿qué te dijo Valeria?- dijo Lucia inquieta, dando pequeños
golpecitos
con los dedos en la mesa. Juan asintió, pidiéndome lo mismo, mientras seguía
comiendo con rapidez.
Me estaban poniendo nerviosa, Valeria era una chica italiana,
que había conocido una noche de fiesta en Salamanca, ella estaba haciendo
prácticas en la universidad, estuvo cono seis meses, nos hicimos buenas
amigas, daba igual que hiciera años que no nos viéramos, cuando coincidíamos,
era como si el día anterior nos hubiéramos visto.
Me
llamo cuando el fallecimiento de mis padres y desde entonces el contacto había
sido más frecuente. Ella trabajaba en Milán, de dedicaba a encontrar lo que las
empresas necesitaban, como una empresa de trabajo temporal a más alto nivel, la
ofertas eran dentro del mundo de la
moda, distribución y comercio, alguien requería un comercial, un representante,
una modelo, un escaparatista, la contrataban a ella, conocía a todo el mundo,
era una forma de contratar un buen profesional, aunque no fuera de ese mismo
país.
- no
ha querido contarme nada en toda la mañana ¿Juan tu sabes algo?- dijo Lucia.
-no,
ni la más mínima idea.-dijo Juan sonriendo maliciosamente.
Sonreí,
no sabía cómo empezar;
- os
tengo que contar un par de cosas, antes de contaros lo de Valeria, quiero comentaros otra cosa.-hice una pausa inconscientemente, eso les inpaciento.
-sigue
Daniela.- dijo Juan.
Uf,
que complicado, de ambas cosas había esperado hasta el último momento para
decírselo a ambos, no se el porqué, quizá antes de decir nada necesitaba saber
cómo terminaban. Ese silencio lo hacia todo más complicado, parecía que había
tratado los temas con frialdad y era todo lo contrario, en fin, cuanto
antes lo suelte mejor, mire a ambos estaban atentos;
-la
primera es que tengo veredicto por el juicio de mis padres.- los mire, esperaba
que me interrumpieran, no lo hicieron, el tema había girado alrededor de mi vida
durante los últimos seis meses - me decantado por la indemnización económica, en vista de que
al asesino de mis padres, iba a resultar muy difícil meterlo en la cárcel.- se
me hizo un nudo en la garganta, por un instante no pude hablar.
-
¿estás bien?- dijo Juan cariñosamente, poniendo su mano encima de la mía.
En
ese momento llego el camarero con nuestros platos, mientras servía, note como
mis amigos me observaban, sabían la
rabia que todavía me provocaba este tema,
tenían
tantas ganas como yo de que esto terminara de una manera u otra.
-entonces.-
continúe.- por mutuo acuerdo de las compañías, han pactado una indemnización, por lo que he podido informarme por conocidos
que saben del tema, la cantidad es algo más alta de lo normal, el juez ha sido
más duro con el asesino de mis padres.-hice una pausa, con tono más
colérico
continúe.- eso no es lo que valen para mí la vida de mis padres.-volví a
guardar
silencio.-
llega un momento en el que te das cuenta, que esto es puro trámite, papeleo y
pactos.
Se convierte en dinero, en una cifra, que una de las aseguradoras tiene que
soltar
y
punto.
-es
tan frió que da miedo.- dijo Lucia mirándome directamente a los ojos, con
expresión sombría.
- lo
que da miedo, es que llega un momento en el tú misma no puedes más y buscas que
esto
acabe, que termine y no te importa lo que te pagan, es como… no sé, no hay ni
emoción,
aparcas el odio, por no seguir sumergida en el dolor, quieres pasar página.
-
pero eso es normal, bastante mal lo has pasado, teniendo que revivirlo, cada
vez que había una novedad en el juicio.- dijo Juan.
-
aunque en su momento, lo único que quería es que ese cabrón fuera a la cárcel,
ahora
me
consuelo con la idea, de que tenga sentimiento
de culpabilidad, que lo dudo, le dije a mi abogado, que la única cosa que no
negociaría, es que ese hombre volviera a conducir, retirada del carnet de
conducir, por el resto de su vida, eso lo he conseguido.
- me
alegro Daniela, me alegro, de que esto por fin haya acabado.- dijo Lucia.
- de
que te paguen, de que ese tío no pueda coger un coche, y espero lo mismo que
tú, que albergue sentimiento de culpabilidad,
que tenga remordimientos.- dijo Juan terminando su café.- ese dinero te vendrá muy bien, bueno yo no
soy religioso, pero Dios repartirá
justicia ¿no?
-
quiero pensar eso, créeme Juan, además como sabéis la casa se vendió por menos
de lo
que
pagaron mis padres, en su momento. La hipoteca que tenía el piso, no la subrogo
el
nuevo
propietario, después de liquidar gastos de la herencia, quedo una deuda, a la que tengo que hacer frente cada
mes. Este dinero solucionara los problemas, me han comentado que en un mes o
dos todo estará solventado. Lucia y yo pedimos nuestras infusiones, cuando nos
terminamos el plato combinado, yo apenas lo había probado, el hambre se
convirtió en un nudo en el estómago;
-bueno
chicas me voy.- dijo Juan, levantándose.
-
espera dame unos minutos, ahora viene la buena noticia de verdad -dije
agarrándole
del
brazo y obligándole a sentarse.
-
tienes cinco minutos, estoy solo y abro en diez minutos.- dijo con cara de
pillo,
apuntado
con el dedo al reloj.- y el tiempo está corriendo.
- con
estas prisas ya no sé si contarlo.- las vacaciones del compañero en la tienda
donde trabajaba Juan, acortaba sus horarios de descanso justo en una época en
que yo necesitaba a mis amigos más que nunca.
-lo
se Dani, cuenta lo más importante.- dijo Juan como si hubiera leído mis
pensamientos.
- los dos sabéis
que hable con Valeria esta mañana, os dije que se
había enterado de
que
necesitaban gente en la empresa que monta todos los escaparatismos de los
almacenes
La Rinaceste. Le envié mi currículo y el bock… y resulta que quieren
conocerme.
Valeria me ha dicho en confianza, que es para ofrecerme el puesto. Seria de
jefa
de área, me tocaría viajar por parte de Italia.- me pare al ver sus caras, puse
más
énfasis
y alegría a mis palabras, a ver si así lograba cambiarlas.- pero chicos sería
fantástico, el cargo, todo lo que abarcaría mi trabajo ¡yo diseñaría los
merchan que se expondrían en todos los La Rinacente!
Los
mire a ambos, se miraban entre ellos, sonreían y me miraban;
-¿que pasa, no
decís nada?… entiendo que penséis que es un riesgo, aquí estoy fija, allí iría
de
nuevas,
podría salir mal, estaría en otro país, ¡pero la oportunidad seria increíble!
-estamos muy felices por ti.- dijo Lucia.- es una oportunidad única, pero nos da
pena
que esa oportunidad, te salga lejos de nosotros, no sé qué vamos hacer sin ti,
si te
dan
el puesto y te marchas…
Juan
se levantó me dio un beso en la mejilla, me sujeto los hombros y me dijo;
-me
alegro mucho, ya era hora de que lograras esta oportunidad, a la noche hablamos
en
casa, odio tener que irme, en este
momento.- me volvió a besar la mejilla. Sus ojos me decían que estaba triste y
contento a la vez.
Diez minutos más
tarde nosotras también volvimos a trabajar, extrañas con esa sensación, de que
algo que va cambiar nuestras vidas, está por llegar.
Luna Soler
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