Ojos Hambrientos. Capitulo 3

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Fueron pasando los días, semanas, el tiempo me fue curando, tranquilizando, suavizando la pena,  el período iba transcurriendo monótono, siempre la misma rutina, madrugar, colocar la nueva colección, comer todos juntos, otra vez trabajo, al final de la tarde, gimnasio, para quemar la sensación de impotencia y vacío.

Cuando me quise dar cuenta habían pasado seis meses, la casa de mis padres acababa de ser vendida, me toco rebajar el precio, pero la venta de pisos antiguos no era fácil. Ya no había ataduras, pero sentía que había quemado el último recuerdo vivo de ellos;

-Daniela, ha dicho Juan que nos espera en la cafetería, que está solo en la tienda,
está muy pillado de tiempo.- me dijo lucia mientras cobraba a una clienta, cerca de donde montaba yo un maniquí.-él se adelanta, va comiendo y que nosotras vallamos según terminemos.
- en quince minutos estoy.- le conteste, poniendo cara de que tenía hambre.- termino
este maniquí y ya.
-yo también termino ya, la que tardara más será Ana, le dejare una nota, hoy le ha tocado colocar el almacén, quizá le toque comer aquí.

Cuando entramos lucia y yo a la cafetería, vimos a Juan  estaba sentado en una mesa para cuatro, junto a la cristalera, nos hizo un gesto para que nos acercáramos;
-bien, por fin llegáis.- dijo mientras cortaba un trozo de su filete de pollo a la plancha.-
pensaba que al final me tocaba comer solo.
- hemos tenemos mucho jaleo, me a tocado cambiar todos los merchán interiores.- dije mirándole mientras comía.-estoy hambrienta.-le robe una patata frita de su plato.
-¡eh! Que son mías, yo también tengo hambre.-sonriendo, se incorporó y nos dio un par
de besos a cada una.
¡Dios porque no es heterosexual! O ya puestos bisexual así al menos me tocaba un poquito. Nos sentamos, pedimos la comida y me dispuse al interrogatorio, llevaba varios días detrás de unos asuntos laborales, no había querido adelantar nada hasta que tuviera algo seguro;
-bueno Daniela, cuenta ¿qué te dijo Valeria?- dijo Lucia inquieta, dando pequeños
golpecitos con los dedos en la mesa. Juan asintió, pidiéndome lo mismo, mientras seguía comiendo con rapidez.
 Me estaban poniendo  nerviosa, Valeria era una chica italiana, que había conocido una noche de fiesta en Salamanca, ella estaba haciendo prácticas en la universidad,  estuvo cono seis meses, nos hicimos buenas amigas, daba igual que hiciera años que no nos viéramos, cuando coincidíamos, era como si el día anterior nos hubiéramos visto.
Me llamo cuando el fallecimiento de mis padres y desde entonces el contacto había sido más frecuente. Ella trabajaba en Milán, de dedicaba a encontrar lo que las empresas necesitaban, como una empresa de trabajo temporal a más alto nivel, la ofertas eran dentro del mundo  de la moda, distribución y comercio, alguien requería un comercial, un representante, una modelo, un escaparatista, la contrataban a ella, conocía a todo el mundo, era una forma de contratar un buen profesional, aunque no fuera de ese mismo país.
- no ha querido contarme nada en toda la mañana ¿Juan tu sabes algo?- dijo Lucia.
-no, ni la más mínima idea.-dijo Juan sonriendo maliciosamente.
Sonreí, no sabía cómo empezar;
- os tengo que contar un par de cosas, antes de contaros lo de Valeria, quiero comentaros otra cosa.-hice una pausa inconscientemente, eso les inpaciento.
-sigue Daniela.- dijo Juan.
Uf, que complicado, de ambas cosas había esperado hasta el último momento para decírselo a ambos, no se el porqué, quizá antes de decir nada necesitaba saber cómo terminaban. Ese silencio lo hacia todo más complicado, parecía que había tratado los temas con frialdad y era todo lo contrario, en fin, cuanto antes lo suelte mejor, mire a ambos estaban atentos;
-la primera es que tengo veredicto por el juicio de mis padres.- los mire, esperaba que me interrumpieran, no lo hicieron, el tema había girado alrededor de mi vida durante los últimos seis meses - me decantado por  la indemnización económica, en vista de que al asesino de mis padres, iba a resultar muy difícil meterlo en la cárcel.- se me hizo un nudo en la garganta, por un instante no pude hablar.
- ¿estás bien?- dijo Juan cariñosamente, poniendo su mano encima de la mía.
               
En ese momento llego el camarero con nuestros platos, mientras servía, note como mis amigos me observaban, sabían  la rabia que todavía me provocaba este tema,
tenían tantas ganas como yo de que esto terminara de una manera u otra.

-entonces.- continúe.- por mutuo acuerdo de las compañías, han pactado una indemnización, por lo que he podido informarme por conocidos que saben del tema, la cantidad es algo más alta de lo normal, el juez ha sido más duro con el asesino de mis padres.-hice una pausa, con tono más
colérico continúe.- eso no es lo que valen para mí la vida de mis padres.-volví a guardar
silencio.- llega un momento en el que te das cuenta, que esto es puro trámite, papeleo y
pactos. Se convierte en dinero, en una cifra, que una de las aseguradoras tiene que soltar
y punto.
-es tan frió que da miedo.- dijo Lucia mirándome directamente a los ojos, con expresión sombría.
- lo que da miedo, es que llega un momento en el tú misma no puedes más y buscas que
esto acabe, que termine y no te importa lo que te pagan, es como… no sé, no hay ni
emoción, aparcas el odio, por no seguir sumergida en el dolor, quieres pasar página.
- pero eso es normal, bastante mal lo has pasado, teniendo que revivirlo, cada vez que había una novedad en el juicio.- dijo Juan.
- aunque en su momento, lo único que quería es que ese cabrón fuera a la cárcel, ahora
me consuelo con la idea, de  que tenga sentimiento de culpabilidad, que lo dudo, le dije a mi abogado, que la única cosa que no negociaría, es que ese hombre volviera a conducir, retirada del carnet de conducir, por el resto de su vida, eso lo he conseguido.
- me alegro Daniela, me alegro, de que esto por fin haya acabado.- dijo Lucia.
- de que te paguen, de que ese tío no pueda coger un coche, y espero lo mismo que tú, que albergue  sentimiento de culpabilidad, que tenga remordimientos.- dijo Juan terminando su café.-  ese dinero te vendrá muy bien, bueno yo no soy  religioso, pero Dios repartirá justicia ¿no?
- quiero pensar eso, créeme Juan, además como sabéis la casa se vendió por menos de lo
que pagaron mis padres, en su momento. La hipoteca que tenía el piso, no la subrogo el
nuevo propietario, después de liquidar gastos de la herencia, quedo una  deuda, a la que tengo que hacer frente cada mes. Este dinero solucionara los problemas, me han comentado que en un mes o dos todo estará solventado. Lucia y yo pedimos nuestras infusiones, cuando nos terminamos el plato combinado, yo apenas lo había probado, el hambre se convirtió en un nudo en el estómago;
-bueno chicas me voy.- dijo Juan, levantándose.
- espera dame unos minutos, ahora viene la buena noticia de verdad -dije agarrándole
del brazo y obligándole a sentarse.
- tienes cinco minutos, estoy solo y abro en diez minutos.- dijo con cara de pillo,
apuntado con el dedo al reloj.- y el tiempo está corriendo.
- con estas prisas ya no sé si contarlo.- las vacaciones del compañero en la tienda donde trabajaba Juan, acortaba sus horarios de descanso justo en una época en que yo necesitaba a mis amigos más que nunca.
-lo se Dani, cuenta lo más importante.- dijo Juan como si hubiera leído mis pensamientos.
- los dos sabéis que hable con Valeria esta mañana, os dije que se había enterado de
que necesitaban gente en la empresa que monta todos los escaparatismos de los
almacenes La Rinaceste. Le envié mi currículo y el bock… y resulta que quieren
conocerme. Valeria me ha dicho en confianza, que es para ofrecerme el puesto. Seria de
jefa de área, me tocaría viajar por parte de Italia.- me pare al ver sus caras, puse más
énfasis y alegría a mis palabras, a ver si así lograba cambiarlas.- pero chicos sería fantástico, el cargo, todo lo que abarcaría mi trabajo ¡yo diseñaría los merchan que se expondrían en todos los La Rinacente!
Los mire a ambos, se miraban entre ellos, sonreían y me miraban;
-¿que pasa, no decís nada?… entiendo que penséis que es un riesgo, aquí estoy fija, allí iría de
nuevas, podría salir mal, estaría en otro país, ¡pero la oportunidad seria increíble!
-estamos muy felices por ti.- dijo Lucia.- es una oportunidad única, pero nos da
pena que esa oportunidad, te salga lejos de nosotros, no sé qué vamos hacer sin ti, si te
dan el puesto y te marchas…
Juan se levantó me dio un beso en la mejilla, me sujeto los hombros y me dijo;
-me alegro mucho, ya era hora de que lograras esta oportunidad, a la noche hablamos
en casa, odio  tener que irme, en este momento.- me volvió a besar la mejilla. Sus ojos me decían que estaba triste y contento a la vez.


Diez minutos más tarde nosotras también volvimos a trabajar, extrañas con esa sensación, de que algo que va cambiar nuestras vidas, está por llegar. 

Luna Soler

Luna Soler

Escritora

Soy Luna Soler. Una escritora novel con muchas inquietudes y muchas cosas que contar, algo tímida, inconformista y soñadora empedernida. Como mi nombre indica: luna y sol, sol y luna. Contraste en estado puro.

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