CAPITULO 18
Me tape con la manta y me quede encima de la cama, dando
vueltas a lo que acababa de pasar y a lo que había sentido, me abrace
intentando guardar sus caricias, su calor en mi piel, pasados unos minutos me
quede dormida.
Cuando desperté ya había anochecido, llame al servicio, quería
darme un baño, me llenaron la bañera de agua humeante y sales de baño con un
olor empolvado;
-nos confirma el Señor, que la espera para cenar.- debí de
poner mal gesto.- también comento que no tenía prisa.
-decirle que bajare cuando esté preparada.- dije con una
pequeña sonrisa.
A fuera llovía, la sensación de paz me invadió, la lluvia contra el cristal de la
ventana, el agua tan caliente que entumeció mi cuerpo, me hizo perder la noción
del tiempo, para no perderla del todo tenía a mi corazón que latía nervioso, por volverle a ver.
Me vestí de gala, tenía la sensación de que él también lo había
hecho, escogí el color negro con detalles dorados, para resaltar mis ojos, estaban tan brillantes, nunca los había visto de un color miel tan
claro.
Antes de que terminara de bajar la escalera, ya me había
visto, me miraba con aprobación, efectivamente llevaba esmoquin, salió a mi
encuentro, besándome la mano y la mejilla, acelerándome el pulso y llenando mis
manos de un sudor frio;
-Signora, estáis muy bella, el baño os ha sentado muy bien.-
esos ojos verdes, me aceleraban la respiración.
-gracias.- dije haciendo una inclinación de cabeza.
Fuimos hacia la mesa, me acerco la silla, y al acercarse
aspiro mi fragancia;
-vuestro olor es delicioso, Valentina.- tregüe de golpe saliva, para después soltar el aire de golpe, moviendo nerviosa los hombros.- ¿os incomodo?
- no, en absoluto, gracias, podéis sentaros.- marcho al otro
extremo de la mesa, esa distancia entre
nosotros, dejo que entrara aire en mis pulmones.
Fueron llegando los platos que apenas toque, me estomago
estaba lleno, pero no sabía de qué, el tampoco favorecía a que me calmara,
soltando continuamente pullas con connotaciones amorosas o sexuales, que yo no podía
rebatir, por mi ignorancia en ese ámbito, detalle que a él, parecía divertirle.
Cuando me retire decidió acompañarme, al llegar a la puerta
me retuvo agarrándome de la cintura me beso en la boca, puso su mano sobre mi corazón,
que latía como loco, entrelace mis dedos
en su cabello y me acerco a la pared pegándose a mí, me moví incomoda;
-tenéis razón, perdonarme.- dijo retirándose.- estáis
temblando.- añadió en tono preocupado.
-no es nada, no os preocupéis.- exprese como pude, abriendo más
la puerta para entrar en mi habitación.
-buenas noches Valentina, descansar.- dijo haciendo una
graciosa reverencia.
-buenas noches… Giovany .- acto seguido entre en mi habitación.
Era temprano cuando llamaron a la puerta;
-buenos días Señora, en breve le traeremos el desayuno a su habitación
¿desea algo en especial?
-no gracias, lo de siempre ¿el Señor ya ha desayunado?
- si Señora, esta abajo con una visita, ha venido su prima
la Sta. Elisabetta , acaba de llegar de Roma.- dejo de hablar de repente, con
si sintiera que había dado demasiada información.- el Señor quiere que luego
vaya usted al salón, para que se conozcan.
-así lo haré, muchas gracias.
Después de una hora larga me disponía a salir de mi habitación,
vi que pasaban el equipaje de Elisabetta, a la cual identifique enseguida por
tener los mismo ojos de su primo, pero su expresión era más adusta, se paró frente de mí, inicie la conversación por
parecer amable;
-buenos días, soy
Valentina Montanaro, la prometida del Duque.- su cara se contrajo,
haciendo después un gesto de altivez, que borro mi sonrisa al instante.
- eso es imposible Signora, el Duque ya está prometido, conmigo, nos prometimos cuando éramos niños.
Luna Soler
Continuara…
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