La tarde se pasó
rápido, con todo el trabajo que tenía pendiente, cuando llegue a casa, después
del gimnasio, Juan todavía no había llegado. Me di una ducha con agua muy
caliente, prepare la cena para los dos, ensalada, tortilla francesa.
Justo cuando
estaba dando la vuelta a la tortilla, oí la llave en la cerradura;
-¡hola!
hum… que bien huele y que hambre tengo.- dijo Juan.- he cogido un poco de
Salmón ahumado, podemos hacer unas tostas.
-¡perfecto!
pondré el pan a tostar.- dije, mientras el entraba en nuestro salón-cocina.
Nuestra
casa de alquiler era pequeña, sesenta y ocho metros2, dos
dormitorios situados en el pasillo, uno a cada lado, con los metros justos,
para estar cómodo y un baño en la entrada del piso. El final del
apartamento era un salón con un sofá, mesa, varias sillas, una televisión plana
y detrás de una puerta corredera una pequeña cocina, fregadero, mini nevera y
un par de muebles. El piso necesitaba una reforma, pero estaba en una zona muy
buena, hoy en día en Madrid era lo que contaba.
Sentados
ya los dos en el sofá, con toda la cena dispuesta en la mesa baja delante de
nosotros
y un par de riojas que acababa de servir Juan, por fin saco la conversación;
-bueno
adelante, dime todo sobre la súper oportunidad que se acaba de presentar.
Respire
hondo y le mire a los ojos;
- no
sé por dónde empezar, por el trabajo,
por la posibilidad de ir a… Italia,
porque
por fin se valore el trabajo que hago. Por el hecho de que este muerta de
miedo,
porque
allí no conozco a nadie. Por saber que necesito irme de aquí, pero no querer
perderos.-
al llegar a estas palabras cogí su mano, busque sus ojos y le obligue a
mantener
la mirada.- no sé qué hubiera sido de mi durante estos meses sin vosotros,
bueno
que bobada, los tres años y medio que llevo en Madrid.
Sonrió,
acomodándose en el sofá;
-hubieras
sobrevivido, estoy seguro, conozco a poca gente tan fuerte como tú. Se ha
presentado
la gran oportunidad y aunque estés muerta de miedo, sabes que debes
marcharte,
lograras tu espacio. Con lo que has pasado estos últimos meses tengo más
claro
que nunca que debes hacerlo.
Apoye
mi cabeza en su pecho y deje que pasara su mano por mi pelo;
-te
echare de menos Daniela, ni te imaginas cuanto, pero iré a verte a Milán, así
si no
consigo
una pareja aquí, podre ir a buscarme un italiano que me mime.- ambos reímos.
-
podrías hacerte heterosexual, nos haríamos pareja de hecho y te vendrías a
vivir
conmigo,
aprenderías el italiano.- le dije poniéndole un mohín.
-¡¡me
temo querida que eso es del todo imposible!! Con lo estupenda que estas y
viviendo
tanto tiempo juntos, si todavía no he intentado meterme en tu cama, creo que
deberías
tirar la toalla.-entre risas le di un abrazo.
-de
todas formas, habrá que esperar, de momento solo sería una entrevista, nos
estamos adelantando a los acontecimientos.- dije nerviosa.
Al
día siguiente era domingo, pero aun así, nos fuimos a dormir pronto, estábamos
agotados.
No había mucho más que contar, Valeria tampoco había podido especificar más de
cómo podría ser mi oferta de trabajo, entrevista y demás, decidimos ver cómo
iba trascurriendo todo. El miércoles siguiente tenía previsto mi viaje, ella me
iría informando por mail.
Eran
las once de la mañana cuando me levanté, había dormido profunda, la charla con
Juan había tranquilizado un poco, mis pensamientos psicóticos de estos días.
Hice café bien cargado sin despertarle y me fui al sofá con mi café humeante en
una mano y en la otra mi portátil. Cogí un donuts de chocolate y me senté.
En
parte era por mirar si me había escrito Valeria, llevaba un par de días sin mirar los
correos.
Revise mis cuentas, estaban saturados de
correos comerciales y de avisos de face, directamente abrí mi perfil, para ponerme
al día y poder borrar los mensajes. Después de contestar a todo, y colgar cosas
nuevas, revise la cuenta, donde podría haberme escrito Valeria, en efecto allí estaba
un mail;
Ciao
Amore;
¡¡Me
parece increíble que te vea el miércoledi!! Las cosas aquí, siguen por el mismo
camino,
perdona si comento alguno error al escribir, pero mi español está un poco
oxidado, pero cuando vivas aquí me ayudaras a mejorarlo ☺ te envió el horario de tu vuelo ida- vuelta, el hotel le comente
a la empresa, que preferías en el centro, el viaje y hotel lo pagan ellos, si
tienes alguna duda, ponte en contacto conmigo en este mail o mi teléfono.
Domini debes recibir los billetes por
mensajero, adiós un forte abrazo.
Me
iba a tocar madrugar, mi vuelo era a las ocho de la mañana, pero ya contaba con
ello.
La entrevista seria seguida al vuelo. Si realmente me iban a ofrecer el puesto,
mi vida iba a dar un giro de ciento ochenta grados. El alquiler allí tenía que
ser muy caro, tenía que echar números, Madrid, no era barato pero era mi país,
allí no conocía a nadie, excepto a Valeria, ni tiendas donde comprar comida, ni
que gastos acompañaban al alquiler, luz, agua.
Con
lo rico que me había sabido el donuts, con estos dichosos nervios, estaba
empezando
a rodar por mi estómago, decidí salir a correr con la única compañía de mi
música.
Una hora y media más tarde estaba sudada, pero
como nueva, Juan había salido de
casa
y me dejo una nota diciendo que no venía a comer. Me pedí comida china, no nos
había
dado tiempo a comprar y la nevera estaba vacía. Después de comer decidí echar
un
vistazo a mi armario, para ver que me podía llevar, o si hacía falta comprarme
algo.
Vaquero,
zapatos de tacón, una camiseta bonita y americana o vestido, podía mirarme
alguna
camiseta original, tenía que comprar medias, algo de ropa interior nueva, tampoco estaría
mal, podía darme suerte. Tenía que cogerme la sombra de ojos azul eléctrico.
Antes
de que me diera cuenta llego el miércoles, las seis cuarenta y cinco de la
mañana, estaba en el aeropuerto, ya había facturado mi equipaje. Juan y Lucia a
mi lado nerviosos y pensativos;
-bueno
chicos, ha llegado el momento de despedirnos, además voy a volver… solo
son
unos días, prometo manteneros informados, ya sea con llamadas o mensajes
¡prometido!-
me abrace a los dos con fuerza, tenía que despedirme, si alargaba el
momento
me volvería loca, no me gustan las despedidas, aunque sean para dos días.
-
¡Suerte!- dijeron los dos a la vez.
-
mucha suerte, princesa y no te cortes lo más mínimo.- dijo Juan, tirándome un
beso,
según
me dirigía a pasar el control.
Mientras
me quitaba los zapatos y el cinturón, los ponía en una bandeja junto con el
bolso,
móvil y el portátil. Lucia me hacía gesto de que les llamara, una vez que pase
por
el
arco, les mande un beso sonoro con la mano.
Luna Soler
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