Hoy es un día raro, de esos que no han estado mal, pero por
alguna razón,a ultima hora se estropea y te remueve el día. Noticias como es el despido de mi compañera, no perdón ahora
lo llaman terminación de contrato, expandir todo tu optimismo delante de ella, mostrándola
bravuconearía y diciéndole que en nada seguro la vuelven a llamar, mientras te
das cuenta al mirarle a la cara, que ella se siente decepcionada consigo misma,
y solo puede pensar que se ha quedado sin trabajo. O quizá fue por ver por décima
vez, una película romántica, que te hace
recordar un par de cosillas o tres que no tienes y deseas tener, también me influyo, creo, el darme cuenta de lo aburrida y cuadriculada que
es mi vida.
Soy camarera con turnos de diez horas que a veces se
convierten en doce, una rutina semanal , de casa al trabajo y de trabajo a
casa, con una inexistente vida social,
sacudo la cabeza al ver mi reflejo en el cristal de la ventana y me echo la bronca a mí
misma… tía tienes que dejar de ser tan patética, tampoco te puedes quejar, hoy
habido buenas propinas, y ese chico ha vuelto a comer en las mesas de tu zona,
te ha vuelto a poner ojitos y a tragado con esfuerzo saliva cuando le servías,
tienes treinta y ocho años y en algún momento esto cambiara, sobre todo si te
lo propones…
Miro el reloj, casi la una de la madrugada, bebo un sorbo de café caliente y bien cargado, no tengo sueño, cambio la silla de al lado de
la ventana, por el sofá, me tapo con la manta, cojo el libro de
la mesita y me dispongo a seguir leyendo, paso la mano por la tapa, mirando la
portada “Ojos Hambrientos”;
Cuando llegue a
recepción, él estaba esperándome. Tuve tiempo de
obsérvale sin que él
se
diera cuenta. Impecablemente vestido, con un traje negro y camisa blanca, sin
corbata,
sus zapatos nuevamente eran color cuero, pero aparentaban ser más nuevos.
Parecía
más alto, con esa postura seria y tranquila. Espalda ancha, cuerpo perfecto,
pareció
notar que le observaba y se dio la vuelta. Sus ojos parecieron atravesar mi
cuerpo,
me sentí desnuda, una sonrisa torcida se dibujó en su boca, me sentí sexy, así
que
respondí a su mirada con la misma intensidad, no percibí que se movía, estaba
tan
cerca
de mí que escuchaba su respiración.
Me
dio un largo beso en la mejilla;
-
nos vamos tengo reserva para y media.- dijo agarrándome por el brazo
tiernamente.-
he
de suponer, que has conseguido el trabajo, por cómo te has vestido ¿no?- su voz
susurraba
en mi oído.
-hola
a ti también, exactamente.- le dije alegremente, las mariposas campaban a sus
anchas por mi estómago.- eso significa que tengo que pagar yo la cena ¿no?
Ya
junto al coche, abrió mi puerta, di un paso para sentarme, pero el llamo mi
atención, me giro para que lo mirara, la puerta que quedo en medio de los dos,
yo le observaba inocentemente, pendiente de lo que quería de mí. Apoyó los
brazos en la puerta, se me acercó, sus ojos bailaban entre mi boca y mis ojos,
instintivamente moje mis labios, él se acercó un poco más, sentía su aliento.
Abrí mi boca, esperando su beso, cuando estaba a punto de cerrar los ojos, percibí
un movimiento negativo de su cabeza.
Me
quede ahí a la espera de no sé de qué;
-amore,
sería imperdonable dejar que invites tú, estas demasiado encantadora.- soltó un
fuerte
suspiro, y me señalo con la mano que entrara en el coche.- no llevamos ni cinco
minutos
juntos y ya tengo ganas de besarte.
Me
quede con cara de circunstancias y el según daba la vuelta al coche, pensé que
iba
a ser una noche muy larga…
continuara…
“Ojos
Hambrientos”
Luna
Soler
Oleeeeeeeeeee
ResponderEliminarA ver cuando llega el momento de verlo en las librerías.
Te deseo toda la suerte del mundo