Estaba en el taller de Milán, en la planta baja donde tienen
lo boxes los creativos, era cerca de la
medianoche solo quedaba yo, hacia solo un par de horas que había llegado
de mi vuelo de Roma, con las muestras de materiales y telas, me había dirigido
directamente al taller.
También había traído un frasco de perfume que inspiraría la colección
de Alta Costura. Tenía tanta adrenalina y nervios en el cuerpo, que hubiera
sido una bobada irme a casa a intentar dormir.
Tocaba los retales, las texturas, observe el frasco de la
fragancia, era una joya de cristal puro trasparente, con forma de una Orquídea Cattleya, con sus hojas irregulares, lo abrí
para estudiar su aroma, almizclado, floral suave, empolvado, un sutil toque
dulce y un fondo amanerado seco, me inspiraba, elegancia, sensualidad, extrema
femineidad. Volví a las muestras, con el olor de la fragancia en la nariz, empecé
sin darme cuenta los bocetos de los vestidos, con telas en movimiento, mezclas
de distintos materiales para aportarles peso.
La Napa abatanada, era mantequilla en mis manos, ya tenía en
la mente un bolso de grandes dimensiones, con bandolera ancha para cruzar, que
se quedara pegado al cuerpo como si formara parte de él, sería perfecto para el look de pantalones anchos que
acaba de dibujar, necesitaba sandalias joya, no paraba de diseñar, mi mente
estaba embrujada por las notas de Cattleya.
Luna Soler
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