CAPITULO 8
Por fin llego el día, esta noche habría luna llena, por la mañana
cuando volvimos del paseo a caballo le dije al mozo, de forma discreta que
pusiera a mi yegua en el establo más cercano a la puerta, el mozo no se extrañó
y Giovany no se dio ni cuenta, pase el resto del día, entre la costura y
leyendo en la biblioteca, al llegar la noche estaba tan nerviosa que me excusé
para cenar, segura de que el me lo notaria, me mostré indispuesta, con migraña
y malestar en el estómago, estaba tan pálida, que la sirvienta que informo al
Duque, seguro que lo hizo con suficiente convicción.
Estaba casi segura que pasaría por mi habitación, al
retirarse a su cuarto para interesarse por mi estado, así que me metí en la
cama con el camisón y la bata y espere la visita.
Ya era de noche cuando sonaron unos golpes en la puerta;
-sí, adelante.- me salió una voz más chillona de lo que
hubiera querido.
-buenas noches ¿Cómo os encontráis? ¿Necesitáis que avise al doctor?- dijo con
dulzura observando mi cara.- estáis un poco pálida.
-no os preocupéis estoy mejor ya no me duele el estómago,
solo tengo dolor de cabeza.-dije nerviosa al ver que se aproximaba a la cama.
Se sentó a mi lado en el lecho, me puso la mano en la frente
y me tomo el pulso, debía de ir a mil por hora, por los nervios de su gesto de cercanía;
-no tenéis fiebre, el pulso está un poco acelerado.- creo
que al oír eso me ruborice y el pareció notarlo, acto seguido mojo una pequeña
toalla en un cuenco con agua que había dejado la sirvienta.
La puso sobre mi
frente, estaba muy cerca de mí, me miraba directamente a los ojos, mi respiración
se aceleró. Su mano paso de la toalla, a mi mejilla y se acercó más a mi cara.
Presione mi cabeza contra la almohada, abrí ligeramente la
boca, de la que salió un suspiro tembloroso, pareció recobrar el sentido, con
un ligero carraspeo, se incorporó de la cama, me deseo buenas noches y salió de
la habitación.
Esta situación, me confirmo que iba a hacer lo correcto, no
me iba a poder resistir por mucho más tiempo a esos ojos verdes. Extendí la
toalla húmeda por mi rostro, me ardía la cara, me ardía el cuerpo.
Debían ser las dos de la madrugada, cuando con un pequeño
petate, con lo esencial y mis joyas me deslice por la casa sin hacer ruido. Al llegar
a los establos me di cuenta de que la puerta estaba cerrada con candado, tire
de él, como si esperara que se abriera, no podría coger el caballo, tendría que
caminar en plena noche, no sabía cuánto tiempo me llevaría llegar al pueblo
pero ahora no podía echarme atrás, comencé a andar en dirección norte, la luna iluminaba
la noche.
Llevaría una hora caminando, cuando escuche por primera vez
en la lejanía los cascos de un caballo, me quede pendiente del sonido que cada
vez escuchaba más cercano, se me heló la sangre cuando escuche su voz gritando
mi nombre;
-¡VALENTINA!- irrumpió en la noche.
Eche a correr lo más rápido que pude, pero cada vez lo oía más
cerca, lo tenía encima, un enorme caballo negro pasó por delante de mí,
rebrinco poniendo sus patas delanteras a la altura de mi cara, me caí de
espaldas, lo vi bajarse del caballo hecho una furia, retrocedí aterrorizada. Me
levantó del suelo agarrándome del brazo, me zarandeaba, gritándome y yo
intentaba zafarme;
-¡lo habéis estropeado todo! ¿Así me agradecéis lo que he hecho
por vos SIGNORA?- me agarro los dos brazos,
por un momento pensé que iba a besarme, pero hizo justo lo contrario me dio una
fuerte bofetada, su cara estaba desencajada.
De un solo impulso me subió al caballo, se colocó detrás de mí
agarrando fuertemente mi cintura, yo no paraba de llorar, su mano se había
quedado marcada en mi cara, salimos a trote hacia la casa.
Me arrastro hasta mi cuarto, mientras yo le gritaba que me
soltara, me tiro encima del lecho, me agarro forzadamente de la mandíbula y me obligo a mirarle;
-empezareis mañana de servicio en la cocina, se acabaron los
privilegios, levantarse tarde, los vestidos bonitos y ser una invitada en mi
casa, a partir de mañana seréis una sirvienta más, vos lo habéis querido.- me soltó
con brusquedad, salió de la habitación dando un portazo y cerrando con llave
por fuera.
Yo me quede llorando angustiada, encima de la cama, lo había
estropeado todo, no podía pensar, no podía parar de llorar.
Luna Soler
Continuara…
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